Reseña a "Lyle, Lyle, Crocodile" dirigida por Will Speck, Josh Gordon con Javier Bardem, Shawn Mendez y Winslow Fegley.
“Las travesuras de Lyle, un cocodrilo urbano que vive en un edificio de Nueva York con la familia Primm, no eran una historia familiar para mi familia. Los libros ilustrados con los que crecieron mis dos hijos, que ahora tienen 10 y 12 años, incluían los divertidísimos dibujos de Susan Boynton sobre todo tipo de animales, como hipopótamos, vacas y perros, la brillante serie Olivia de Ian Falconer y los poemas infantiles de Dennis Lee, como Alligator Pie”, han contado Jodh Gordon y Will Speck.
Para ser justo, yo tampoco había oído hablar nunca de la serie de libros Lyle, Lyle Crocodile de Bernard Waber, publicada originalmente en 1965, antes de ver la nueva adaptación cinematográfica y esa puede ser una de las razones por las que no pude comprar completamente la adaptación de comedia musical de acción en vivo/CGI de esta serie de libros aparentemente querida. Hay muchos momentos brillantes en la película, especialmente cuando Javier Bardem, que interpreta a un actor de teatro llamado Héctor P. Valenti, y Shawn Mendes, que pone voz al cocodrilo cantante, toman el relevo. Sin embargo, hay poco en el arco argumental que te mantiene enganchado.
Valenti intenta convertir al cocodrilo, al que llama Lyle, en una cantante que cause sensación, pero la criatura tiene miedo escénico, lo que lleva a su dueño a abandonarlo en el ático de la casa. Dieciocho meses después, la familia Primm se muda a la casa. El joven Josh (Winslow Fegley) encuentra a Lyle (al que pone voz el cantante de pop Shawn Mendes) y entablan una rápida amistad. A pesar de los esfuerzos de Josh por ocultar el cocodrilo a su padre (Scoot McNairy) y a su madrastra (Constance Wu), estos se topan con su presencia en la casa. Por supuesto, al principio se asustan. Al escuchar sus canciones, se convencen. Entonces vuelve Valenti y al ver cómo ha crecido la capacidad de canto de Lyle, empieza a tramar otro intento de alcanzar la fama.
Una de las cosas que más aprecio de Lyle, Lyle, Crocodile es su relativa moderación. Las películas para niños de este tipo tienden a ser muy duras con el humor y chistes. Más allá de un buen chiste sobre un gato con síndrome de intestino irritable, no hay ninguna gracieta mas. Y en lugar de payasadas, la película ofrece más comedia basada en los personajes. Por ejemplo, hay varios encontronazos humorísticos con un hombre cascarrabias (Brett Gelman) que vive en el apartamento del sótano, y que intenta establecer todas las reglas del edificio. En otra escena divertida, Lyle recorre Times Square en coche y se extasía con las vistas y los sonidos de la zona. Este enfoque permite que la película sea mucho más divertida que si hubiera optado por las risas baratas.
Los entretenidos números musicales son otro punto destacado. Un puñado de pegadizas canciones originales fueron escritas por Benj Pasek y Justin Paul, de The Greatest Showman. Los codirectores Josh Gordon y Will Speck (Blades of Glory) escenifican deliciosas secuencias en torno a ellas. La mejor es cuando Lyle y la Sra. Primm preparan elaborados dulces en la cocina, cantando y bailando mientras cocinan. Como Lyle no puede hablar, tiene que comunicarse a través de canciones, lo que significa que las melodías complementan la historia, en lugar de sentirse simplemente metidas como adornos.
Lo mejor de Lyle, Lyle, Crocodile es, con mucho, el español Javier Bardem. No esperaba decir esto al principio, pero el actor como siempre, está por encima de las expectativas. Consigue hacer de Valenti un personaje grande, extravagante y vivo sin parecer odioso o espeluznante. Cantando y bailando con una energía desbordante, transmite maravillosamente la creencia de Valenti de que la vida misma es una actuación ininterrumpida. La película tiene un cocodrilo que canta, por el amor de Dios, pero el efecto especial más sorprendente es el de Bardem.
Nada en esta historia tiene mucho sentido. A pesar de ello, Lyle, Lyle, Cocodrilo, basada en la serie de libros de Bernard Waber, es tan implacablemente alegre y optimista que produce una especie de magia en ti. A los niños les encantará Lyle y sus travesuras. A los adultos les encantará la fuerza de la naturaleza que es Javier Bardem. Todo el mundo gana.