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Netflix: Critica de «Outlaw King» (2018) de David Mackenzie

En el siglo XIX existe una dura lucha por la supremacía en Escocia, y el rey inglés Edward I (Stephen Dillane) reclamó las tierras escocesas. Después de descubrir la mutilación de William Wallace, cuyo cuerpo fue desmembrado y colgado en las diferentes entradas de varios pueblos como advertencia, surgen protestas de indignación, y es entonces cuando el noble Robert The Bruce (Chris Pine) es proclamado rey de Escocia. Esto enfurece a Edward, quien envía a sus mejores hombres tras él, incluido su hijo Edward (Billy Howle). Pero una y otra vez, Bruce logra escapar con su joven esposa Elizabeth (Florence Pugh) y sus hombres, especialmente porque disfruta de mucho apoyo del pueblo. Cuanto más logra avanzar, más brutalmente el imperio inglés se comporta, pero no para siempre.

El director escocés David Mackenzie se acerca a una página fundamental de la historia de su país con grandes ambiciones e, inicialmente, presenta una impecable puesta en escena, la cual podemos notar en el cuidado de los trajes y en los entornos en los que se desarrolla la historia. Las comparaciones con un culto de los años 90 como Braveheart (1995), del cual Outlaw King querría plantearse como una secuela (no es una coincidencia que las referencias se desperdicien no solo en citas a Wallace, sino incluso en la presencia en un pequeño papel de James Cosmo), son uno de los puntos que no le favorece, ya que dicha comparación trabaja de una manera subconsciente al reconocer el nombre de William Wallace en la ecuación. Aunque los occidentales, o la mayoría de ellos, desconocen de la historia de la nobleza escocesa, es imposible denostar el impacto popular de la película de Gibson.

El mayor elogio de esta película, no solo por las escenas de batalla, se debe al camarógrafo Barry Ackroyd (nominado al Oscar por "The Hurt Locker"). Este talentoso director, abre la película no solo con un gran plano secuencia, en el que la cámara atrapa a la audiencia, y los hace cómplices de las negociaciones, diálogos y peleas de esos primeros minutos. En detalle, demuestra una y otra vez sus habilidades. Mi favorita es una secuencia en la que Robert y sus últimos leales  guerreros escapan de una emboscada aferrándose a unos barcos después de una terrible batalla. Ha permanecido en mi memoria desde entonces, y esto es porque Ackroyd las hace parecer como una pintura. Desde un punto de vista puramente visual, "Outlaw King" en realidad es superior a "Braveheart".

Su segundo mayor problema resulta ser su dramaturgia. El hecho de que Mackenzie ponga más énfasis en la corrección histórica que en Braveheart y muestre los eventos tal como realmente sucedieron, al menos agradará a los historiadores. El tirón que Gibson hizo en su película al alterar deliberadamente la historia para colocar más suspenso y tragedia, rara vez es desarrollado por Outlaw King. De hecho, las secuencias de acción no son tan emocionantes a pesar de las imágenes fuertes de "Braveheart", porque el miedo a las figuras queridas nunca es tan grande. Sin embargo, Mackenzie tarda poco menos de dos horas para contar las aventuras de su épico héroe, y al no utilizar elementos de la ficción, la narrativa se siente por muchos momentos fuera de clima con la historia. Alternar muy buenas secuencias de pelea, para movernos a charlas sin sentido y hermosas vistas aéreas del ejército marchando, resultan anticlimáticas.

Al final, David Mackenzie tiene éxito con Outlaw King, una epopeya exitosa, visualmente hermosa, narrando la lucha por la libertad de los escoceses a principios del siglo XIV, favoreciendo una precisión histórica que en lo personal, hubiese sacrificado para inyectar algo más de emoción y valentía hacia nuestros héroes. Al menos todo esto es cierto para un bando de la historia, pues creo que los ingleses no estarían de acuerdo conmigo.

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.