Reseña a "Los delincuentes" del director Rodrigo Moreno, estrenada en Festival de Cannes 2023.
Las vidas de dos empleados de un banco de Buenos Aires se entrecruzan cuando uno de ellos, Morán (Daniel Elías), roba varios cientos de miles de dólares de la bóveda y convence al otro, Ramón (Esteban Bigliardi), para que esconda el dinero hasta que Morán haya cumplido la pena de prisión. Se trata de un thriller policíaco bastante familiar, pero esta divertida y absorbente película de Rodrigo Moreno da una serie de giros deliciosamente desconcertantes. La película, pausada, elíptica, enigmática pero guiada con mano segura, se preocupa por la dualidad: trabajo frente a ocio, rutina frente a espontaneidad, restricción frente a libertad, familiaridad frente a descubrimiento. Aunque la generosa duración puede parecer un poco excesiva en la última hora, en su mayor parte se trata de una fábula gratificante y humorística que serpentea entre la ciudad y las sierras de Córdoba, a través de lagos, colinas y una temporada en la cárcel.
Los delincuentes es el cuarto largometraje de ficción dirigido en solitario por Moreno, que además cuenta en su currículum con varios documentales y proyectos de dirección conjunta. También es su primera película en Cannes: sus dos primeros largometrajes, El Custodio (2006) y Un mundo misterioso (2011) se presentaron a concurso en La Berlinale, donde El Custodio ganó el premio Alfred Bauer, mientras que el más reciente, Reimón (2014), se estrenó en Rotterdam. Tras su estreno en Un Certain Regard, la película debería despertar un gran interés: Los delincuentes es el tipo de narración audazmente digresiva y envolvente que hace las delicias del público de festivales.
Al igual que otras películas argentinas recientes de gran formato, como Trenque Lauquen y La Flor, Los delincuentes tiene una idea diferente de lo que puede ser una historia de lo que normalmente permite la industria, dividida en dos partes de hora y media de duración que pueden digerirse fácilmente como una comida completa. La película avanza a un ritmo pausado y absorbente, y nunca se siente sobrecargada mientras Moreno observa cómo Morán y Román afrontan las secuelas del atraco menos conflictivo de la historia del cine. Después de que Morán se entrega alegremente, el caso en sí es sencillo para la policía, y el banco no se atreve a hacer público lo que sabe cuando la clientela actual podría retirar su dinero si se enterara del trabajo interno, pero Román se siente culpable una vez que se pone en marcha una investigación interna, con una obstinada consultora externa (Laura Paredes) que pone a todos en la oficina bajo escrutinio para buscar el paradero del dinero y amenaza con despedir a aquellos que parezcan ligeramente sospechosos.
Si Román no estaba tan cansado de su trabajo como Morán, el ambiente laboral, cada vez más inhóspito, le pone de los nervios, por lo que una visita a las montañas de Alpa Corral, donde su compañero enterró la mayor parte del botín, es un grato retiro. Un lugar donde los tiempos dejan de existir, no sólo los dos hombres quedan encantados por la belleza de la naturaleza y un ritmo de vida más suave, ya que Los delincuentes ofrece un respiro para todos en las gloriosas vistas de Córdoba, donde Román acaba encontrando a un trío de desconocidos - las hermanas Moana (Cecilia Rainero) y Norma (Margarita Molfino), y su amigo cineasta Ramón (Javier Zoro Sutton)-, con los que pasa un fin de semana, olvidándose casi por completo de su vida en la ciudad. Aunque la vida de Morán no es tan fácil como se imaginaba en la cárcel, cuando tiene que empezar a pagar a un bruto para que le proteja, no es complicada y cuando Román encuentra el mismo nivel de paz interior una vez fuera de Buenos Aires, Moreno es capaz de vislumbrar un sistema de valores totalmente distinto al que rige el mundo actual y adereza la película con inesperados retazos de sabiduría, cuando los que están separados de la carrera de ratas pueden verlo con más claridad.
Moreno es un hábil encuadrador que hace todo tipo de cosas sorprendentes con el espacio y el bloqueo, incluyendo algunos usos inventivos de la pantalla dividida que no había visto antes; la película también es literalmente colorida y agradable a la vista. Probablemente debería señalar que la trama contiene una buena dosis de realización de deseos masculinos, llevando el tropo de la comedia de situación del padre mayor con una esposa joven ridículamente atractiva, a un lenguaje de arte y ensayo latinoamericano más respetable. Los delincuentes es también una película muy cinéfila, lo que significa que se convierte con aparente inevitabilidad en una película sobre el cine en varios sentidos.
Otra implicación aparente de la narración es que parece presentar el cine de pequeño presupuesto como una alternativa a la monotonía del esclavo asalariado, un binario que se salta algunos pasos económicos. Pero, a pesar de estos deslices temáticos y de algunos tramos menos convincentes (en su introducción, Moreno atribuyó su duración en parte a los cinco años de producción), la película siempre recupera su impulso: tiene las chispas formales y la comedia que ansío, una combinación demasiado rara.
