Reseña al cortometraje "La Voz Humana" del director español Pedro Almodóvar.
Cuando en España se declaró el estado de alarma y confinamiento hacia la mitad del mes de marzo, todo lo que sabíamos de Pedro Almodóvar era que había arrasado en los Premios Goya del cine español y que tenía intención de rodar la primera película fuera de su país, entre México y Estados Unidos, en inglés y basada en algunos de los relatos de Lucía Berlín recogido en Manual para mujeres de la limpieza.
La pandemia se instaló entre nosotros y pudimos saber del director en cuatro magníficos artículos publicados en Eldiario.es, que se pueden leer aquí y a quienes le admiramos nos hizo sentir muy felices, además de reconfortados. Luego desapareció.
En la nueva normalidad supimos que había tenido coronavirus, efectuado una importante donación para comprar mascarillas y que iba a rodar un corto en basado en el monólogo de Jean Cocteau, que anteriormente fue versionado también por Roberto Rossellini, con Tilda Swinton como protagonista, en inglés, rodaje que se llevó a cabo en una nave industrial que forma parte de la historia casi como un personaje, en pocos días y con todas las medidas de seguridad.
En el corto está todo Pedro Almodóvar, todo su color, toda su intensidad, todo lo que lo arropa en su casa, sus libros (con un primer plano del ya citado de Lucía Berlín y otro de Alice Munro) y sus películas (Phantom Thread y Kill Bill destacadas) y su calor de hogar. También la música de Alberto Iglesias, y hasta un cameo de su hermano Agustín (como siempre) y sus dos hijos.
La voz humana es una historia de treinta minutos que me ha gustado mucho, muchísimo, por si se me escapa alguna palabra grandilocuente, lo aviso. La historia de una mujer abandonada por su pareja que pasa tres días en su casa esperando desesperada que él vuelva por sus maletas; en esos tres días ella solo sale de casa para comprar un hacha. De alguna manera yo sentí que esta mujer pasa el infierno al cielo y me identifiqué con ella.
Y luego está Tilda Swinton, inmensa, ilumina toda la pantalla, te la crees en todo momento, te reconoces en sus arrugas en torno a los ojos y el cuello, en vestir de colores para ahuyentar el dolor y en las tentaciones, que son varias en la historia. Pienso que ella no puede disimular su alegría de estar rodando con uno de sus directores favoritos y por eso toda su presencia es elegante y luminosa, a la altura de su talento. Brilla en el universo del manchego con luz propia.
Lo primero que pensé cuando acabó es que me había quedado con ganas de más, que ojalá fuera una película. Con el paso de los días sé que no es necesario, que puedes contar muy bien una historia en poco tiempo, de manera humilde y honesta. Incluso siendo alguien tan laureado como Pedro Almodóvar, quien en la presentación del corto declaró “a pesar de la incertidumbre que nos envuelve tenemos, que seguir haciendo cine y yendo al cine. Porque ir al cine nos permite aterrorizarnos, llorar y emocionarnos frente a una pantalla grande, a oscuras, rodeados de extraños. Y, a nivel humano, es una experiencia esencial”.