Reseña a la pelicula "Bones and All" de Luca Guadagnino, con Tymothee Chalamet, Taylor Rusell y Mark Rylance.
Bones and All, adaptada por David Kajganich, colaborador habitual de Guadagnino, a partir de la novela juvenil homónima de Camille DeAngelis, es una historia de amor con dientes que ve cómo Maren (Taylor Russell) se ve obligada a salir por su cuenta después de que su padre Leonard (Andre Holland) la abandonara asqueado por los peculiares apetitos de su hija. Tras un inquietante encuentro con su compañero Sully (un espeluznante Mark Rylance), Maren se cruza con Lee (Timothée Chalamet), un punk con una camioneta azul y poco interesado en hacer amigos. A pesar de su actitud distante al principio, Maren se mete en su piel y se crea un vínculo entre ellos cuando parten hacia Minnesota en busca de la madre que ella nunca ha conocido.
Trabajando con el director de fotografía Arseni Khachaturan, Guadagnino se ciñe a los pueblos pequeños y a las carreteras secundarias, y a menudo las vastas tomas de la película, con impresionantes paisajes abiertos y espeluznantes espacios liminales, recuerdan a Badlands, otra película sobre jóvenes marginados que buscan su propia versión del sueño americano. La aflicción que comparten Maren y Lee se ha manifestado de forma diferente en cada una de ellos; mientras que ella es reservada y amable, Lee es todo una figura delgada y frágil. "Cuando pesas 140 libras mojadas tienes que tener una gran actitud", le dice él, poco después de su primer encuentro.
Es una dinámica familiar, pero Russell y Chalamet son lo suficientemente encantadores como para darle nueva vida. Él se derrite alrededor de ella, aprendiendo a abrirse sobre el trauma de su pasado, y a su vez enseña a Maren cómo sobrevivir en un mundo cruel -uno en el que parecen ser tanto depredador como presa-. A lo largo del camino se encuentran con varios extraños (Michael Stuhlbarg y David Gordon Green hacen una divertida demostración como un par de siniestros amantes que se encuentran con la joven pareja en un claro aislado) de una manera que recuerda a The Straight Story de David Lynch, como si Guadagnino estuviera rindiendo homenaje al canon cinematográfico establecido de esta historia tan americana.
Aunque las comparaciones con Raw, la película de Julia Ducournau, son inevitables por la naturaleza del tema, Bones and All tiene un ritmo más frenético y salvaje. Es una pena que algunas de las escenas más interesantes de la novela de DeAngelis acaben en el olvido de la sala de montaje, pero al menos está al servicio de dar a Russell y Chalamet espacio para capturar la intimidad del amor joven. Hay luz entre la oscuridad, y por cada tendón arrancado con los dientes hay una suave caricia, una tímida sonrisa. Chalamet está especialmente impresionante, encantador y astuto, particularmente hábil cuando se trata de desentrañar cuidadosamente sus transgresiones pasadas.
Es Sully, un caníbal mucho más viejo, interpretado por Mark Rylance con una amenaza magníficamente contenida, quien informa a la joven de que hay otros como ella, y le enseña a usar su nariz para olfatear no sólo a otros caníbales, sino también a los humanos que han muerto recientemente o están a punto de hacerlo. Los caníbales establecen sus propios códigos morales: el de Sully incluye no comerse a otros comensales y esperar a que sus presas humanas mueran en lugar de matarlas. Con su sombrero de plumas de faisán y su extraño atuendo tweedy salpicado de pins de recuerdo, Sully es en parte Davy Crockett, en parte maestro explorador; una extraña mezcla de mitos de la frontera americana que han cuajado en un caníbal solitario y necesitado.
La compulsión por comer carne que se retrata en Bones and All es muy diferente del canibalismo de otras películas, que es mucho más cínico y mundano. Tampoco se trata simplemente de una metáfora de la rebelión, la marginación y la política identitaria disidente, diseñada con picardía para un público joven que probablemente haya abrazado el veganismo. También trata de la pobreza y la falta de un hogar, de la crueldad de la supervivencia y de la vergüenza secreta de ese tipo especial de hambre que te acompaña incluso cuando sobrevives. Bones And All es una película extravagante y escandalosa: aterradora, desagradable y sorprendente en su retorcido idealismo romántico.
