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Sobre IN THE HEIGHTS: Good Hombres (y Mujeres) con Paciencia y Fe

Desde sus primeros compases (en el cuál uno siendo uruguayo puede hasta reconocer algo de candombe en lo que se escucha), In The Heights se siente fresca, auténtica y alegre. Un musical lleno de color, ritmo y corazón. En el centro de todo tenemos a Usnavi, el narrador de la historia y el dueño de una bodega en Washington Heights (barrio mayoritariamente latino gracias a las comunidades Dominicanas y de Puerto Rico). Es uno de esos veranos neoyorquinos dónde reina el calor (piensen en Do The Right Thing), y dónde rápidamente conocemos a los personajes del barrio: Nina, que acaba de volver a casa tras abandonar Stanford; Vanessa, determinada por salir del barrio y adentrarse en el mundo de la moda, Benny, que sueña con tener su propio negocio; Daniela, que va a mudar su salón de belleza para el Bronx; y muchos más (entre ellos un cameo algo molesto de Lin Manuel Miranda como El Piragüero). Todos con su sueñito.

In The Heights, en su centro, es una película con números musicales tan grandes como su espíritu latino. Cuando el director Chu se inclina hacia el maximalismo, es dónde el musical se vuelve más cautivador. Mucho de esto está reservado para el primer acto de la película, dejando a su segunda parte algo deslucida en comparación. A muchos no les gustará el entusiasmo del director por la gran cantidad de cortes, pero el montaje aquí, sintonizado al tempo de la música en prácticamente todo lo que vemos, es parte del encanto. Hay tanto placer visual en observar a los personajes cantando dentro de una bodega, así como lo hay viendo como salones y piscinas se transforman en espacios masivos para las performances. Canciones y set pieces como la homónima “In The Heights”, pasando por “Blackout”, “Carnaval del Barrio”, “96000” (con docenas de bailarines casi homenajeando al gran Busby Berkeley)  o el fantástico “Paciencia y Fe” de Olga Merediz (desde ya, gran candidata a premios como mejor actriz secundaria) ya pasan a formar parte del mejor cine hollywoodense de lo que llevamos de 2021.

Las pocas fallas que In The Heights tiene (es un poco larga de más en su duración de 143 minutos y algunas subtramas dramáticas no funcionan del todo bien) son fácilmente olvidables cuando tenemos un musical tan apasionado y cálido como este. Es un divertidísimo tributo a la comunidad de inmigrantes que con tanto cariño representa, actuada con efusivo carisma por un elenco de gran talento, que se ganará toda la alegría de los espectadores en el camino. No es Cantando Bajo la Lluvia, Los Paraguas de Cherburgo ni La La Land, pero la tiene difícil Spielberg para superar esto con su West Side Story.

Veremos si tiene Paciencia y Fe.

Acerca del Autor

Juan Manuel Fábregas

Uruguayo. Gran creyente de la Iglesia de Paul Thomas Anderson. Crítico de Cine y Realizador desde 2013, escribiendo para publicaciones y revistas como RouMovie.com, Cartelera.com.uy y Gorosito.Tv.

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