Reseña a la película dominicana "La Fiera y la Fiesta" dirigida por Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas y protagonizada por Geraldine Chaplin y Udo Kier.
La figura de Jean Louis Jorge es relativamente desconocida dentro de la industria latinoamericana, y ni mencionar dentro de la nueva industria del cine dominicano. Jorge, quien muere asesinado en el año 2000 y abiertamente homosexual, no solo sufrió de una muerte biológica, si no también moral.
Jean Louis, dirigió tres largometrajes: “La Serpiente de la Luna Pirata” (1973) protagonizada por una joven Sylvia Morales (futura directora), como una mujer que trabaja en un club nocturno mientras pierde el control de la realidad; “Melodrama” (1976) basada en los romances en pantalla de Rudolph Valentino y Pola Negri; y “When a Love Story Ends” inspirada en una historia real sobre una mujer acusada de infidelidad y abandono infantil. En todas, existe un estilo experimental algo adelantado a su época.
Partiendo de este artista es que Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas, el dúo de directores dominicanos con más trascendencia (aunque Cárdenas es de origen mexicano), crean un universo en el cual la nostalgia acerca del fenecido cineasta sería la inspiración.
El filme que navega entre lo absurdo y la añoranza, da inicio a un viaje de locura cuando conocemos a Vera (Geraldine Chaplin) cuando llega al Caribe, para hacerse cargo de una película incompleta de Jean Louis. Las memorias presentes por fotografías y secuencias de sus emblemáticas y desconocidas películas decoran una ficción que combina el baile y los vampiros en una oda a la melancolía, buscando la forma más poética de resucitar la memoria del cineasta olvidado.
Vera, que, si es un personaje muy parecido al fenecido director, siempre viste con un glamoroso atuendo y una constante ansiedad de fumar su cigarrillo electrónico, causaría problemas desde la primera reunión con miras a la producción de la película. Vera no está conforme con nada, todo lo que se ha hecho en la pre-producción ante sus ojos, es un mero desastre. Y es entonces cuando decide recluirse en un lujoso hotel, dividiendo su tiempo entre constantes fiestas y presionando a su productor.
Le Palace es el nombre del guión firmado por Jorge, donde cuenta la historia de vampiros y estrellas de cine, algo muy parecido al estilo creativo del director dominicano. Y resultaría ser el guión a filmar bajo la tutela del personaje de Chaplin.
La Fiera y la Fiesta es un filme provocador y confuso, que encuentra genialidad en la elección de su elenco. Geraldine Chaplin como Vera, maneja su cuerpo con demasiada expresividad y se siente algo exagerada y sobreactuada. Encuentra motivos en muchas secuencias para lucir enfocada e inspirada a la vez, mayormente cuando expresa sus ideas y deseos. Udo Kier apenas tiene participación, pero utiliza su habitual ironía y rostro frío para sacar provecho a sus minutos en pantalla.
Sin dudas que lo mejor del filme es la manera en que Laura Amelia e Israel crean una atmósfera caribeña a partir de imágenes e iluminación (Cárdenas hizo la cinematografía). La magnífica producción de diseño, junto con las divertidas opciones musicales de Leandro de Loredo, las fotos en blanco y negro y los insertos de las películas de Jorge, hacen que el filme llegue a un resultado aceptable.
Metacinema significa literalmente películas sobre el cine, historias que narran conscientemente filmes y su realización y visionado. Estas historias auto-reflexivas y de múltiples capas, pueden ser sobre un escritor que intenta escribir un guión, un cineasta que intenta hacer una película, un espectador que intenta ver una película, o incluso un personaje que reconoce que es un personaje dentro de una película. El metacinema a menudo difumina las líneas entre la ficción y la realidad y, en última instancia, plantea preguntas sobre la escritura, el espectador y el cine en general.
La Fiera y la Fiesta navega entre la reflexión y el resultado de que se da sí misma las respuestas, sus personajes viajan entre sus demonios mientras crean una producción cinematográfica. Los pocos presupuestos y una ambición de epopeya en el rodaje, los accidentes, el conflicto de la libre creación y la constante inconformidad del equipo productor formarían la piedra angular de este singular filme. Pero, sobre todo, la historia se centra en Vera y sus dudas, sus respuestas, y su inspiración, Jean Louis. Rodar su película puede rescatar no sólo a su amigo del olvido, sino también ser, a través de su asociación con él, su puerta de entrada a la inmortalidad. El deseo real de todos los artistas.
