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Critica a «Speak No Evil» (2022) de Christian Tafdrup

Reseña a "Speak No Evil" de Christian Tafdrup con Morten Burian y Fedja van Huêt.

Bjørn (Morten Burian) y Louise (Sidsel Siem Koch) conocen a Patrick (Fedja van Huêt) y Karin (Karina Smulders) durante unas vacaciones en la Toscana. Las dos parejas se llevan bien, por lo que unos meses después, Bjørn y Lousie reciben una invitación de Patrick y Karin para visitarlos en su casa de Holanda. En el lugar, sin embargo, rápidamente queda claro que la magia de las vacaciones no dura para siempre, el ambiente se vuelve cada vez más incómodo y aunque parece que algo anda mal con Patrick y Karin, Bjørn y Louise, no se vuelven a su casa.

Speak No Evil es una lección impresionante sobre lo absurdo de las bromas vacías y el apego a las convenciones. Crea un escenario cotidiano, pero pone a prueba este y a sus personajes. Muchas personas ya han recibido una invitación para visitar a personas que conocieron en sus vacaciones, pero solo unos pocos logran ir más allá de una pequeña charla amistosa en tales visitas.

Las relaciones surgidas en las vacaciones son relaciones que se mantienen unidas principalmente por la conformidad y la cortesía. Uno sonríe, dice gracias y trata de ser un buen invitado mientras que la otra parte intenta hacer lo mismo como anfitrión. Un escenario inherente a una incomodidad tácita, pero frecuente, que consume espacio. Pero, ¿qué sucede cuando una parte rompe con esta convención? ¿Se quejaría la otra parte o incluso se iría? Probablemente no.

Al menos esa es la tesis de esta película. Speak No Evil experimenta con el escenario y muestra de manera impresionante la inactividad, casi incapacidad, de sus personajes para defenderse. Las inhibiciones para violar la etiqueta son demasiado grandes, y así, el resentimiento no solo carcome más y más a los personajes, sino también a la audiencia. Quieres decir algo, quieres gritar, pero solo ves cómo se acepta un atrevimiento tras otro.

El enfoque psicológico está claramente en Bjørn y Louise. No importa por qué Patrick y Karin hacen lo que hacen. Más importante es por qué Bjørn y Louise ni se alejan ni buscan el conflicto. Además del tema de la conformidad ya mencionado, la película ofrece una segunda justificación para esto, que es particularmente evidente en Bjørn. Porque a pesar de todas las molestias que causan, también admiran a Patrick y Karin por su inconformismo. Hacen lo que quieren y así logran un papel en Bjørn que estoy seguro que muchos tienen en ellos. El deseo de simplemente es dejarse llevar.

Como se puede suponer, la película tiene un fuerte componente de crítica social y sátira  que se manifiesta de diversas maneras. Primero, están los personajes Bjørn y Louise, quienes, aunque son las víctimas, siempre son retratados asumiendo la responsabilidad de sí mismos. Puedes salir de la situación en cualquier momento, pero simplemente no lo haces y así te diriges hacia la desgracia. Son cobardes, perezosos y estirados. Su matrimonio, pero también las decisiones de su vida, son presentadas una y otra vez por el carismático Patrick, quien, por cierto, es interpretado de manera brillante. Con esta caracterización, las figuras recuerdan a los personajes de Ruben Östlund, por ejemplo, y su incompetencia se revela repetidamente.

Pero no son sólo los personajes los que sirven como víctimas a la sátira, sus actividades también son inseparables de ella. Se cuestionan los viajes combinados pseudoculturales y la dinámica de las vacaciones, así como la adhesión a las cortesías convencionales. En definitiva, la película critica todo un estilo de vida diseñado de manera muy integral y lo contrasta con todo lo contrario. Patrick, Karin y el estilo de vida que encarnan es más funcional y alegórico que cualquier otra cosa.

Incluso si ha habido mucha crítica social y sátira hasta ahora, no deberías esperar ninguna comedia de Speak No Evil. Es una película de terror muy dura e increíblemente oscura, que se recuerda principalmente por sus últimos veinte minutos brillantes. Pero incluso en el camino, la atmósfera no se salva, porque la atmósfera desagradable que surge en situaciones asumidas por la convención, es maravillosamente adecuada para esto.

Speak No Evil hace un excelente trabajo al transmitir esta inquietud al espectador de una manera tangible. Los incidentes son cada vez más extraños y evidentes, la situación cada vez más incómoda. Por un lado, la película es una sátira social con un toque mordaz contra la sociedad de consenso moderna, pero por otro lado también es una película de terror realmente mala que sabe cómo ser inquietante. Como era de esperar, la situación se intensifica en la segunda mitad y la película toma un camino bastante oscuro. Speak No Evil prescinde por completo de los sustos de sobresalto o similares, es más bien terror psicológico que se come la mente de sus espectadores. El fuerte elenco en torno a  Morten Burian, Sidsel Siem Koch, Fedja van Huêty Karina Smulders transmite este escenario terrorífico de manera muy impresionante. 

Sin embargo, Speak No Evil también tiene un problema con su credibilidad, que disminuye cada vez más en la segunda mitad. Porque la inactividad de sus víctimas, que en un principio parece comprensible de algún modo, se está volviendo cada vez más absurda. Mostrar el sesgo en las convenciones y la impotencia resultante ciertamente puede haber sido la intención de los creadores, pero también atrae la imaginación del espectador que en algún momento puede incluso enojarse. La motivación detrás de todas las atrocidades nunca está del todo clara. En qué medida eso influye en el juicio final para cada espectador lo tienen que decidir por sí mismo. 

El director y coautor Christian Tafdrup se abstiene de representar lo sobrenatural y de usar sustos baratos. En cambio, se las arregla para enfocarse en el horror interpersonal y eliminar lo tácito entre sus personajes de la mejor manera posible. Para ello también ayuda la acertada puesta en escena, que crea una sensación de aislamiento e inseguridad con imágenes muy frías, de apariencia construida y encuadres muy precisos. Además, existe el uso frecuente del simbolismo religioso, lo que le da a todo un sentimiento melancólico adicional.

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.