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Critica a «Magic Mike`s Last Dance» (2022) de Steven Soderbergh

Reseña a "Magic Mike`s Last Dance" con Channing Tatum y Salma Hayek, dirigida por Steven Soderbergh.

Steven Soderbergh -cuya cartera, desde Sexo, mentiras y cintas de vídeo (1989), Erin Brockovich (2000), la trilogía Ocean (2001-2007) y Contagion (2012)- es seguramente uno de los cineastas estadounidenses independientes más complejos. La mejor ilustración de lo compleja que es la película de Soderbergh Magic Mike (2012), protagonizada por Channing Tatum, en la que las propias experiencias de Tatum como stripper y el trabajo sexual de los hombres de clase baja eran sorprendentemente tragicómicas. La película tuvo tanto éxito que en 2015 le siguió la deslucida Magic Mike XXL, con Soderbergh detrás de la cámara y en la sala de montaje, pero Gregory Jacobs como director. Sin embargo, la exigua historia aún dio suficiente dinero como para que ahora, más de diez años después de la primera parte se atrevan con una última entrega que, como todas las anteriores, fue escrita por Reid Carolin y dirigida de nuevo por Soderbergh.

El resultado es aceptable, sobre todo al principio, pues Soderbergh y Carolin retratan a Mike, encarnado como siempre por Channing Tatum, como una víctima de la crisis de la pandemia. Como camarero temporal desilusionado, tiene que ganarse la vida en las fiestas de los ricos; no tiene pareja ni siquiera familia, así que parece estar donde ya estaba en 2012: en un precipicio social aún más precario porque Mike se ha hecho mayor y tampoco quiere seguir trabajando como stripper y ´juguete sexual`. Pero luego, claro, todo resulta de otra manera y nos encontramos en la buena compañía de un social cuento de hadas.

En Magic Mikes Last Dance</span></i><span style="font-weight: 400;">, Mike también tiene suerte. Conoce a la millonaria esposa separada Maxandra Mendoza (Salma Hayek Pinault), que le arranca un último baile y entonces está tan ´fuera de terapia que quiere cambiar su vida y la de Mike al mismo tiempo y lo seduce sin más hasta Londres, donde Mike va a trabajar como director en uno de los legendarios teatros del West End -que ella, por supuesto, posee- para crear un espectáculo que supuestamente producirá una catarsis similar, más allá de la moral habitual del West End, a la que ella misma experimentó con Mike.

Soderbergh no se molesta en pulir especialmente bien este viaje a Inglaterra. Los estereotipos turísticos de Londres se sirven alegremente, casi con obcecación, y el hecho de que la riqueza también puede ser sexy y creativa se lanza de forma gratuita. No vemos nada del colapso de la economía desde el Brexit y sus efectos en la sociedad británica; como en un cuento de hadas, todo gira en torno a la princesa rica que quiere casarse con el hijo del molinero, a pesar de todas las profecías agoreras.

Salvo por la escena inicial y una videollamada con sus amigos de los viejos tiempos, no llegamos a saber nada de las profundidades de Mike. Esto es tanto más lamentable cuanto que desde la primera Magic Mike ha habido exploraciones cinematográficas mucho más sofisticadas y emocionantes que han retratado la vida de los trabajadores del sexo masculino con un humor sutil y una fuerza anárquica y descarnada, en las que Soderbergh podría haberse inspirado. Pienso especialmente en Red Rocket, de Sean Baker, que se estrenó el año pasado y cuyo gran protagonista, Simon Rex, al igual que Channing Tatum, también había adquirido una experiencia relevante antes de emigrar al segmento de cine de clase media culta.

Pero la película de Soderbergh no está del todo equivocada, por supuesto, porque con su brillante coreografía y sus bailarines realmente geniales, a las mujeres antes inhibidas se les permite por fin empoderarse aquí y también poner fin a la arrogancia intelectual, al menos mientras tengan más de 16 años. Para todos los demás, sorprendentemente, se llama: mira hacia otro lado. Probablemente esto no sea ni siquiera una broma, pero no importa, porque el canto del cisne de Soderbergh a la vida de Mike es también un regreso a los viejos tiempos, ya que con esta película de strippers masculinos Soderbergh vuelve al país donde todo empezó con The Full Monty (1997) de Peter Cattaneo: con hombres bailando y desnudos que simplemente querían escapar de su miseria social, en una Inglaterra que era tan miserable entonces como lo es hoy.

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.