Críticas de Cine y Artículos

Lo mejor del cine Iberoamericano para 2022

Escrito por Marivi Aguado

“Debemos ver las películas con libertad, sin fronteras”, Fernando Trueba

Apenas iniciado el año quiero hacer algunas recomendaciones para cuando las encuentren ustedes en las carteleras y que yo disfruté en la pasada edición del Festival de Huelva cine Iberoamericano y no es fácil elegir, ¿eh? Vamos a ello.

Deserto particular (Aly Muritiba 2021, Brasil); Daniel es un buen policía y comete un error que se puede llevar por delante su carrera y su honor; mientras, ha conocido a una mujer, Sara, a través de internet y para huir del mal momento, sale hacia el pueblo de ella para verla.

 Esta película podría parecer que son dos, aunque se complementan y esto sucede porque los protagonistas tienen entornos familiares que dan todo el sentido a la historia y la hacen más creíble. Por otro lado, la película pone de manifiesto la masculinidad tóxica, la homofobia, la intolerancia, el abuso y la manipulación de la religión en su afán de curar a quien no es claramente heterosexual, la asfixia de la vida en los pueblos pequeños, la falta de libertad y, por supuesto, la doble moral. También la esperanza, porque es una historia de amor.

Pienso que esta película no hubiera sido la misma sin la interpretación de dos magníficos actores brasileños, Antonio Saboia, que hemos podido ver también en Bacurau y el debutante en pantalla grande, Pedro Fasanaro; cuando están juntos hacen un universo en el que quieres estar y por separado, quieres acompañarlos en su camino; son pura química y buen hacer. 

Esta película es mi favorita de todas las que pasaron por el Festival, ya venía del Festival de Venecia, donde ganó el premio del público y desafortunadamente no ha pasado el primer corte para ser candidata en mejor película extranjera. Es estupenda.

El hoyo en la Cerca (Joaquín del Paso 2020, México); la historia de un grupo de alumnos de una escuela privada y cara de México, van a un campamento de la iglesia católica durante sus vacaciones de verano para aprender valores, junto a maestros y sacerdotes y en la que todo es lo que parece, maldad. Y no, no estoy haciendo spoiler. El ambiente opresivo de esta película te acaba metiendo en ella, es probable que todo lo que ocurre en ella lo acabes sintiendo en tu piel, no te va a dar un respiro, ni siquiera al final, vas a salir del cine y aún te va a faltar aire y no vas a tener buenas intenciones. También puede pasarte lo contrario, que no entres en la película, que no la entiendas, que se te haga larga; estas dos reacciones son las que yo viví durante la proyección, espectadores entusiasmados con ella y espectadores que piensan que les han tomado el pelo.

El reparto es muy amplio, la mayoría niños y logran transmitir y hacer creíble todo lo que el director quiere contar, también lo hacen los mayores, el guión, la fotografía que obtuvo el premio a la mejor fotografía en el Festival de Venecia, y hasta la música.  Yo diría que es una de las mejores películas mexicanas de todos los tiempos y puede que en el futuro sea mejor valorada que en el presente.

El otro Tom (Rodrigo Pla, Laura Santullo 2021, México); Tom es un niño que vive con su madre en Estados Unidos y que es diagnosticado con un trastorno de déficit de atención con hiperactividad, cuando ocurre un pequeño accidente, ella piensa que es de la medicación y al decidir dejar de dársela, se enfrenta a la posibilidad de que los servicios sociales le retiren la custodia. 

Aunque parezca una historia simple, la película va más allá. En ella no solo podemos ver lo difícil que es para una madre migrante el sostener económicamente las necesidades sanitarias de su hijo, también como el negacionismo científico en cuestiones de salud viene de lejos y como los servicios sociales muchas veces carecen de tacto para tratar los temas y no porque no sepan o no quieran, sino por el propio sistema que solo pide resultados buenos para el sistema.

Todo lo que podría parecer algo que ya nos han contado otras veces aquí se convierte en honestidad, frescura, originalidad, ritmo, con unas estupendas actuaciones de Julia Chávez en el papel de Elena, una madre amorosa y rebelde con causa durante todo el tiempo e Israel Rodríguez en el de Tom, no el otro, sino el único, su talento desborda la pantalla en un debut nada fácil. 

La película va de menos a más hasta quedar totalmente atrapada en la historia dándote ganas de abrazar a ese par y querer que formen parte de tu vida. Además, El otro Tom ha ganado las últimas ediciones del Festival de Huelva Cine Iberoamericano como mejor película y varios premios paralelos y en el Festival de Cine de Morelia, el premio a mejor dirección, pasando también por numerosos festivales el pasado año. No la dejéis pasar cuando la encontréis.

Bantú mama (Iván Herrera, República Dominicana, 2021); una mujer francesa de origen africano viaja a República Dominicana donde es detenida y encarcelada por tráfico de drogas; consigue escapar de la cárcel y encontrar refugio en la casa de unos niños en el barrio más peligroso de Santo Domingo, esta convivencia cambiará la vida de todos para siempre.

Esta película es todo lo que no esperas porque en un entorno violento y, que podría resultar deshumanizado, una mujer desesperada puede encontrar (y encuentra) algo parecido a una familia en unos niños que solo se tienen a sí mismos, sin ninguna persona adulta que los proteja, se cuidan y cuidan al resto de la comunidad, también a la recién llegada, siendo parte de un hogar cálido. 

Lo más importante de esta película, para mí, es mostrar que la diáspora africana también está presente en ese país centroamericano, contada en una historia absolutamente contemporánea y qué bueno es reconocerse de otros lugares y narrarlo a través un estupendo reparto, la mayoría sin experiencia previa, una estupenda fotografía y una buena banda sonora callejera. Una muestra más del buen cine que República Dominicana nos está mostrando en los últimos años y que también ha pasado por varios festivales.

Clara Sola (Nathalie Álvarez Mesén 2021, Costa Rica); Clara es una mujer de 40 años que vive en un pueblo a interior de Costa Rica y que, según la leyenda, tiene virtudes sanadoras; por estas virtudes, que su madre se encarga de explotar, Clara no ha vivido, no ha ido al colegio, no ha tenido amigas, aunque su cuerpo le habla y llega un momento que se siente atraída por un hombre y se inicia su despertar físico y sexual.

Es maravilloso en cada plano, en cada fotografía, observar la historia en el rostro de Wendy Chinchilla, una bailarina que debuta en el cine con este papel y se apropia de la película desde el primer momento para hablarnos de sexualidad femenina, de liberación y emancipación, de una manera muy íntima y con una lucha entre lo pagano y lo espiritual, en un ambiente familiar hostil.

Es imposible no enamorarse de Clara, no querer abrazarla. Clara sola es una película que no ha dejado indiferente a la crítica y una de mis favoritas. Ojalá un largo recorrido en las salas.

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Marivi Aguado