Reseña al filme "Lakewood" del director Phillip Noyce protagonizada por Naomi Watts, estrenada en TIFF 2021.
La rutina matutina de Amy comienza como un día cualquiera de abnegada madre: llevar a su hija menor, Emily (Sierra Maltby), sana y salva al autobús, y molestar a su hijo, Noah (Colton Gobbo), sin sentido hasta que se levante para prepararse para la escuela. Ella le dice a ambos niños que no se olviden de la noche de cine en familia, y luego se dirige a un largo y tranquilo trote. Lo que empieza como una llamada sobre una auditoría, y luego otra sobre la exposición de arte de su hija en la escuela, empieza a tomar un giro siniestro cuando ve varios coches de policía pasando a toda velocidad por su ruta. Amy, todavía atormentada por la trágica muerte de su difunto marido, se toma un momento de respiro para escuchar los mensajes de voz de él en un esfuerzo por sentirse reconfortada. En un instante, todo cambia: todas las escuelas se cierran debido a un incidente en curso. Al no poder ponerse en contacto con su hijo, Amy entra en pánico. Lo que sigue es una intensa serie de llamadas telefónicas y magníficos escenarios, mientras intenta desesperadamente verificar la seguridad de Noah.
Al igual que en otra película seleccionada para el TIFF 2021, The Guilty, este último esfuerzo de Phillip Noyce se basa en gran medida en un único intérprete. En este caso, se trata de Naomi Watts en el papel de Amy, una madre de los suburbios, que se entera de que se ha producido un tiroteo en el instituto al que asiste su hijo Noah. La noticia se produce mientras Amy está haciendo footing por la mañana en una zona remota, y cuando no puede contactar con él por teléfono, teme lo peor. En la primera de las muchas decisiones sin sentido, una Amy en pánico se dirige directamente a través del denso bosque -en lugar de correr de vuelta a su coche- hacia el centro comunitario local, donde los padres se están reuniendo para esperar noticias de la policía.
La mayor parte de Lakewood se centra en el peligroso viaje de Amy a través del bosque, y en las frenéticas llamadas telefónicas que realiza por el camino, intentando obtener la más mínima información de los agentes del 911, de otros padres, e incluso de un mecánico que trabaja en el taller de reparaciones frente a la escuela de Noah. Watts es una intérprete capaz, pero su actuación se ve continuamente socavada por las ridículas invenciones del guión de Chris Sparling, que van desde lo obvio (una lesión en el tobillo, que garantiza la ralentización de su progreso) hasta lo claramente absurdo (ayudar a un irritable detective de la policía a negociar con el presunto tirador a través de una llamada a tres bandas). La crujiente prédica del final, en la que Lakewood refuerza su tesis central de que los tiroteos en las escuelas son algo malo y que probablemente deberíamos tomar más medidas para evitar que ocurran, es como la cereza podrida sobre un helado insípido y sin sabor: no deseada e innecesaria.
Lakewood está expertamente guionizada en la forma en que desenreda lentamente los hilos de la trama. Cada una de las intensas llamadas telefónicas realizadas por una Amy sin aliento mientras corre por el bosque intentando que alguien la recoja impulsa la historia. Hace falta mucho para que una película compuesta en gran parte por conversaciones telefónicas resulte convincente lo que hace que Lakewood sea aún más impresionante. Con Watts como protagonista, la película ejemplifica los temores de millones de padres en esta misma situación.
