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Critica a «The Legend of Tarzan» (2016) de David Yates

Desde que apareció en tiras de periódico en 1912, Tarzan,  la creación de Edgar Rice Burroughs se ha incrustado en la cultura popular occidental, que abarca decenas de grandes y pequeñas _B4B2657.dngadaptaciones para la pantalla. Sin embargo, con la posible excepción de la producción animada de Disney de 1999, sospecho que pocos han visto una película de Tarzán, y menos aún están familiarizados con el texto de Burroughs. Entonces, ¿por qué Hollywood todavía piensa  que Tarzán es un negocio viable? Creo que la familiaridad es la fuerza motriz, pero ¿en el 2016 alguien sigue interesado en esta marca?

Esta última versión reinventa la historia de una manera oscura y tenebrosa. Así es, la historia de un hombre criado por simios antropomorfos consigue un reinicio oscuro y áspero; eso es como reinventar Doctor Dolittle como un drama médico.

Tarzán (Alexander Skarsgard) ahora está viviendo en Londres bajo su nombre de nacimiento, John Clayton. Este recibe una invitación del rey Leopoldo para viajar al Congo. En un principio se niega, pero cambia de opinión cuando el enviado estadounidense George Washington Williams (Samuel L. Jackson) le dice del plan de los belgas para esclavizar a la gente de la tierra de Tarzán. Los dos se ponen en camino para el Congo con la esposa de Tarzán, Jane (Margot Robbie) en un remolque. Al llegar, vuelven a relacionarse con la tribu amiga de su infancia, pero pronto los asalta Leon Rom ( Cristop Waltz) y su ejército, que secuestran a un grupo de miembros de la tribu, junto con Jane.

A pesar de todo lo que has oído en entrevistas con Robbie, sobre cómo su Jane es una especie de icono feminista, en realidad ella es nada más que el cebo húmedo en un vestido blanco apretado, que solo espera ser rescatada por Tarzán. Ella hace de bravucona respondona cuando los hombres de Rom hacen chistes sobre violación (sí, en una película de Tarzán), y también se burla de Rom con chistes sobre su hombría, pero ella es básicamente el motivo romántico. En la serie de Johnny Weissmuller, ese Tarzán se puede considerar hoy muy correcto y aburrido, pero la Jane de Maureen O'Sullivan fue un personaje real.

El  personaje de Samuel L. Jackson se crea sobre la tontería de que él era un esclavo emancipado,  con una posición de poder (The Hateful Eight?). La película lo reduce al compañero negro cómico de Tarzán. En pleno 2016, un personaje con un trasfondo tan interesante de manos de un gran actor, deja mucho que desear, aunque confieso que sí tiene varios momentos divertidos, Jackson es tremendo comediante. Un 'cómico' momento en relación con la felación del gorila puede ser el punto mas bajo de su carrera.

La película nunca explora a profundidad cómo es ser criado en la selva, esto creo que es un punto a favor para la película, ya que presenta al personaje de una manera diferente. Ya sabemos su historia, no es necesario gastar metraje en repetirlo. Su conjunto de habilidades parece consistir en movimientos de balanceo y la capacidad para vencer a puños limpios a cualquiera que se interponga en su camino. Cuando finalmente escuchamos su llamado icónico, este está oscurecido por la distancia. Un personaje comenta "No es como me lo imaginaba. Suena... mejor", en un homenaje a las películas de Weismuller, como si esta última versión es de alguna manera superior y tiene ganado a millones a través de generaciones de aficionados al cine de aventuras. Ilusos.

Es imposible descifrar a que tipo de público está dirigida. Desde luego no es para los niños. Con múltiples muertes de animales que aparecen en pantalla y miembros de tribus africanas muertos a tiros como los mexicanos de una película de Sam Peckinpah, “The Legend of Tarzan” es un 'blockbuster' de verano insondablemente sombrío, con toques de diversión, buenas secuencias de pelea y abdominales (tenia que decirlo, lo siento) que honestamente disfruté (¡la película, no los abdominales!). África rara vez ha sido tratada tan oscura, y los blockbuster de verano tan…extraños.

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.