Reseña a "Centigrade" (2020) de Brendan Walsh con Genesis Rodriguez y Vincent Piazza.
La novelista americana Naomi (Génesis Rodríguez), embarazada de ocho meses, y su marido Matt (Vincent Piazza) viajan a Noruega para una pequeña gira con su libro. Antes de llegar a su hotel, Matt aparca su Land Rover de alquiler a un lado de la carretera para esperar a que pase la ventisca, sólo para quedarse dormido. Cuando Naomi se despierta con las ventanas cubiertas de hielo y no pudiendo abrir la puerta del pasajero, es la primera en descubrir que están atrapados y que no podrán salir. Su teléfono celular no tiene servicio, pero tienen suficiente comida y agua para que les dure unos días. Naomi y Matt tienen planes diferentes en mente: ella quiere aprovechar sus oportunidades, romper el cristal y cavar a través de la nieve, pero él prefiere que esperen a que alguien los encuentre, ya que de todas formas podrían morir congelados una vez que salgan. Los días se convierten en semanas, y si la deshidratación, la congelación, la hipotermia y la desnutrición no estaban ya han aumentado las apuestas, es probable que Naomi vaya a tener su bebé en ese coche.
Al principio, la pareja está atenta a las necesidades de su cónyuge y hace todo lo posible por acomodar las pequeñas cosas que podrían molestarles de otra manera, teniendo en cuenta la situación. Sin embargo, el espacio que tienen para moverse es pequeño, y pronto la paranoia les arrastra y comienza a desenredar al marido y a la mujer a medida que los días pasan y toda esperanza parece perdida. Cuando no están de acuerdo en cómo seguir adelante y con el embarazo de Naomi en primer plano de preocupación, hay que tomar decisiones audaces que podrían terminar siendo la diferencia entre una muerte fría en los elementos si se liberan o un lento declive en el coche si deciden quedarse donde están. Permanecer en el coche ha creado un efecto iglú que los mantiene relativamente seguros, pero ¿romper una ventana y perseguir el impulso de salir ayudaría a sus posibilidades generales?
Afortunadamente, Centigrade tiene un éxito genuino en cuanto a sus imágenes, aunque sólo sea porque no hay muchas de las que hablar. Cortar en tomas del tiempo fuera del coche parecía romper la claustrofobia de la película a veces, pero la película tiene éxito al hacerte sentir como si realmente estuvieras atrapado en este frío coche con estos fríos personajes, y quisieras salir ya. El director, Brendan Walsh, pone en escena el vehículo de forma que se siente tanto constrictivo como expansivo en momentos en los que se obtiene el eventual racionamiento de espacio entre cada fila de asientos y el maletero, haciendo que todo se sienta como áreas diferentes de una habitación mucho más grande. Es una dicotomía que fue impresionante de ver en la ópera prima del cineasta y en una película de tan pequeña escala.
Sumándole a la hábil dirección, la inteligente puesta en escena de los personajes dentro del espacio limitado (una toma tiene sus cabezas en diferentes distancias y parecen unidos). Sin embargo, subyacen aparte de la tensión claustrofóbica, múltiples tomas amplias del paisaje que rodea al coche. En un nivel narrativo y formal, entonces, la falta de confianza en la simplicidad del material es realmente el tema clave con Centigrade.
