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Festival de Cine Africano: Lo mejor de la edicion 2022

Escrito por Marivi Aguado

Recomendacion de algunas de las películas que han pasado por el festival que nadie debería perderse, siendo este texto una sugerencia, nunca una orden.

Desde hace muchos años sigo con mucho interés el Festival de Cine Africano que se celebra en Tarifa cada año y, en esta última edición, la diecinueve, he podido estar presente y vivirlo. No solo ha sido una bonita y gran experiencia, es también un SÍ mayúsculo al cine africano.

Y es que África es muy grande y no es sólo un país, es un continente absolutamente diverso y si esto no lo sabes, este festival, con un equipo humano y profesional maravilloso, te lo explica y sobre todo, te lo muestra en pantalla grande, encuentros pequeños y exquisitos aperitivos de cine, además de música y baile. 

Dicho esto, voy a recomendar algunas de las películas que han pasado por el festival y que pienso que nadie debería perderse, siendo este texto una sugerencia, nunca una orden.

Freda (Gessica Geneus, Haití, 2021): la historia de una chica joven, estudiante que vive con su familia en la que todos los miembros se preguntan, si ante la violencia y la precariedad que se vive en el país, deben quedarse allí, donde sobreviven con una pequeña tienda o salir en busca de otras oportunidades, bien a otro país o bien en un matrimonio con alguien de buena posición. 

La importancia de esta historia radica en la casi inexistente industria cinematográfica en Haití y en la visión honesta y sin artificios que ofrece del país.

La película es buena, no en vano viene avalada por algunos de los festivales más importantes  y fue la triunfadora en la edición de este año en el Festival de Cine Global Dominicano de República Dominicana. Cabe destacar el estupendo reparto, en el que brilla Néhémie Bastien, que ha sido galardonada este año con el Premio a Mejor Actriz en esta edición del FCAT. 

Feathers (Omar El Zohairy, Egipto 2021); esta película nos cuenta como en una fiesta de cumpleaños infantil de una familia muy pobre en Egipto, el mago contratado para divertir a los niños, convierte en gallina al padre y, al no conseguir deshacer el truco, así se queda mientras la esposa y madre toma las riendas de la casa y trata, además, de buscar ayuda para que el padre vuelva a sus vidas y a su hogar.

 

Es una tragicomedia brillante de principio a fin; con un guion muy original, nos cuentan lo precaria que es la vida en ese país para una inmensa mayoría de personas y lo difícil que es que una mujer asuma protagonismo en la vida diaria, porque las riendas ya las tienen asumida hace tiempo. Todo en esta película está bien, la dirección, el guion, el reparto, la fotografía, yo diría que es la mejor película africana del pasado año y una de las mejores en general. 

Una historia de amor y deseo (Leyla Bouzid, Túnez 2021); una preciosa historia de amor entre un joven francés de origen argelino y una joven que llega desde Túnez para estudiar literatura;  él es tímido y ella es todo lo contrario. Desde el primer momento solo tienen ojos el uno para el otro y, al mismo tiempo que él va descubriendo una literatura árabe carga de sensualidad y erotismo, trata de resistir el amor que siente por ella, mientras ella quiere vivir ese amor intensamente. 

Esta película es otra más en la que nos muestran lo complicado que es ser una mujer libre que no esconde sus deseos, incluso cuando se vive en una ciudad europea. Ella, interpretada por la maravillosa actriz Zbeida Belhajamor en un debut arrollador, tiene la historia en su rostro, en su cuerpo y consigue no hacer sorprendente que el chico se sienta apabullado en la mayoría de las escenas. Es una historia luminosa, sencilla, de esas que cuando la ves te recuerdan a las buenas historias de amor.

The Rumba Kings (Alan Brain, Estados Unidos 2021); un documental que nos cuenta como durante el tiempo que la República Democrática del Congo era una colonia belga, una generación de músicos congoleños fusionaron ritmos africanos con los afrocubanos y crearon la rumba congoleña y a través de su historia nos cuentan al mismo tiempo la descolonización del país.

Es una historia llena de ritmos que,  no solo pone a bailar a los espectadores, sino que además narra como esa música se convirtió en santo y seña del continente africano negro para luchar por la independencia de algunos países y los puso a bailar, que bailar también es revolucionario. 

Un gran documental que nos muestra lo vital que es la música para unir, para vivir y para la libertad. Sí, en África hay muy buenos músicos, incluso en los lugares más desconocidos.

Vals de Santo Domingo (Tatiana Fernández Geara, República Dominicana 2021); tres chicos dominicanos estudian ballet en un país en el que esta práctica artística es solo para mujeres y en esta historia nos cuentan como enfrentan el día a día de sus clases, teniendo que luchar, además contra el machismo y la precariedad económica que provoca la falta de medios para este tipo de educación.

Es un documental luminoso en el que la férrea voluntad de los chicos para conseguir sus sueños nos lleva al Santo Domingo actual con su talento y  sus ansias de libertad. Un documental  para la belleza y la alegría de ser lo que quieres ser.

Si alguien se pregunta qué pinta el cine dominicano y el cine haitiano en un festival de cine africano, la respuesta es la tercera raíz, esa que une a África con todos los lugares en los que viven descendientes de africanos que emigraron y emigran  por todo el mundo desde hace muchos siglos.

Hubo muchas más películas, con muchas y diferentes historias, porque en el cine africano hay muchas  y diferentes miradas que nos cuentan la vida en ese continente en el que no todo es miseria y tristeza; hay resistencias, hay alegrías, hay feminismos, hay solidaridad, hay ganas de compartir y mostrar lo que en sus países sucede desde todos los puntos de vista.

Hasta ahora yo siempre he dicho que el cine africano tiene mucho mérito y en realidad lo que tiene es mucho talento para mostrar y que deberíamos ver si algún día somos capaces de dejar de mirar nuestro ombligo occidental y primermundista. 

Muchas gracias y larga vida al Festival de Cine Africano que nos cuenta que el mundo es más amplio de lo que nuestra mirada abarca y que otro mundo es posible. Hasta el próximo año.

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Marivi Aguado