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10 trabajos que llevaron al nacimiento de Studio Ghibli

Un 15 de junio de 1985, hace treinta y un años, nacía el Studio Ghibli, casa de animación ideada por Hayao Miyazaki, Isao Takahata y Toshio SuzukiGhibli, vocablo proveniente del dialecto árabe-libio que designa al viento sahariano del Siroco, fue la palabra que escogió Miyazaki por su doble significado. Primero, por ser el seudónimo que denominaba un avión italiano de reconocimiento, utilizado en la Segunda Guerra Mundial; y segundo, por ser el nombre de esa ventisca caliente y huracanada, plagada de polvo, que cruza el mediterráneo. El realizador, amante cautivo de la aeronáutica, vislumbró en aquel vocablo la representación de su discurso: la fuerza que remecería el estado de las cosas desde ese entonces.

Miyazaki, Suzuki y Takahata cambiaron la historia de la animación cuando fundaron Studio Ghibli en 1985. Imagen: El Vortex

Miyazaki, Suzuki y Takahata cambiaron la historia de la animación cuando fundaron Studio Ghibli en 1985. Imagen: El Vortex

La industria del anime de los años ochenta crecía a un ritmo trepidante, y esto se traducía en periodos relativamente cortos de producción. No había tiempo para grandes proyectos cinematográficos que involucraran un diseño de arte de vanguardia o guiones ambiciosos. La norma de trabajo era la animación limitada, la cual buscaba abaratar los costos y los tiempos de realización mediante el empleo de fondos inmóviles y personajes de diseño sencillo y motricidad mínima.

Pero Miyazaki, Suzuki y Takahata estaban en contra de todo lo que esto significaba para la animación. Su ambición era la de crear historias complejas, originales y arriesgadas, donde ellos tuvieran control total sobre cada uno de los aspectos de producción. Es por eso que, para todas sus películas, se encargarían no solo de la dirección, sino de la concepción del tratamiento, la redacción del guion e incluso (en el caso de Miyazaki) la elaboración de los guiones gráficos. Los resultados los conocemos todos: una serie de obras maestras de la animación, clásicos contemporáneos del cine.

Sin embargo, este listado no hará un recuento de las cintas del Studio Ghibli, sino de las que se concibieron antes. Algunas funcionan como un muestrario de lo que vendría después, mientras que otras inciden sobre el gran talento que tienen Miyazaki y Takahata como artesanos de la animación y del arte cinematográfico.

“Las Aventuras de Horus: El Príncipe del Sol” de Isao Takahata (1968)

Fue el primer largometraje de Takahata, la historia de un niño que posee una espada mítica con la que enfrenta al mago que arrasó con su familia, aunque los pobladores no confían mucho en él. Se siente la influencia de la animación rusa, en especial de las obras de Yuri Norstein y Lev Atamanov (su cinta de 1957, “La Reina de las Nieves”, es una referencia clara para este trabajo). Miyazaki colaboraría con parte del diseño de escenarios y personajes. La película fue un emprendimiento técnico de gran envergadura y rigor. Su argumento de aristas múltiples, la construcción de los personajes y sus escenarios, hacen sencillo el rastrear los detalles que caracterizarían la obra posterior de ambos realizadores.

“Panda Kopanda”, más conocido por su nomenclatura occidental “Panda! Go Panda!”, de Isao Takahata (1972)

Con guión de Miyazaki, este film corto (y su secuela “Panda Kopanda y el Circo Día-lluvioso”), prefigura lo que luego sería “Mi Vecino Totoro” en algunos aspectos. El personaje del Panda comparte muchas características (¡con sonrisa incluída!) con el personaje que pasaría a convertirse en el símbolo oficial del Studio Ghibli. Takahata y Miyazaki habían planeado adaptar “Pippi Calzaslargas”, la serie de libros infantiles de Astrid Lindgren, en el año 1971. Lamentablemente, la autora sueca no quiso cederles los derechos a los realizadores. Miyazaki, entonces, decidió utilizar sus bosquejos originales de Pippi para el diseño de Mimiko, la protagonista del film.

