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Critica a «Finch» (2021) de Miguel Sapochnik

Reseña a la película "Finch" del director Miguel Sapochnik protagonizada por Tom Hanks.

Una catástrofe devastadora ha eliminado en gran medida la vida en la Tierra. El inventor Finch (Tom Hanks) es uno de los pocos que queda haciendo sus rondas por el mundo en ruinas con su perro, pero es consciente de que su tiempo también lentamente está llegando a su fin ya que su  cuerpo está cada vez más débil. Así que decide construir un robot que ocupe su lugar tras su muerte y cuide del perro. Aunque la tecnología se ensambla rápidamente, Finch tiene sus dificultades para hacer que la inteligencia artificial entienda su tarea. ¿Qué significa ser responsable de otra persona? ¿Y qué significa realmente la vida?

Recientemente, Apple TV+ se ha consolidado como un lugar agradecido para los aficionados a la ciencia ficción. En primer lugar, el servicio de streaming presentó Foundation, la esperada adaptación de la serie de culto del mismo nombre; a esto le siguió la invasión alienígena de Infiltración. Esta semana se ha lanzado la primera producción surcoreana del proveedor con el thriller de memoria Dr. Brain. Y ahora Finch es ya la cuarta entrada en el género, en poco menos de mes y medio. Afortunadamente, la película también merece la pena ser vista, aunque sólo tenga una concepción más amplia del género en común con las tres series mencionadas anteriormente. Además, estrictamente hablando, no es una película de Apple, esta compañía sólo compró el título, que en realidad estaba previsto para el cine, aprovechar el momento y ampliar así de forma destacada su todavía manejable gama.

El icono de la ciencia ficción Isaac Asimov formuló por primera vez las tres leyes de la robótica en su cuento de 1942 Runaround, según el cual un robot:

1.) no debe dañar a un ser humano.

2.) debe obedecer a los humanos (siempre que no contradiga la regla 1).

3.) debe proteger su propia existencia (siempre que esto no contradiga las reglas 1 y 2).

En Finch, a las tres reglas conocidas se añade ahora una cuarta, según la cual el robot Jeff debe hacer todo lo posible para proteger al amigo de cuatro patas creado por Finch. En la primera mitad del filme, son sobre todo esas pequeñas ideas, a veces ingeniosas, a veces irónicas, las que hacen avanzar la historia. Al principio, Sapochnik confía demasiado en la probada mezcla de slapstick robótico (Jeff aprende a caminar y se tropieza) y encanto cuadrúpedo (Goodyear mira a la cámara con ojos tristes de perro), mientras que el potencial narrativo y temático de la historia apenas se explota.

Por ejemplo, poco después del inicio de su viaje por carretera, el provisionalmente improvisado Jeff se ve en un espejo. La música de Gustavo Santaolalla enfatiza la relevancia de esta escena, pero entonces el momento ya ha pasado y en su lugar Finch y Jeff hacen palomitas sobre un tapacubos al rojo vivo. Este es un momento simpático y humorístico, que también vuelve a ser importante más adelante. Pero habría sido más emocionante si Sapochnik y sus guionistas Craig Luck e Ivor Powell hubieran tenido realmente algo que decir sobre la autoconciencia y la conciencia del ego del robot.

Es discutible si Finch es adecuada como título para ampliar la base de clientes, el objetivo obvio de la compra por parte de Apple. Aunque Tom Hanks, que sigue siendo un peso pesado de la actuación, está en el centro de la atención y no se han escatimado gastos en los efectos visuales, la película tiene bastante menos en común con lo que el público espera de una película de ciencia ficción en estos días. No se trata de un gran espectáculo visual. De vez en cuando, la historia puede ser un poco más explosiva. Después de todo, en un mundo que se ha vuelto casi inhabitable, hay peligro a cada paso. El hecho de que probablemente siga habiendo personas que pasarían por encima de cadáveres en su voluntad de sobrevivir no mejora las cosas.

Pero estas escenas son escasas. La atención no se centra en el mundo exterior, sino en el trío desigual de hombre, perro y robot. Está claro que tres formas de vida tan diferentes no siempre encajan bien y que hay ciertas dificultades de comunicación. En cierto modo, el perro es el centro de atención, ya que el androide Jeff sólo se construye gracias a él. Al principio no está claro por qué el animal es tan importante. En general, Finch es tacaña con información al principio, deja muchas cosas sin decir, desglosa el escenario de una tierra destruida por completo a su protagonista. Inevitablemente, se trata de cuestiones muy existenciales que giran en torno al tema de la vida. Pero también sobre lo que significa ser humano.

Estas discusiones temáticas son, por supuesto, habituales en el género de la ciencia ficción. Una y otra vez, las inteligencias artificiales se utilizan para reflexionar sobre los seres humanos. Sin embargo, Finch no se pone demasiado intelectual en el proceso. El director Miguel Sapochnik, que suele estar a gusto con las series, se apoya principalmente en el humor y la emoción en su segunda película -su debut Repo Men ya se estrenó en 2010-. Vemos a los tres en algunas escenas de reconfortante belleza. A veces se pone divertido cuando el inicialmente despistado Jeff vuelve a hacer algo mal, como un niño que está aprendiendo a caminar, que tira constantemente las cosas y hace preguntas a sus padres. El objetivo es que el robot tiene que crecer y sustituir a su padre cuando éste ya no esté.

No hace falta decir que esto es triste, y así debe ser. Aunque el factor  entretenimiento predomina en la primera mitad, permite que se vuelva emocional en varios aspectos más adelante. Esto funciona sobre todo por Tom Hanks (Cast Away), a quien se le permite ser el último bastión de la humanidad en el inhóspito y desértico paisaje combinando lo torpe con lo cálido a su inimitable manera. Nada de esto es original, y en algunos puntos es incluso un poco calculado. Pero también es hermoso: Finch te hace creer que incluso en los momentos más oscuros todavía hay algo por lo que merece la pena luchar y vivir. Hay un vínculo real que nada puede dañar, sólo que no sabes de antemano si este vínculo es con una criatura de dos o de cuatro patas, con un cuerpo de carne y hueso o de acero y tornillos. Porque eso, como enseña la película, es secundario al final.

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.