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Critica a «Holland» (2025) de Mimi Cave

Ruben Peralta Rigaud

Reseña a la pelicula «Holland» con Nicole Kidman, Gael Garcia Bernal y Matthew MacFayden. Disponible en Prime video.

Holland comienza como una postal: un retrato luminoso y cuidadosamente compuesto de la vida suburbana en una pequeña ciudad estadounidense. Fred (Matthew Macfadyen), oftalmólogo de profesión, es el patriarca impecable; Nancy (Nicole Kidman), profesora de economía doméstica, es el pilar del hogar; y Harry (Jude Hill), su hijo, un reflejo perfecto de inocencia. En Holland, Michigan, todo parece en orden, desde el pulcro jardín hasta el ritual anual del Festival del Tulipán, donde los vecinos desfilan con trajes típicos neerlandeses en una celebración que parece sacada de una maqueta… o de una ilusión colectiva.

Pero lo que parece idílico rara vez lo es. Un pendiente perdido —apenas una joya sin importancia— se convierte en el hilo que Nancy comienza a tirar. Y lo que encuentra no es exactamente un monstruo bajo la cama, sino algo más desconcertante: una caja escondida, objetos que no entiende, un marido cuya presencia se vuelve, de pronto, sospechosamente fantasmal. A esto se suma Dave (Gael García Bernal), colega solícito y, secretamente, enamorado, que se convierte en su cómplice en una investigación doméstica tan torpe como melancólica.

Mimi Cave, que en Fresh ya exploraba lo que ocurre cuando la superficie romántica oculta abismos oscuros, regresa con otra historia de apariencias engañosas. Pero Holland, aunque visualmente sofisticada y por momentos inquietante, no alcanza la precisión quirúrgica de su debut. Aquí, Cave apuesta por el tono difuso, por el desconcierto permanente, y lo logra… a costa de la claridad narrativa.

La puesta en escena es encantadoramente extraña. La ciudad parece existir en un limbo temporal, anclado en el año 2000 por decisión de la directora, un periodo donde los módems zumbaban y los teléfonos Nokia aún parecían el futuro. Todo en Holland parece ligeramente fuera de lugar, como si los personajes habitaran un diorama en miniatura. Y de hecho, lo hacen: Fred y su hijo pasan horas construyendo mundos en miniatura en el sótano, una metáfora tan obvia como fascinante del deseo de control, del anhelo por fijar el caos de la vida real en un paisaje que nunca cambia.

Nicole Kidman, como es habitual, eleva el material. Su Nancy es un estudio de contradicciones: maternal, elegante, contenida… pero también impulsiva, vulnerable, inquieta. Hay un momento casi invisible pero perfecto cuando, distraída, baña en exceso su pastel de carne con kétchup. Es un gesto mínimo, pero lleno de verdad. Kidman entiende que la descomposición de la fachada no siempre llega en gritos, sino en susurros.

Lo mismo no puede decirse de Macfadyen, cuya interpretación como Fred es tan anodina que uno se pregunta si el personaje está siendo deliberadamente inofensivo o simplemente vacío. Bernal, por su parte, está subutilizado; un satélite alrededor de una historia que no le da espacio para orbitar.

El guion, firmado por Andrew Sodroski y alguna vez parte de la famosa «lista negra» de Hollywood, parece prometer más de lo que entrega. Lo que comienza como un intrigante thriller doméstico se diluye progresivamente en escenas inconexas, subtramas abandonadas (como la del conductor alcohólico o la tensión racial latente), y una revelación final que llega sin el peso emocional necesario. Los giros, en lugar de estremecer, desconciertan por su falta de preparación.

Eso no quiere decir que la película esté exenta de méritos. El montaje de Martin Pensa, con transiciones suaves y un ritmo que sugiere el cine negro clásico, añade una capa de elegancia estilística que compensa algunos vacíos del guion. Y hay imágenes que se quedan: el tren eléctrico girando en bucles sin destino, Nancy y Dave espiando a través de ventanas como niños atrapados en un juego que no entienden del todo.

Al final, Holland es una película sobre la fragilidad de las certezas. Sobre cómo la duda, una vez sembrada, crece hasta ocupar todo el paisaje. Y sin embargo, también es una historia que no termina de encontrar su centro. Es como uno de esos paisajes en miniatura que construye Fred: hermoso, minucioso, pero inerte.

Holland es una elegante promesa que nunca se cumple del todo. Nicole Kidman brilla en medio del desconcierto, pero ni su talento ni el estilo visual alcanzan para salvar una historia que se extravía en sus propios laberintos. Una película que empieza como un enigma fascinante… y termina como una pregunta sin eco.

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.

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