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Critica a “Watch the Skies” (2025) de Victor Danell

Ruben Peralta Rigaud

En una era donde la nostalgia se ha convertido en el lenguaje universal del cine de género, Watch the Skies de Victor Danell —dirigida bajo el colectivo sueco Crazy Pictures— se presenta como un híbrido entre Interstellar y Stranger Things, con pinceladas del Spielberg ochentero que tanto ha influenciado al cine contemporáneo. Ambientada en Suecia durante los años noventa, la película promete una mezcla de ciencia ficción, aventura adolescente y drama emocional, pero su ambición se ve lastrada por un guión irregular y una protagonista difícil de abrazar.

La historia arranca con Denise (Inez Dahl Torhaug), una adolescente rebelde que nunca ha superado la desaparición de su padre en 1988, un ufólogo convencido de que los extraterrestres estaban entre nosotros. Ocho años después, en 1996, la súbita aparición del viejo auto rojo de su padre, cayendo literalmente del cielo, reaviva en ella la esperanza de descubrir qué ocurrió realmente. Este evento la lleva a contactar al antiguo grupo de su padre: la organización marginal UFO-Sweden, un colectivo de excéntricos que buscan vida más allá de la Tierra.

A nivel conceptual, Watch the Skies tiene todos los ingredientes para ser una aventura encantadora: misterio, tecnología retro, conspiraciones, una joven decidida y un grupo de inadaptados entrañables. Es una premisa que evoca inevitablemente los relatos de desapariciones, abducciones y ovnis que han alimentado podcasts, documentales y filmes durante décadas. Sin embargo, lo que podría haber sido una exploración sensible sobre la pérdida y la búsqueda de pertenencia, se convierte en un recorrido predecible, excesivamente estilizado y emocionalmente distante.

Denise es un personaje problemático, no porque carezca de matices, sino porque resulta sumamente difícil de querer. Su transformación narrativa, de adolescente egoísta a joven determinada, está salpicada de decisiones impulsivas que ponen en riesgo a quienes la rodean. Es una figura que, aunque posee cualidades que deberían resultar admirables —es hábil con la tecnología, maneja una motocicleta con estilo y tiene un espíritu indomable—, toma decisiones tan obstinadas y peligrosas que impiden conectar emocionalmente con ella.

En contraste, los miembros de UFO-Sweden parecen mucho más interesantes. La punk Töna (Isabelle Kyed), el vulnerable Karl (Niklas Kvarnbo Jönsson) y el leal Mats (Mathias Lithner) forman un equipo colorido y carismático, pero son relegados a papeles secundarios en beneficio del arco de Denise. Solo el cascarrabias Gunnar (Håkan Ehn) y Lennart (Jesper Barkselius), un miembro renuente del grupo, reciben suficiente atención narrativa. Es con Lennart con quien Denise establece una alianza peculiar, aunque el filme se resiste a explorar una posible relación de padre-hija sustituta que habría dotado de mayor profundidad emocional a la historia.

Los conflictos externos de Denise tampoco ayudan a sostener la tensión dramática. Por un lado, está Tomi (Sara Shirpey), una policía protectora que actúa como figura materna estricta, y por otro, Kicki (Eva Melander), una científica interesada en las perturbaciones climáticas asociadas a fenómenos extraterrestres. Ninguna de estas antagonistas tiene peso real; Tomi, en particular, está retratada con una antipatía exagerada, como si la película temiera reconocer la validez de su preocupación por el bienestar de Denise. La falta de un verdadero antagonista debilita el sentido de peligro que debería permear la búsqueda de la protagonista.

Una de las decisiones técnicas más arriesgadas de Watch the Skies es el uso de una innovadora tecnología de doblaje por inteligencia artificial desarrollada por SyncFlawless, que sincroniza el movimiento labial con la pista de audio en inglés. Aunque visualmente imperceptible para muchos, algunos espectadores más sensibles detectarán una incomodidad sutil, esa sensación de “valle inquietante” que produce ver rostros humanos ligeramente desfasados de sus voces. El resultado no es abiertamente perturbador, pero sí lo suficientemente extraño como para distraer del contenido emocional en ciertos momentos clave.

Dónde Watch the Skies realmente brilla es en su propuesta visual. Danell captura la estética de los años noventa con un cuidado minucioso: paletas de color saturadas, niebla artificial, luces de neón, y una textura granulada que parece sacada de un catálogo de Polaroid. Hay persecuciones en coche que recuerdan a Encuentros cercanos del tercer tipo, momentos de asombro que coquetean con la fantasía infantil y encuadres que sugieren una promesa de maravilla que nunca termina de cumplirse.

Sin embargo, la música, lejos de potenciar la atmósfera, se siente como un refrito de partituras ya escuchadas en decenas de series y películas similares. La influencia de Stranger Things es evidente, pero sin el mismo peso emocional ni la capacidad de generar escalofríos. En lugar de enriquecer, la banda sonora termina por diluir la identidad sonora de la película.

A pesar de sus fallos, Watch the Skies logra entregar un clímax visualmente impresionante que recupera parte del encanto prometido. Hay un esfuerzo genuino por emocionar, por cerrar el arco de la protagonista con una nota esperanzadora, y por recuperar la dimensión emocional que se perdió en el camino. No es suficiente para borrar los errores anteriores, pero sí para salir del cine con una sonrisa tenue y una pizca de fe en lo inexplicable.

Watch the Skies es una película que quiere ser muchas cosas: un homenaje, una aventura juvenil, un drama familiar, una exploración del duelo, una carta de amor a los noventa y una reflexión sobre la fe en lo desconocido. Lamentablemente, en su afán de serlo todo, termina siendo una amalgama irregular de ideas interesantes sin una dirección clara. Tiene corazón, tiene estilo, tiene momentos de auténtico asombro, pero carece del alma que convierte una película buena en una olvidable.

Ideal para nostálgicos empedernidos y fanáticos de la ciencia ficción ligera, Watch the Skies funciona mejor como una curiosidad visual que como una obra emocionalmente resonante. Y sin embargo, incluso cuando falla, hay algo en su deseo de hacernos mirar al cielo que resulta imposible no admirar. Porque en el fondo, como Denise, todos queremos creer.

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.

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