En el universo del cine iberoamericano, hay figuras que no solo brillan por su talento, sino por su compromiso con la identidad cultural que representan. Una de ellas es la actriz mexicana Adriana Barraza, nominada al Oscar por Babel, y cuya trayectoria abarca tanto el cine independiente como las grandes producciones internacionales. La otra es Enrique Cerezo, presidente de EGEDA y productor español, impulsor de una de las plataformas más importantes para el cine de habla hispana y portuguesa: los Premios Platino del Cine Iberoamericano.
Tuvimos la oportunidad de conversar con ambos en una entrevista que no solo repasa su carrera, sino que profundiza en el papel que juega el arte como puente entre culturas. Y en el centro de todo: los Premios Platino, una celebración de lo que nos une a través del cine.
El arte como memoria y representación
Adriana Barraza es una actriz que emociona con cada palabra, no solo por su voz cálida y su manera íntima de narrar, sino por la profundidad de su pensamiento sobre el arte. Para ella, el cine iberoamericano tiene una fuerza única: «Es un cine que retrata nuestras heridas, nuestras pasiones, nuestras contradicciones. Y eso es lo que lo hace universal.»
Barraza ha sido parte de múltiples producciones que han puesto a Latinoamérica en el mapa cinematográfico mundial, pero también ha sido reconocida por sus pares. En ediciones anteriores de los Premios Platino ha sido nominada y galardonada, y expresa un profundo agradecimiento por la existencia de estos premios. “No se trata solo de premiar, se trata de reconocernos. De vernos reflejados en la pantalla, de contar nuestras historias con dignidad y belleza.”
Durante la conversación, la actriz subraya la importancia de tener espacios como los Platino, donde se celebra el talento regional sin la necesidad de la validación externa de Hollywood. “Estos premios nos pertenecen, nos dan visibilidad y, sobre todo, nos recuerdan que lo que hacemos tiene valor más allá de las fronteras.”
El sueño compartido de Enrique Cerezo
Por su parte, Enrique Cerezo es mucho más que un productor de cine y televisión. Es un visionario que entendió, desde hace más de una década, la necesidad de crear un reconocimiento que uniera a los países de Iberoamérica a través de su expresión más poderosa: el cine.
Los Premios Platino nacieron en 2014 como una iniciativa de EGEDA y FIPCA, con el objetivo de poner en valor las producciones iberoamericanas y darles una plataforma que trascendiera los circuitos locales. En apenas una década, los Platino se han consolidado como una cita imprescindible para la industria audiovisual, reuniendo a los mayores talentos de España, América Latina y Portugal.
Cerezo explica que la creación del premio fue una respuesta al “aislamiento” en el que muchas producciones quedaban, sin la oportunidad de tener un circuito amplio de visibilidad. “El talento está, las historias están, pero necesitábamos una vitrina global. Los Platino son eso: una ventana para mostrarle al mundo de lo que somos capaces.”
Además del componente artístico, los Premios Platino también tienen un fuerte compromiso con la industria: promueven la coproducción, la distribución internacional y la profesionalización del sector. También han incorporado categorías televisivas, reflejando el crecimiento de las series iberoamericanas y su impacto cultural global.
Una celebración de lo nuestro
En la conversación conjunta, tanto Adriana como Enrique coinciden en que los Premios Platino no son solo una gala o un evento. Son un símbolo de identidad compartida. Una forma de decir: “Estamos aquí, y nuestras historias también importan.”
Barraza lo resume con sencillez, pero con firmeza: “Los Platino nos dan orgullo. Nos dan comunidad. Y eso es algo que no siempre tuvimos.”
Desde su nacimiento, los Premios Platino han hecho justamente eso: reunir bajo una misma bandera la diversidad y la riqueza del cine iberoamericano. Gracias al trabajo incansable de figuras como Enrique Cerezo, y al compromiso artístico y humano de actrices como Adriana Barraza, este proyecto sigue creciendo, inspirando a nuevas generaciones y reafirmando el poder de contar nuestras historias en nuestra propia voz.
