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Crítica a «The Nightingale» (2018) de Jennifer Kent

Clare es una chica de 21 años que se muda a Tasmania, Australia, después de cometer un delito en Inglaterra. Ella es propiedad de un teniente inglés, quien pagó sus cuentas y por este motivo ella está en deuda con él. Una vez establecida en Australia, ella aspira a emanciparse para vivir tranquilamente con su esposo y su bebé. Cuando estos mueren de la mano del teniente, Clare hará todo lo posible para vengarse. 

La violación y la venganza es un tema en el género de drama muy codificado y difícil de renovar. Una violación provoca invariablemente la venganza de la víctima hacia los culpables. Es simple, efectivo y, a menudo casi lo mismo en una película u otra con igual tema. Lo que distingue a The Nightingale de otras es su contexto histórico y social.

El filme muestra muy bien cómo era la sociedad australiana a principios del siglo XIX, las injusticias que prevalecían allí, las desigualdades raciales, las cuestiones de identidad y de pertenencia. Gracias a este contexto, la venganza adquiere un sabor diferente, más complejo, en este film. La causa aborigen también es central en la historia. Jennifer Kent (The Babadok, 2014) muestra la opresión de los aborígenes por parte de los ingleses.

 No es necesario recordar que estos fueron perseguidos y expulsados ​​de sus tierras por los colonos. En lo que respecta a los irlandeses, que es la nacionalidad de Clare, se puede decir que tampoco recibieron el mejor trato de estos,  por cuanto estaban a merced de los ingleses quienes podían hacer lo que querían con ellos. .

En la búsqueda de su venganza, Claire recibe ayuda de Bill, un joven aborigen que le sirve de guía. En un inicio, cuando Clare necesita la ayuda de Billy, se coloca a sí misma como la blanca dominante, pero a medida que pasa el tiempo.-su caza durará unos cinco días.-  se conocerán mejor, mejorará su relación y ambos lograrán situarse a un mismo nivel, gracias a este odio común hacia los ingleses.

La historia de los colonos fundadores de Australia, al igual que los de EEUU, que también entran en esta categoría de fundadores, muchas veces pasa por alto las muchas inhumanidades, genocidios y otras atrocidades que estos cometieron en el proceso de fundación de sus países. 

En general, la palabra "fundación", es una palabra que se usa para enmascarar la ocupación, el asesinato en masa y el colonialismo, ya que estos últimos términos no suenan tan bien como quisieran algunos. No obstante, la palabra en sí, muestra el interés personal de estos intercambios culturales.

Hollywood ha explotado bastante este tema e incluso ha creado un género para clasificar esta temática en el cine de Occidente, en el que ya es costumbre la mistificación y por ende  resulta más fácil asimilarla. Sin embargo, para los australianos resulta más difícil plasmar esta temática, entre otras razones, por la forma de pensar y actuar de la aristocracia europea. 

Los cineastas australianos han empezado a trabajar en esto, con mucho esfuerzo y menos mistificación y este trabajo ha llegado a tiempo, para lograr comprender que muchos de los patrones y principios de la sociedad actual se corresponden perfectamente con esos terribles comienzos.

La puesta en escena de Jennifer Kent es impecable. La directora golpea muy fuerte desde el principio con la famosa violación y la muerte del esposo y el bebé de Clare. La escena dura siete largos e interminables minutos. La ausencia de tabúes  hace que la escena sea muy gráfica y extremadamente violenta. Prácticamente la Directora no deja nada a la imaginación del espectador y la escena nos golpea muy fuerte, al punto de necesitar varios minutos para recuperarnos. 

Por otra parte, cuando Clare establece su objetivo y comienza su misión sangrienta de venganza,  también Jennifer Kent nos demuestra que es lo suficientemente controladora de la narrativa. La historia evoluciona y los personajes también, gracias a una escritura impecable.

Según los convencionalismos actuales, The Nightingale podría haberse contado recurriendo a la narrativa de la venganza contra los  hombres culpables, uno a uno, hasta que no quedara ninguno de ellos. Sin embargo, Kent rompe con lo convencional, mostrando que la venganza por sí sola no tiene sentido si todo un sistema está en tu contra. Ella le impregna un ritmo lento a este género conocido, permitiendo tiempo para todos los detalles, las conexiones e interfaces sociopolíticas entre el sufrimiento de mujeres y niños, indígenas o del propio Imperio Británico.

La actuación en la película es notable gracias a sus dos actores principales, Aisling Franciosi  (Lyanna Stark en Juego de Tronos) y el debutante Baikali Ganambarr, respectivamente Clare y Billy. El dúo funciona perfectamente, tanto los comienzos difíciles como la complicidad del final. Aisling Franciosi acapara la pantalla gracias a su carisma, su aspecto y la energía que despliega. Con respecto a Bakkali Ganambarr, es más al nivel de su expresiones que logra transmitir muchas emociones. Con ellos está Sam Claflin en el papel del teniente ignominioso. Llegamos a odiar su personaje. 

The Nightingale es también una película que intenta reciclar viejas y contemporáneas heridas, que a veces peca de  muy exagerada en el uso del poder y sus traumas. Sobre todo, en el personaje de Hawkins. Pero el trabajo de Kent se basa en historias verdaderas, investigadas e históricamente sólidas.

Tanto en su ejecución como en su conclusión, The Nightingale definitivamente no es una mera historia de violación y venganza como las demás. Se beneficia de un importante contexto histórico y social que lleva la película a una dimensión superior, más inteligente, más sutil, más esencial. Es una película fuerte y extremadamente poderosa que ha que no olvidarás fácilmente. 

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.