Críticas de Cine y Artículos

Las películas de mi cuarentena (VI). Documentales

Escrito por Marivi Aguado

“La realidad no sólo es apasionante, es casi incontable”. Rodolfo Walsh, periodista y escritor argentino

Llamadme ingenua, pero voy de sorpresa en sorpresa; en esta entrada voy a hablar de algunos de los documentales que he podido ver en esta cuarentena. Este género no es uno que yo frecuente mucho, suelo ver los que están relacionados con asuntos que me interesan y/o me inquietan, pero no estoy segura de haberlos considerado cine. Un error que asumo. Por suerte en esta cuarentena la plataforma Filmin está acogiendo algunos de los festivales que no se han podido celebrar  y, entre ellos, el Docs Festival Barcelona entre los días 19 al 31 de mayo. Así que voy a recomendar algunos por si podéis verlos.

Forman vs Forman (Jakub Hejna, Helena Trestikova 2018, República Checa); de entrada digo que es el documental que más he disfrutado. Un repaso a la vida del director de cine Milos Forman a quien todas las personas que amamos el cine conocemos. Me gusta que está realizado a partes iguales con cabeza y corazón, narrando su dolorosa orfandad, la primera vez que fue al cine con 6 años, porqué se matriculó en la escuela de  cine, su paso por la cárcel, que le deja amistades para toda la vida. Entusiasma oírlo hablar de cómo era hacer cine en la Checoslovaquia del telón de acero, del salto a Hollywood, del exilio, de la vuelta a su país, de como estuvo años sin ver a sus hijos hasta que fue candidato al Oscar y les dieron autorización para acompañarlo, de como el cine no debe educar y si mostrar (algo que también dice Rubén Peralta, Cocalecas. Esto y muchas cosas más podréis encontrar narradas en el documental; una vez terminas de verlo, quieres volver a ver muchas de sus películas, a mí sobre todo me dieron ganas de volver a ver Ragtime, una de mis favoritas. Como dice Forman, no le gusta hablar de si mismo, son sus historias las que hablan por él.

Advocate (Rachel Leah Jones, Philippe Bellaiche 2019, Israel); la historia de la abogada israelí Lea Tsemel que durante 50 años ha representado a presos palestinos en Israel. Esta mujer es todo lo que está bien en la vida, un espejo en el que mirarse. El documental no se anda con contemplaciones al describir las situaciones de algunos de los casos de asesinato y abuso del ejército y la policía de Israel contra palestinos, niños de 12 años, jóvenes, adultos, mujeres que han intentado suicidarse, todo lo que los distintos gobiernos israelíes consideran un ataque a una soberanía, ella, con unos principios inviolables lo considera defensa propia frente a la ocupación de gran parte de lo que las Naciones Unidas definieron como Palestina en 1947. Hay espacio para la vida familiar, conoció a su esposo en una manifestación, pasó un tiempo en la cárcel por no querer abandonarla y tanto él como sus hijos la apoyan y admiran su valor, su ausencia de miedo y su arraigado sentido de la justicia. Lea Tsemel dice en un momento “para asustar hay que usar un cuchillo grande, para matar hay otras cosas”, claro que para entender y justificar esto, hay que ver el documental. Yo diría que es imprescindible hacerlo. Mis respetos. 

Overseas (Sung-a Yoon 2019, Bélgica); un doloroso retrato de cómo, en un centro de reclutamiento, entrenan a las mujeres filipinas que luego van a trabajar a países de Oriente Medio y alguna, con mucha suerte, a Singapur. Todo lo que podamos leer de la injusticia que supone trabajar en casas de familias acomodadas de esta zona del mundo,  se queda corto ante los relatos que en este documental podemos ver. Abusos sexuales, abusos laborales, retirada de pasaporte, salarios precarios, abusos físicos y mucho más, frente al dolor de abandonar a sus hijos por años en su país de origen, la traición de los familiares gastando el dinero que envían, la imposibilidad de ir al médico, de tener un descanso, de disfrutar de vacaciones, todo les es negado. La directora, que también es actriz, maneja con mucha precisión el lenguaje corporal de estas mujeres, lo que nos lleva a entenderlas perfectamente aunque no hablen, impactando mucho la profunda tristeza que habita en los ojos de todas ellas.

