Críticas de Cine y Artículos

Las películas de mi cuarentena (II)

Escrito por Marivi Aguado

“Hacer cine es inventar recursos para ver el mundo”, Lucrecia Martel

Y ver el mundo a través de las películas es una de las cosas que podemos hacer en esta cuarentena que sigue, no es poca cosa en tiempos de confinamiento tener la libertad de elegir qué ver en nuestras pantallas. Aquí os cuento algunas de las cosas que he visto estos días y, como dije anteriormente, más me han gustado ver o volver a ver.

Os cuento que estoy intentando ver cine de distintos países para salir a otros mundos. Ahí van.

Las diabólicas (Les diaboliques , H.G. Clouzot , 1955); la historia del director de un colegio, machista, maleducado, grosero que además vive con su esposa y su amante en dicho colegio, ellas se hartan y deciden acabar con él, pero las cosas nunca son lo que parecen. Una de las cosas que me ha llamado la atención en este nuevo visionado, por haber escapado a la censura,  es el hecho de que la actriz brasileña Véra Clouzot, se pasa gran parte del metraje con un precioso camisón blanco cuyas transparencias nos muestran sus pechos todo el rato de manera sutil y elegante; esta actriz no tuvo mucha suerte en su carrera y era una mujer bellísima. Y, por supuesto, Simone SIgnoret, qué talento, qué clase, qué belleza ajena a lo que se espera de la época; cómo me ha gustado volver a ver esta película en blanco y negro, la he disfrutado mucho más.

El hombre tranquilo ( The quiet man, John Ford, 1952); vemos aquí como un boxeador retirado (John Wayne) vuelve a su país natal para recuperar una granja, olvidar el pasado de las peleas, su rápido enamoramiento de la mujer más temperamental del pueblo (Maureen O´Hara) y la compra de tierras, hará que no sea fácil la vuelta a los orígenes. Es raro ver a John Wayne sin pistolas y hay quien piensa que esta película es machista; no podemos medir con parámetros de hoy lo que se rodó hace más de medio siglo. A mí no me parece que lo sea, Maureen O´Hara es todo lo que está bien en esta película y en la vida, la rebeldía, el marcar su territorio, el poner sus condiciones, su personalidad, todo.

Una gran mujer  (Dylda, Kantemir Balagov, 2019); dos amigas en Leningrado, una vez finalizada la segunda guerra mundial tratando de reconstruirse como personas al mismo tiempo que quieren ayudar a reconstruir la ciudad, pero cada una de ellas lleva encima un largo y doloroso equipaje y además, en algunos momentos no parecen querer lo mismo, en otros parecen haber perdido la cabeza. Es una historia dura, puedes sentir el dolor en muchos momentos y volver a tener la certeza de que las guerras, casi siempre hechas por hombres, son una mierda. Las actrices están magníficas en  esta historia que apareció en mi catálogo de Filmin sin buscarla, de hecho no sabía de su existencia a pesar de haber sido premiada a la mejor dirección en Un certain regard en Cannes; 28 años tiene el director y es su segunda película, hay que seguirle la pista.

La gunguna (Ernesto Alemany, 2015); una tragicomedia con un humor negro  que no te deja parpadear durante los noventa minutos que dura, podría ser la historia de una pistola muy especial, pero  lo que cuenta es cómo se convierte en objeto de deseo de algunos de los protagonistas de la historia, cada cual más pintoresco, más bizarro, más hortera en sus respectivos oficios de prestamista, gánster, jefa de billar, chica de compañía, traficantes, jugadores de billar, en definitiva un cóctel explosivo que hace que no te aburras. El cine dominicano, poblado de talento en todos los campos que abarca, es un soplo de aire fresco en la cinematografía latinoamericana. Si te gusta la novela negra, es tu película para estos días.

Asamblea  (Alex Montoya, 2018); más que una película yo diría que es un retrato de lo que ocurre en los últimos tiempos en muchos lugares cuando el hastío y el enfado hace presa a la ciudadanía con respecto a sus gobernantes, que nos constituimos en asambleas para cometer los errores, en cuanto a discurso y actitud, que ya cometen quienes nos gobiernan, tener la última palabra y tener razón.  Es el retrato de un grupo en España, podría ser el del cualquier lugar, un espejo en el que mirarse y ¿por qué no? en el que reírse, porque sonreír es lo que yo hice mientras lo veía.

No quiero dormir sola (Natalia Beristain, 2012); no sé si esta cuarentena, en la que hay tantas personas mayores fallecidas, ingresadas en hospitales y solas en las residencias de mayores o en sus casas,  es el mejor momento para ver esta película. En ella una abuela, actriz retirada, abandonada por sí misma  y alcohólica solo encuentra ayuda en su nieta que está sin trabajo, sin poder dormir y con un hombre que no la llena. Lo que empieza siendo una obligación acaba siendo devoción y complicidad, un aprendizaje para los últimos años de vida de la abuela. El triste el relato de soledad de una persona mayor, ignorada por su hijo y como el cuidado y la paciencia de su nieta termina salvándose a ambas. Esta película ganó el premio a mejor largometraje mexicano en el Festival de Morelia de 2012 y no me sorprende, es una pequeña joya y el talento de su directora, actriz y guionista merece un futuro en el cine y no debemos perderla de vista.

Próxima (Alice Winocour, 2019); una mujer astronauta, Sarah, es elegida por la Agencia Espacial Europea para formar parte de la tripulación de  una importante misión en el espacio de larga duración; es una mujer separada y tiene una hija, Stella, de 7 años que vive con ella, cuando empieza la preparación con el resto de compañeros deja a la niña con su padre y empiezan los desencuentros entre madre e hija, haciendo la etapa de entrenamiento muy difícil emocionalmente sintiendo a menudo la tentación de abandonar. Lo mejor de esta película es sin duda la actuación de Eva Green, que lleva el peso de la historia y en su rostro están todas las emociones que vive; también que pone sobre la mesa el debate de lo difícil que es ser mujer y querer cumplir tus sueños profesionales, debate que no se da entre los hombres como demuestra todo el metraje la actitud condescendiente del personaje interpretado por Matt Dillon.

The Rider (Chloé Zhao, 2017); un joven que es una estrella del rodeo en los Estados Unidos tiene un accidente a causa del que le tienen que poner una placa en la cabeza y eso lo incapacita para volver a competir. Cuando vuelve a su casa a recuperarse es consciente de que no sabe hacer otra cosa, que la situación económica de su familia no es muy buena y que sus amigos, salvo uno, siguen con su vida, aunque en ningún momento lo abandonan; así que dedica su tiempo a recuperarse, a cuidar de su amigo del alma, que está en silla de ruedas también por un accidente y decidir qué hacer, es ese mundo afectivo en su pueblo el que le sirve de sostén vital y moral. Esta historia se me ha quedado en el corazón, todo en ella rezuma verdad y naturalidad y me alegro mucho de haberla visto. En realidad los personajes de la historia son ellos mismos en la vida real, no hay actores ni actrices y el impresionante paisaje es otro protagonista, lo que ha resultado ser un acierto de la directora. 

Os quiero dejar un artículo que he leído y que me ha gustado mucho justo cuando se cumplen 40 años sin Alfred Hitchcock https://www.revistavanityfair.es/cultura/articulos/helen-scott-la-espia-que-medio-entre-hitchcock-y-truffaut/44674

Espero volver a encontraros por aquí en unos días con más películas, aunque sea por última vez, eso significa que la cuarentena ha finalizado y todo va mucho mejor. Cuidad y cuidaos.

Acerca del Autor

Marivi Aguado