Críticas de Cine y Artículos Colaboradores

Sobre KILLERS OF THE FLOWER MOON (2023) de Martin Scorsese

Viene el diablo blanco...y ¡zas!

Martin Scorsese es el cineasta que mejor ha retratado los "hechos reales" en la gran pantalla. Y punto. No hay nadie que se le acerque. De hecho estoy pensando en algún posible nombre para el segundo puesto y...¿Quién puede ser? ¿El Sidney Lumet de Serpico y Dog Day Afternoon? ¿Oliver -el buen Oliver, claro...el de Born on the 4th of July y JFK- Stone? La verdad que no sabría decirlo. Pero nadie mejor en toda la historia del cine que Scorsese para hacer "periodismo audiovisual", sobretodo ese oscuro "lado b" de los casi 250 años que tienen los Estados Unidos de América, habitualmente eludido por el Hollywood que precedió al neoyorquino. Suyas y basadas en hechos verídicos son Raging Bull, Goodfellas, Casino, Kundun, The Aviator, The Wolf of Wall Street y The Irishman. Eso sin contar, claro, sus maravillosos rockumentales y cosas como Gangs of New York y Silence, ambas "inspiradas" y ubicadas en sucesos reales. También es uno de los mejores directores que ha plasmado la salud mental en el séptimo arte...pero eso será para otra conversación.

Su nueva obra, Killers of The Flower Moon, vuelve a poner el ojo sobre la historia podrida de Estados Unidos, esta vez tomando el "pecado original" de la nación (la expropiación territorial y genocidio del pueblo nativo americano) como eje central de la película. Partiendo de la no ficción homónima de David Grann, Scorsese nos retrata la gran tragedia de la Nación Osage, pueblo indígena del estado de Oklahoma, que durante las primeras décadas del siglo XX, supo ser la región con mayor renta per cápita del mundo debido al descubrimiento de yacimientos petroleros en la zona. Eso, por supuesto, hasta que una conspiración de locales blancos decidió exterminarlos sistemáticamente, uno por uno, de todas las formas habidas y por haber (explosiones, envenenamientos y hasta el popular "suicidio" con un tiro en la nuca).

El líder de esta conspiración es William "King" (así le gusta que le digan) Hale, ganadero y masón muy respetado por todos en la zona (hasta por los Osage), que es el manipulador maestro y maquiavélico detrás de los asesinatos en el poblado. Hale le da a Robert De Niro su mejor actuación en décadas. Así de fácil. Es tan vil y avaro el personaje, que su Al Capone en The Untouchables (Scorsese homenajea a su amigo De Palma en un plano cenital muy similar al que abría aquella película) palidece en comparación. Pero "King" Hale no es el protagonista de nuestra narración. Ese rol le toca a su sobrino Ernest, un ex combatiente de la Primera Guerra Mundial -es solo un decir, el tipo fue un cocinero- que tiene menos luces que la casa de un ciego. El estúpido personaje, magníficamente interpretado por Leonardo DiCaprio, es otra de las grandes performances de la ya notable filmografía del actor de Titanic, esta vez ayudado por una dentadura postiza muy conveniente y los maxilares a modo Marlon Brando en The Godfather. No es donde mejor lo he visto (me sigo quedando con The Wolf of Wall Strett) al bueno de Leo, como andan diciendo por ahí, pero se queda realmente cerca. Ernest, que a pesar de su importante idiotez, tiene cierto encanto y es un atento chofer, se gana el cariño y el amor de Mollie, joven Osage que es una de las principales herederas de la zona. Mollie es el corazón de esta película y le regala a Lily Gladstone el papel de su vida. Los que la habíamos visto en Certain Women hace unos años ya sabíamos de su talento, pero hay tanta humanidad, ternura, bondad y tristeza en su mirada como Mollie, que cada primer plano que le otorga Scorsese, es de un poder enorme. Pocas veces en el cine reciente hemos tenido un tridente actoral tan convincente.

Killers of the Flower Moon es muchas cosas, y principalmente, una obra gigantesca. Pero es, quizás, lo que la película NO ES lo que llama verdaderamente la atención. Es un western sin héroes, una de gángsters sin gángsters, una love story sin romanticismo y, finalmente, un true crime sin misterio, ahí cuando aparece el personaje de Jesse Plemons como un miembro del recién fundando FBI. Son 200 millones de dólares y 206 minutos de duración los que tiene el gran maestro a su disposición, que hacen de esta, una de sus películas visualmente más bellas, gracias al brillante trabajo del mexicano Rodrigo Prieto en fotografía, que aquí logra cosas dignas del Almendros de Days of Heaven o el Deakins de Jesse James, y el colosal diseño de arte y escenografía del minucioso Jack Fisk. Luego, por supuesto, tenemos a la legendaria Thelma Schoonmaker, montajista de Scorsese desde Raging Bull en 1980. Lo de esta señora sigue siendo monumental y suya es la responsabilidad de que el relato no decaiga en las casi tres horas y media de duración de la película, a pesar del pausado ritmo que le imprime el director a lo narrado tras una cautivante primera hora.

No creo que Killers of The Flower Moon esté entre lo mejor de Scorsese, si quizás en uno de los últimos lugares de un Top 10. Me parece que los dramas tribunales y todo lo relativo al FBI de la última hora necesitaban algo más de cocción, pero sigue siendo una película por la cual 99 de cada 100 directores entregarían su alma con tal de tener su firma. Dicho esto, el cineasta se reserva una secuencia audaz y creativa para lo último. No voy a entrar en especificaciones, pero si el cine es el arte del "show, don't tell", Scorsese deja una profunda reflexión de que quizás, a veces, la verdad debe ser contada y no mostrada, por contradictorio que parezca, así logrando un verdadero impacto en el espectador.

Y en un mundo donde nos seguimos peleando y matando por tierras, la verdad tiene que ser contada, por más que duela, y mucho.

Un final hermoso.

Acerca del Autor

Juan Manuel Fábregas

Uruguayo. Gran creyente de la Iglesia de Paul Thomas Anderson. Crítico de Cine y Realizador desde 2013, escribiendo para publicaciones y revistas como RouMovie.com, Cartelera.com.uy y Gorosito.Tv.

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