Antonio (Guillermo Frnchella) es un hombre de mediana edad, Manager de producción en una compañía de alimentación, con dos hijos, una devota esposa y una vida acomodada y holgada en la que todo marcha bien. Pero un día se desmaya mientras trabaja, y descubrimos que este buen hombre tiene una enfermedad y es necesario hacerle un transplante de riñón para que pueda seguir viviendo. Mientras le anuncian su poco tiempo de vida, conoce a Elías (Federico Salles) y a Lucy (Mercedes de Santis), una pareja de vagabundos a los cuales Antonio les hace una propuesta. Probablemente su error más grande.
En Animal vemos de inicio una película con tintes dramáticos que van evolucionando a un thriller psicológico, y colocando a nuestras espaldas un dilema moral. ¿Está Antonio actuando bien? ¿Lo están Elías y Lucy? La jugada que propone Armanado Bo en su película es muy perspicaz, ya que retoma un clásico esquema narrativo del Primer Mundo, léase la soberbia de los sectores pudientes o capitalistas y su pretensión de comprar lo que sea y al mismo tiempo condena los componentes más bizarros de la sociedad, presentando la miseria de otros siendo opacada por la opulencia de los que los quieren comprar. Hay una clara influencia de “Cabo de Miedo” (“Cape Fear”, 1962 y 1991).
La película inicia con muy buen ritmo y diálogos inteligentes. Armando Bo, su director y guionista, conoce de fluidez narrativa ya que fue ganador del Oscar y Globo de Oro por el guión de Birdman, presentando el mencionado dilema moral y acompañado por una extraordinaria fotografía de Javier Julia y una musicalización adecuada a los sentimientos variantes de los personajes. Todo funciona de maravilla hasta su estrepitoso y casi ridículo desenlace, en donde la solución parece sacada a apuros y sin importar la credibilidad que le precedía.
Al final, Animal es una película difícil, porque el espectador no sabe qué bando tomar, pero allí radica también su maldad, su punto más interesante. Esta presentación de opuestos hace que el filme fascine visualmente, acompañado de diálogos que van subiendo de tono y magníficas actuaciones que nos hacen preguntar si podemos tener siempre lo que queramos, sin importar el precio. “Para que me voy a comprar una casa, un yate o un viaje si no puedo tener un riñon, si no puedo tener salud?” comenta Antonio a su esposa, mientras que ella le reclama lo opuesto. Y es allí donde la paradoja se complica, y nos hacemos cómplices de sus decisiones. Animal requiere un nivel bastante elevado de suspensión de la incredulidad, pero si estás dispuesto/a a darle una oportunidad, podrás disfrutar de un thriller/estudio de personaje bastante intrigante.