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Critica a «Get Out» (2017) de Jordan Peele

Mientras algunos exploran los códigos conocidos del género de terror, "Get Out" ofrece una visión aterradora de la tensión racial, por desgracia, aún presente en los Estados Unidos. Jugando con el incómodo sentimiento que puede ocurrir durante una primera reunión con los suegros, el director pone de relieve diversas formas de esclavitud.

La elección de presentar un héroe afroamericano (que es bastante raro en el género) cuestiona la percepción y el discurso relacionado con el racismo. Porque si la familia parece agradable al principio, el discurso es diferente.

La puesta en escena del debutante Jordan Peele evoca por momentos el sigilo y elocuencia de Hitchcock y Polanski. Con una propuesta respetable, Get Out presenta el racismo cotidiano, extendiéndola hacia los afroamericanos en una Norteamérica nostálgica, que se revuelca en el sueño profundo de ser igualitaria y sin juicios morales. El lugar donde se desarrolla esta historia: una especie de pequeño museo de los horrores, donde la burla no tiene límites.

Con claras referencias a “The Stepford Wives” y “The Skeleton Key”, en particular porque tiene muchas críticas sociales dentro de sus horribles maquinaciones de ciencia ficción y sobre la segunda por los motivos y algunas similitudes en su trama. Pero “Get Out” saca la cara y no habla solamente racismo. Curiosamente, la historia -específicamente sus personajes- se ocupa del racismo liberal, el tipo de cosas que no siempre son manifiestamente evidentes para quienes tienen creencias liberales y pasan el día creyendo que no son racistas. La sensación soez de este racismo se construye, como Peele la crea, llevándonos dentro de la familia blanca y opulenta de Rose Armitage (Allison Williams), quien presenta su novio afroamericano Chris (Daniel Kaluuya). El terror no es terror al principio. Comienza siendo cómico: el padre de Rose, Dean (Bradley Whitford), adula a Barack Obama, preocupándose que tener un ayudante y una ama de llaves afroamericanos refleja mal en él como un autoproclamado liberal, y su madre Missy (Catherine Keener) con su hipnotismo presionando ayudar a Chris con su hábito de fumar.

Sin embargo, una vez que la fachada se va desvaneciendo, "Get Out" desciende hacia un terror total. Todo se basa en la narración, desarrollo de personajes y suspenso. Hay un momento en que el pobre Chris se da cuenta de lo que está exactamente en marcha, incluyendo la profundidad a la que él se encuentra, (y muchos de la audiencia) y su reacción es prácticamente indescriptible.

Una de las mejores escenas que he visto en mucho tiempo es cuando Chris está conversando con la ama de llaves de los padres de su novia, Georgina (una fantástica Betty Gabriel). Chris confiesa que se pone nervioso cuando se le acerca un montón de gente blanca a preguntarle cosas, a lo que Georgina responde avanzando hacia él con una descarga de "no, no, no" unas cuantas lágrimas y una sonrisa tan amplia que parece que su cara va dividirse en dos. Algo ha ocurrido, Chris lo sabe, la audiencia lo sabe, es simplemente aterrador.

Pero Chris no está solo en su odisea, ya que si bien todos los sujetos de su propia raza con los que se encuentra en este entorno son demasiado raros para que pueda relacionarse con ellos, se mantiene permanentemente en contacto telefónico con su mejor amigo Rod (Lil Rel Howery), un simpático guardia de seguridad que, además de convertirse en su mejor consejero, posee toda la gracia y el carisma de una persona de barrio.

En la sala, el público aplaudió con el desarrollo final, y con razón. Las reacciones son totalmente justificadas para una película de este tipo, por su enfoque con sentido intransigente, una presentación de la dictadura de la raza caucásica, donde el director hábilmente reconstruye los códigos de la puesta en escena ofreciendo algo innovador en el cine mainstream de autor. Aunque con algunos toques de previsibilidad, “Get Out” es una propuesta interesante en un cine que parece repetirse una vez y otra vez.

Get Out Official Trailer from Regal Cinemas on Vimeo.

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.