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Crítica de «De lo Mío» (2019) de Diana Peralta

Las hermanas Carolina (Darlene Demorizi) y Rita (Sasha Merci), nacidas en Estados Unidos, pero con raíces dominicanas, vuelan a la ciudad de Santiago de los Caballeros, República Dominicana, para reunirse con su hermanastro Dante (Héctor Aníbal), quien les había prometido irlas a buscar a una parada de autobús.

Al no llegar Dante, ellas tienen que improvisar y montarse en un “motoconcho” para llegar a su destino. Esto origina el primer roce entre los hermanos, máxime porque la visita de ellas al país en esta ocasión es para resolver un problema con el patrimonio de su familia paterna. El padre de los tres siendo aún muy joven, había abandonado a Dante y a su madre para buscar trabajo en Estados Unidos, donde formó una segunda familia olvidándose de la primera. 

Dante y sus hermanas ya se conocían y habían estado  juntos por períodos cortos de tiempo, ya que las dos mujeres esporádicamente visitan República Dominicana durante sus vacaciones, lo cual es costumbre entre familiares dominicanos que viven en el exterior. Sus vistas al país le habían permitido alguna interacción con la cultura del área y su familia, en este caso Dante. 

Este sentimiento entre hermanos es muy bien explicado en los primeros minutos del film, no obstante los diálogos mínimos. La directora Peralta, en esta parte se enfoca en recrear situaciones que la cultura dominicana ofrece. Montar en motocicleta, subir al techo y trepar un árbol, son tan solo unos pocos ejemplos de las actividades cotidianas que nos muestra para darnos una idea de la atmósfera local. 

Hay pocas experiencias más traumáticas que el tener que dividir bienes entre familiares, y más aún cuando no hay una relación cercana entre  estos. Usualmente estas situaciones se resuelven con la mediación de abogados y casi siempre implican litigios y disputas personales. El reparto de una herencia generalmente es terreno fértil para un drama y este caso no es una excepción. Sin embargo, llegado el momento, el film no nos inspira temor  sino más bien curiosidad por saber cómo estos tres hermanos resolverán sus conflictos. 

La directora Peralta enfoca su cámara y guión a establecer sutilmente quiénes son los personajes, sus dinámicas y su pasado. Dante es de temperamento agresivo y melancólico mientras que las chicas son divertidas; a ellas les gusta salir a divertirse y hacer chistes. 

Parte importante de la narrativa es ver cómo estas personalidades tan opuestas interactúan entre sí. Todo se siente orgánico y familiar. Más que por sus diálogos, la película tiene más impacto por sus poderosas imágenes. 

En una de las secuencias, que es una de mis favoritas, las hermanas sugieren intentar preservar la casa de alguna manera. Su hermano inmediatamente descarta esta idea y se burla de su ingenuidad. Ambas han perdido el contacto con la realidad de un país diferente al que viven, como lo demuestra su sugerencia. Para mantener la propiedad se requiere invertir mucho dinero, cosa que Dante no puede afrontar. 

No obstante, la propuesta de las hermanas nace de un sentimiento muy profundo. Ellas sienten una conexión que no pueden explicar con el país y con esa vivienda, la cual perciben como su hogar. Las hermanas  temen que de realizarse la venta, o si desapareciera la casa, podría ocurrir una ruptura permanente de su vínculo con República Dominicana. Ese es probablemente el temor de la mayoría de los latinos que viven en otros países diferentes al suyo, el olvidarse de sus raíces por adoptar otra cultura y un estilo de vida más pretencioso. 

La fabulosa secuencia fotográfica de apertura de la casa en cuestión, dirigida por Tim Curtin (director también del film A Ciambra) nos sitúa en la sala, que en un principio apenas podemos ver porque la iluminación es tenue. Los pocos rayos de sol que entran a través de las ventanas, nos permiten vislumbrar poco a poco la decoración y una inmensa cantidad de libros que nos deja asombrados. Paulatinamente vamos descubriendo lo impresionante que es esta casa. 

El eje central del film es la historia de descubrimientos y relación entre hermanos.  Cuando se rompen varias barreras, en una fabulosa secuencia de confrontación, es cuando descubrimos los verdaderos sentimientos escondidos, y una gran verdad es revelada. Peralta, quien también firma el guión, recrea con pocas palabras, el mejor ejemplo de lo que es ser dominicano. 

Merci, Demorizi y Aníbal dan actuaciones tan sólidas y convincentes que sus personajes se sienten como antiguos conocidos nuestros. De una forma natural, convincente y sobre todo fiel a la cultura, recrean personajes que adoramos a los pocos segundos de conocer. El sentimiento nostálgico de Dante es latente, y no solo por su dañada relación paternal, sino porque él es padre y no puede serlo tal y como quiere. Tiene miedo de parecerse a su progenitor. 

El final de De Lo Mío es muy abrupto pero consideramos que tal vez fue concebido así a propósito por la directora Peralta. 

Los hermanos casi siempre resuelven las cosas a su manera, el dolor es el mismo, la sangre es la misma, el concepto de hogar no siempre es el mismo para todos, pero la familia no es decisión, es aceptación.

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.