Entrevista con la directora Mexicana Patricia Riggen por su pelicula “G20”.
La industria del cine ha tardado demasiado en abrirle las puertas a mujeres cineastas dentro del género de acción. Más aún si esa mujer es latina. Pero con G20, la directora mexicana Patricia Riggen no solo desafía esta tendencia, sino que impone una narrativa propia: una historia de poder, tensión geopolítica y representación auténtica, llevada a cabo desde una mirada femenina e inclusiva.
Con G20, Riggen se adentra por completo en un terreno donde tradicionalmente dominan las explosiones, los protagonistas masculinos y las narrativas de guerra o espionaje. Sin embargo, esta película –protagonizada por la imponente Viola Davis como presidenta de los Estados Unidos– no es solo un despliegue técnico o una sucesión de escenas trepidantes. Es una declaración de principios. Una visión que busca equilibrio entre entretenimiento de alto voltaje y una reflexión sobre el liderazgo, el género y la política internacional.
Una directora en control total
Desde el inicio del proyecto, Riggen tuvo claro que su mirada sería clave para lograr un balance entre la espectacularidad del thriller político y la humanidad de sus personajes. Para ella, asumir el reto de dirigir G20 fue tanto una oportunidad profesional como una postura ética.
“Quise demostrar que nosotras también podemos manejar una producción de esta escala. Que podemos contar historias de acción, tensión y poder sin perder el enfoque humano”, comenta la directora, visiblemente emocionada al hablar del rodaje. Su experiencia en proyectos anteriores como Los 33 y Miracles from Heaven le brindó una preparación sólida, pero G20 supuso una nueva escala en términos de presupuesto, locaciones internacionales y logística de alto nivel.
Uno de los desafíos más intensos fue mantener el realismo dentro de una historia con componentes altamente ficticios. La película se sitúa en una cumbre del G20 donde los líderes mundiales son tomados como rehenes por un grupo terrorista. La presidenta Sutton, exmilitar y estratega nata, debe hacer frente a una amenaza global prácticamente sola. La construcción de este personaje no solo implicó complejidad narrativa, sino también una apuesta estética y simbólica clara: una mujer negra liderando el mundo en medio del caos.
El vínculo con Viola Davis
Una de las claves del éxito de G20 es la conexión creativa entre Patricia Riggen y Viola Davis, quien además de protagonizar el filme, funge como productora ejecutiva. La directora asegura que esa alianza fue uno de los motores creativos más potentes del proyecto. “Viola no es solo una actriz brillante; es una mujer que entiende lo que significa el poder desde la representación. Su presencia en pantalla es magnética, y su compromiso detrás de cámaras fue total”, afirma Riggen.
Ambas trabajaron de cerca para desarrollar a Danielle Sutton como una figura fuerte, pero no infalible. “Queríamos alejarnos del cliché de la mujer dura y fría. Sutton es poderosa, sí, pero también vulnerable, analítica, maternal, y eso la hace más real. El liderazgo femenino tiene matices que pocas veces vemos en el cine de acción”, agrega la directora.
Acción desde la sensibilidad
Rodar las secuencias de acción fue otro de los grandes desafíos del proyecto. Aunque Riggen ya tenía experiencia en episodios de series como Jack Ryan, el nivel de detalle requerido para una película como G20 fue mucho mayor. Coordinación de dobles, uso de efectos prácticos y digitales, escenas con helicópteros, vehículos blindados, e incluso explosiones controladas formaron parte del menú diario de producción.
Pero la directora tenía claro que la acción debía estar al servicio de la historia, no al revés. “Cada secuencia tenía que tener una razón emocional. No quería tiros por tiros. Cada movimiento, cada decisión de cámara, debía reflejar el dilema moral o la presión interna de la protagonista”, sostiene. Esa lógica también se aplicó al diseño visual: el uso del encuadre cerrado en momentos de tensión psicológica, el contraste entre los fríos salones diplomáticos y los calurosos exteriores de Johannesburgo, y una paleta de colores que refuerza el estado emocional de los personajes.
Representación e identidad
Como mujer mexicana dirigiendo una superproducción internacional, Riggen también quiso aprovechar G20 para insertar elementos de representación auténtica sin caer en discursos forzados. El jefe del Servicio Secreto es interpretado por un actor latino, y hay personajes de diversas nacionalidades con arcos importantes dentro del relato.
“Yo vengo del mundo latinoamericano, y eso nunca lo voy a ocultar. Pero mi trabajo no es limitarme a contar solo historias de mi comunidad. Mi objetivo es abrir puertas, demostrar que podemos contar historias globales con sensibilidad y excelencia”, explica.
La inclusión no solo está en el elenco, sino en el equipo técnico. Riggen apostó por rodearse de talento diverso en producción, diseño de arte, música y edición. El resultado es una película que, si bien responde a códigos de Hollywood, respira con una identidad visual y narrativa más rica y plural.
Más allá del género
G20 representa un paso firme para Riggen dentro del cine de acción, pero también una invitación a cuestionar las fronteras del género. “Durante mucho tiempo se pensó que las mujeres no querían dirigir películas de acción, o que no podían hacerlo bien. Pero eso es una narrativa creada por quienes nunca nos dieron la oportunidad”, afirma con firmeza.
Para ella, el éxito de G20 no será solo medido por los números de visualizaciones o la crítica, sino por su impacto en futuras generaciones. “Si esta película inspira a una niña, a una joven cineasta, a pensar que ella también puede estar detrás de una cámara, entonces todo habrá valido la pena”.
Un paso hacia el futuro
En un momento en que Hollywood atraviesa transformaciones profundas en términos de diversidad e inclusión, Patricia Riggen se posiciona como una figura clave. G20 no es solo una película de acción: es un acto de presencia. Una muestra de que las historias de poder también pueden ser contadas por mujeres, que los géneros cinematográficos no tienen dueños exclusivos, y que el futuro del cine se escribe con múltiples voces.
Con G20, Patricia Riggen no solo dirige una película. Conduce una visión. Y lo hace con convicción, inteligencia y una cámara que nunca pierde de vista lo esencial: la humanidad detrás del poder.