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Critica a «The Sisters Brothers» (2018) de Jacques Audiard

Charlie (Joaquin Phoenix) y Eli Sisters (J.C. Reilly) evolucionan en un mundo salvaje y hostil en donde siempre tienen sangre en sus manos, en la mayoría de los casos de delincuentes. El mayor, Eli, tiene una buena reputación, cosa que Charlie no tiene. También es más meditativo y pretende, en un futuro no muy lejano, abandonar esta vida agotadora como asesino a sueldo. Fueron instruidos por el Comodoro (Rutger Hauer) para encontrar un buscador de oro, el químico Hermann Warm Kermit (Riz Ahmed), quien habría desarrollado una técnica infalible para encontrar sin esfuerzo el precioso mineral en los cursos de agua de California. Para ayudarlos se contrata a un investigador privado, John Morris (Jake Gyllenhaal), quien también está a cargo de encontrarlo y hacerse amigo sin levantar sospechas, a la espera de que los hermanos los alcancen, para pasar la información y la fórmula mágica a su líder.

Tomando prestados todos los códigos del western, Jacques Audiard admite no ser un gran especialista del género. Se inspira en película más neo-westerns como Little Big Man o Missouri Brakes (Arthur Penn). De hecho, esta es la primera película en inglés para el director francés, la cual está llena de estrellas estadounidenses, pero también marca la primera colaboración con el director de fotografía belga Benoit Debie (Irreversible, Enter the Void). Ya en el papel, las premisas de esta adaptación a la gran pantalla de la novela histórica de Patrick deWitt fueron suficientes para despertar la curiosidad y grandes expectativas.

Siendo occidentales, uno podría imaginar personajes silenciosos, atormentados por el peso de la violencia que de alguna manera estarán obligados a sobrevivir diariamente en esas tierras salvajes. Pero no. The Sisters Brothers hablan mucho, discuten sus metas, su pasado y, de hecho, la visión opuesta de su existencia. En el otro extremo del camino está el dúo formado por Morris y Kermit, quienes contaminan la historia de las utopías socialistas de la época.

La historia está centrada al principio en una relación fraterna con ternura y dificultad relativas, que luego evoluciona hacia una alternativa de vida inesperada para los personajes que nunca han conocido nada más que violencia, transmitida por su padre desde que eran niños. Es en este surco polvoriento que Jacques Audiard retrata descuidadamente su visión de América (antigua y moderna), habitado por niños que siempre piensan en la mañana de Navidad y que toman lo que quieren porque pueden, sin preocuparse por las consecuencias.

La misión es un pretexto para que los protagonistas evolucionen. Cada uno de ellos tendrá que cuestionar sus ideas, sus pensamientos, su sensibilidad. Es un camino progresivo, pero comienza desde el primer minuto del filme. En cierto punto, los cuatro se encuentran inevitablemente, y es allí donde estalla la agitación definitiva de sus existencias. Cualquiera que espere algo de los hermanos Coen o Quentin Tarantino podría estar decepcionado. Claro, no faltan los tiroteos y las peleas, así como una cierta cantidad de humor y especialmente cinismo.

Audiard (Rust and Bone, Dheepan), sin embargo, aumenta la tensión y el impulso de descubrir lo que sucederá, antes de devolver al público un plato diferente que reserva con mucha picardía. No se trata de giros en sentido estricto, sino de una estructura narrativa perfectamente diseñada. Incluso la descripción y el uso de los paisajes que se cruzan, entre extensiones, llanuras y montañas, es funcional para el estado de ánimo de sus personajes.

Kermit (Ahmed) es fundamental, ya que pretende convencer a Morris del valor absoluto del concepto de compartir, de una sociedad libre de brutalidad, donde no es necesario matar. Sin embargo, él también necesita oro para poder realizar su sueño. Entonces, para encontrarlo más rápido, y más eficazmente que picos y represas, crea un doloroso discurso del concepto de productividad inculcado por el capitalismo que siempre ha caracterizado a los Estados Unidos. Detrás de estas pequeñas historias íntimas, hay una visión, vista por un europeo de una América pasada y presente.

Sin embargo, junto con este muy buen resultado, Jacques Audiard no se renueva. Desde Un Prophet, el cineasta permanece confinado en este estudio de la violencia, que se materializa a través del realismo extremo. El engranaje de esta barbarie se refleja en escenas crudas. La cuestión de la redención, una vez más, parece gobernar las elecciones artísticas del director, quien se siente atraído por una continuidad en las reflexiones de estos personajes. The Sisters Brothers carece de sorpresa, donde la apetencia de la puesta en escena es ambiciosa y efectiva.

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.