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Critica a «A Thousand Pines» (2024) de Noam Osband y Sebastián Díaz Aguirre

Ruben Peralta Rigaud

El precio oculto del verde: una mirada humana en ‘A Thousand Pines’.

En el corazón de los majestuosos bosques de Estados Unidos, donde los pinos se alzan como catedrales naturales, se esconde una historia que rara vez ocupa titulares o discursos políticos. La historia de quienes, año tras año, plantan esos árboles, regenerando un paisaje que la mayoría da por sentado. El documental A Thousand Pines, dirigido con sensibilidad y rigor por Noam Osband y Sebastián Díaz Aguirre, rescata del anonimato a esos trabajadores migrantes que dedican sus vidas a reforestar América del Norte.

Estrenado a través de Independent Lens en PBS, el filme sigue a una cuadrilla de doce hombres originarios de Tlaxiaco, Oaxaca, durante una temporada de ocho meses de plantación en los Estados Unidos. Al frente del grupo está Raymundo Morales, un capataz con veinte años de experiencia en el oficio, cuya figura se convierte en la columna vertebral emocional de este relato. Raymundo es más que un líder: es un puente entre dos mundos, un padre ausente por necesidad y un símbolo de la resiliencia migrante.

Lo que hace particularmente valiosa a A Thousand Pines es su capacidad de mirar sin juzgar. No hay voz en off, no hay dramatización. En cambio, los directores permiten que los propios protagonistas cuenten su historia a través de gestos, silencios y conversaciones cotidianas. La cámara los acompaña desde sus hogares en Oaxaca hasta los moteles improvisados donde viven y trabajan en Estados Unidos, cocinando en baños y compartiendo camas tras jornadas extenuantes.

La reforestación es, aquí, más que un acto ecológico: es un acto humano, cargado de sacrificios invisibles. Los trabajadores plantan hasta 2,000 árboles al día, cruzan estados como Arkansas, Georgia y Carolina del Norte, y apenas tienen tiempo para hablar con sus familias. La cámara, discreta pero presente, nos muestra también momentos de alegría inesperada: el asombro ante la primera nevada, las carcajadas viendo fútbol en una pequeña televisión, o la nostalgia compartida al recordar películas como Mi pobre angelito 2.

El documental también insinúa, con elegancia pero sin evasión, el funcionamiento de la industria forestal. Empresas como Superior Forestry, que comenzaron con ideales ambientalistas, dependen hoy casi exclusivamente de trabajadores temporales contratados bajo el programa de visas H-2B. La paradoja es evidente: se reforesta el país con manos que, legalmente, no pueden echar raíces.

Visualmente, el trabajo de Osband y Díaz Aguirre es notable. Cada plano está pensado para capturar el contraste entre el esfuerzo humano y la majestuosidad del entorno. La fotografía busca la poesía de lo cotidiano: el surco dejado por una pala, el humo saliendo de una olla improvisada, la niebla que envuelve las montañas al amanecer. La naturaleza no es aquí un escenario, sino un personaje más —silente, indiferente, hermoso.

Como editor de cine, he visto numerosos documentales sobre migración, trabajo y desigualdad. Pero A Thousand Pines se distingue por su tono pausado y profundamente empático. No busca provocar indignación ni ofrecer soluciones fáciles. Busca algo más difícil: que miremos de frente. Que entendamos que detrás de cada bosque hay una historia de sacrificio, y que esas historias no deben seguir creciendo en la sombra.

En tiempos donde la conversación sobre migración suele centrarse en fronteras, legalidad o política, A Thousand Pines ofrece una visión alternativa: la del compromiso, el trabajo duro y la dignidad. Su mayor logro es recordarnos que detrás de cada hectárea reforestada hay hombres que han renunciado a mucho —incluso a ver crecer a sus propios hijos— para que otros puedan respirar aire limpio y contemplar un paisaje verde.

Este es un documental que no solo debe verse. Debe debatirse. En las aulas, en los medios, en las instituciones. Porque habla de nosotros, de nuestras decisiones como sociedad, y de cómo elegimos —o no— valorar el trabajo invisible que sostiene lo esencial.

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.

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