“Heidi, la niña de los Alpes” (1974) y “3000 leguas en busca de Mamá” o “Marco” (1976), nombre con el que se le conoció en Iberoamérica

Ambos series -que todos hemos visto de niños- formaron parte de Nippon Animation, productora japonesa que promovía las adaptaciones de clásicos de la literatura infantil. “Heidi” está basada en la novela homónima de Johanna Spyri. “Marco” usa como fuente el relato “De los Apeninos a los Andes”, incluido en la novela “Corazón”, de Edmundo de Amicis.

Isao Takahata se encargó de la dirección de las series, y en ellas plasma sus primeras influencias cinematográficas: el realismo poético francés (representado por Marcel Carné y Jean Renoir) y el neoralismo italiano (en particular, por las obras de Vittorio de Sica y Roberto Rosellini). Esto se refleja en la atención en el detalle, tanto del diseño de arte y la puesta en escena, como en la representación de la acciones que hacen girar el argumento. Parte del desarrollo consiste en la narración de los eventos cotidianos que involucran a los protagonistas. La preferencia por mostrar las acciones ordinarias aparecería en sus obras posteriores, particularmente en “Recuerdo del Ayer”, de 1991; y en “Mis vecinos, los Yamada” de 1999.

“Conan, el niño del futuro” de Hayao Miyazaki (1978)

El primer trabajo de dirección en solitario de Miyazaki fue en esta serie de televisión de 26 episodios. Se trata de una adaptación libre de la novela “La marea increíble”, de Alexander Key, publicada en 1970. El argumento nos sitúa en un futuro post apocalíptico y presenta a un protagonista prototípico miyazakiano llamado Conan. La serie contiene, como muchas de sus obras posteriores, aquellos alegatos ecologistas a los que el realizador es tan afecto. Sin embargo, la caracterización de sus personajes puede resultar algo estereotípica. Su escritura estaba en proceso de evolución, pero el germen de la creación de esos protagonistas tan valientes como acomplejados (el hechicero Howl, de “El Castillo Ambulante”, por ejemplo) y sus villanos de moral ambigua e ideales justificables (Lady Eboshi, de “La Princesa Mononoke”, es la primera que se me viene a la mente), se encontraban ahí, sin duda alguna.

“El Castillo de Cagliostro” de Hayao Miyazaki (1979)

Parte de la famosa franquicia animada “Lupin III”, con la cual Miyazaki había colaborado previamente. Esta es la historia de un ladrón y su banda que deben rescatar a una princesa de las garras de un conde malvado. Fue su primer largometraje y, aunque se trata de una producción por encargo, la mano del realizador está presente en todos los aspectos de la cinta, desde el diseño de los personajes hasta la concepción de los vehículos que habitan la historia. Definitivamente, una maravilla que mezcla el género de aventuras, el slaptick y la comedia de situaciones. La “damisela en peligro”, Clarisse, merece especial atención, ya que se trata de una versión primigenia de lo que sería posteriormente Nausicaa, la protagonista del manga que empezaría en 1982 y que luego llevaría a la pantalla grande.

“Chie, la mimada” (1981) y “Goshu, el violinista” (1982) de Isao Takahata

Ambas son adaptaciones de fuentes impresas. La primera, proveniente de un popular manga japonés, la historia de una niña que quiere conseguirle trabajo a su padre y que se amiste con su madre. La segunda, de un cuento de Kenji Miyazawa, la historia de un violinista que practica su música con la ayuda de animales. “Chie, la mimada” muestra su faceta de agudo observador de lo ordinario (como en “Recuerdos del ayer”, de 1991), mientras que en “Goshu, el violinista”, apuesta por un relato de tónica mágico realista (como en “La guerra de los mapaches de la era Pom Poko” de 1994).

“Nausicaä del Valle del Viento” (1984) de Hayao Miyazaki

Ya en 1984 llegaría “Nausicaa del valle del Viento”, que se realizó antes de la fundación de Ghibli (y a partir de la cual, debido a su gran éxito, empezaría a existir el estudio). Esta es la historia de una guerrera que debe meterse en medio del conflicto entre dos naciones antes de que una acabe con la otra, o que destruyan el mundo en el que viven. Cabe anotar que esta cinta iniciaría la asociación de Miyazaki con el compositor Jo Hisaishi, conocido también por su trabajo con otro maestro del cine nipón, Takeshi Kitano. Su música pasaría a convertirse en la representación concreta del universo miyazakiano. El resto, como bien sabemos, es historia.

Fuente: En Cinta

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.