Críticas de Cine y Artículos Colaboradores

Sobre Small Things Like These, de Tim Mielants

Juan Manuel Fábregas

Ese irlandés…

Recuerdo que al terminar mi reseña de Oppenheimer hace casi dos años, comencé a leer los escritos de cronistas internacionales, y un estadounidense (ya no recuerdo quien, lamentablemente) decía algo así como: «…Nolan, ante cualquier tipo de presión narrativa en la película, se escapa hábilmente bombardeándonos en IMAX con las dos armas más potentes que el mundo haya podido ver…los ojos azules de Cillian Murphy.» Risas aparte, pocos intrumentos actorales fueron tan bien usados como la mirada del actor irlandés en el magnum opus sobre el padre de la bomba atómica.

Qué Murphy haya decidido seguir la película que le concedió un Oscar con un proyecto como Small Things Like These (que también co-produce junto a Matt Damon), habla de la valentía, el talento y el coraje de uno de los mejores actores de su generación.

Basada en la novela homónima de Claire Keegan, la cinta nos ubica en 1985. Es vísperas de Navidad, y estamos en un pequeño pueblo del condado de Wexford, Irlanda. Bill Furlong trabaja como comerciante de carbón para mantenerse a sí mismo, a su mujer y a sus cinco hijas. Una mañana temprano, mientras reparte carbón en el convento local, hace un descubrimiento que le obliga a enfrentarse a su complejo pasado y al silencio cómplice de un pueblo controlado por la Iglesia católica.

La clave de la película, que por momentos da la sensasión de estar firmada por los mejores Jim Sheridan o Terence Davies, parecería estar en esos peculiares flashbacks de la dura infancia de Bill, y su relación con su madre, la adinerada mujer que adoptó a esta última, y su cariñoso tío Ned.

Pero nada de esto funcionaría si no fuese por la interpretación de Murphy, ni siquiera estas vueltas al pasado. Hay trauma en la mirada y los silencios que le da el actor de Peaky Blinders a Bill, y uno podría escribir ríos de tinta solamente sobre su intento de narrarle a sus hijas, la que parece ser su Navidad más querida; o sus lavados de manos tras trabajar con carbón todo el día, tan extenuantes como evocadores.

Más adelante en el relato, la gran Emily Watson también tendrá una importante participación, como la dura y estricta abadesa que todo lo controla, pero la performance de Cillian Murphy es la que perpetuamente eleva este pequeño y callado relato basado en hechos reales (termina con el clásico «Dedicado a…», que es de lo poco que me molesta de la película) en una narración efectiva y poderosa.

Cillian es, al final del día, los hombros, el corazón, y sobretodo, los ojos de esta historia.

Esos ojos…

Acerca del Autor

Juan Manuel Fábregas

Juan Manuel Fábregas

Uruguayo. Gran creyente de la Iglesia de Paul Thomas Anderson. Crítico de Cine y Realizador desde 2013, escribiendo para publicaciones y revistas como RouMovie.com, Cartelera.com.uy y Gorosito.Tv.

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