El gran viaje al país pequeño (Mariana Viñoles 2019, Uruguay); dos familias que salen de Siria como refugiados gracias a un acuerdo con el gobierno de Uruguay. Lo que empieza siendo una abierta esperanza a huir de los horrores de la guerra con la solidaridad gubernamental de José Mujica, se convierte en desilusión, tristeza, indignación y enfado al ver que las promesas que les hicieron no se cumplen o no como ellos esperaban; las viviendas a las que van solo va a ser sostenidas económicamente durante dos años, viven en la periferia, no hay oferta de trabajos, apenas aprender español es la única que se cumplen. Luego todo va encajando, pero el documental no te deja tomar partido por las familias más allá de los primeros minutos, el seguimiento que la cámara les hace, deja ver también las grietas en las actitudes de las personas acogidas, siempre agarradas a la tecnología móvil para poder mantener el contacto con quienes quedaron atrapados en Siria, que sigue en guerra. Contrasta la facilidad de adaptación de las mujeres a un país moderno como Uruguay, frente a la resistencia de los hombres que tienen una actitud machista para todos los ámbitos en los que habitan. Termina bien y por eso merece la pena verlo.

Vivos (Ai Weiwei 2020, Alemania); una versión muy personal del artista chino sobre la desaparición y muerte a manos del estado mexicano de los 43 estudiantes de la escuela de maestros rurales en Ayotzinapa, en el estado de Guerrero en México. El documental no cuenta nada que no sepamos por los medios de comunicación, no por eso deja de ser estremecedor ver a sus padres, hermanos, tíos y amigos, años después seguir reclamando justicia y verdad, y sus cuerpos, para poder darles un entierro digno. Personas que de pronto se  hicieron viejas por el dolor, que viven sumida en una pobreza más honda porque tener un hijo maestro era su única esperanza para una vida mejor. Enternece y sobrecoge las lágrimas en los rostros de esas mujeres y esos hombres de piel curtida de trabajar de sol a sol, que dejan ver a personas rotas por dentro. Lo que me molesta del documental, y lo hace todo el tiempo, es la sensación de que el director, Ai Weiwei, busca el lucimiento personal en lugar de ponerse al servicio de la causa, como en sus otros documentales, supongo que para algo es una estrella. En todo caso, si nos despojamos de los prejuicios, Vivos merece toda nuestra atención, para no olvidar.

Letter from Masanjia (Leon Lee 2018 Canadá); relata la famosa historia de un preso político chino que logró hacer llegar un mensaje pidiendo ayuda, desde la cárcel de Masanjia,  mediante unos complementos para la fiesta de Halloween que allí fabricaban y que una familia norteamericana encontró. Este documental combina las imágenes reales con imágenes ilustradas y la presencia constante del autor de la carta, Fu Ning, pretende ser un alegato a favor de los derechos humanos de tantas personas que están detenidas en China por motivos religiosos y es indudable que existen torturas y comportamientos aberrantes, presiones a los entornos familiares, castigos laborales, persecuciones fuera de la cárcel y, finalmente, exilios exteriores e interiores. Aunque es conmovedor, desde mi punto de vista apunta un tanto al maniqueísmo, representado en el viaje de la mujer para encontrarse con el protagonista;  una vez pasado el dolor que una primera visión causa, he echado de menos un análisis más riguroso de tan espantosa situación que persiste en ese país. Es bueno verlo para tener perspectiva.

Me he quedado con las ganas de ver también The letter, Rising from the tsunami, Zona árida, La nova escola y Salka, en la tierra de nadie, espero encontrarlos en otro lugar. Hay que trabajar, vivir y descansar.

He llegado a la conclusión de que el documental también es cine, del bueno además, que nos permite acercarnos a historias reales sin tenerlas que imaginar.

Seguimos, seguid cuidando  y cuidándoos, es lo más importante ahora. Y viendo cine.

 

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Marivi Aguado