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Sobre The Brutalist (2024) de Brady Corbet

American DRAMA

The Brutalist es un intento de obra maestra americana. Como todo intento (ya sea exitoso o fallido) de obra maestra americana, The Brutalist es una película sobre Estados Unidos en sí mismo. La épica llegada a la "tierra de las oportunidades" de László Tóth (Adrien Brody), arquitecto húngaro, judío y sobreviviente del Holocausto, se narra como LA experiencia del inmigrante y la búsqueda del "American Dream", superando incluso, la ambición de algo como The Immigrant, de James Gray. Mientras reconstruye su vida, su obra y su matrimonio con su esposa Erzsébet (Felicity Jones), László se establece en Pennsylvania, donde el adinerado y prominente empresario Harrison Lee Van Buren (Guy Pearce) reconoce su talento para la arquitectura, trayéndole a László la oportunidad de realizarse como artista y establecerse como un norteamericano más. El problema es que arte y dinero rara vez van juntos...

Brady Corbet, actor de 36 años de muy interesante filmográfia (Mysterious Skin de Gregg Araki, la remake de Funny Games de Michael Haneke o Melancholia de Lars Von Trier, entre otras), decidió pasarse en 2015 a la dirección con The Childhood of a Leader, drama de época sobre los orígenes del fascismo, y que no parecía una ópera prima por ningún lado, ya que contaba con fantásticos valores de producción y la presencia de actores de primer nível como Liam Cunningham, Robert Pattinson y Bérénice Bejo. En 2018, le siguió Vox Lux, ambicioso falso biopic sobre una estrella pop (Natalie Portman en una de sus mejores creaciones) que tras sobrevivir un tiroteo en una secundaria siendo adolescente, veía como su música podía ser la nueva causante de eventos de violencia. Seis años después, llega la que no solo es la más ambiciosa obra de Corbet hasta la fecha, sino de lo más ambicioso que haya salido del cine norteamericano en los últimos años.

Todo parecería funcionar bien en The Brutalist, sobretodo en una notable y muy sólida primera mitad que nos muestra las andanzas de László en la Philadelphia de mediados del siglo XX. La recreación de época es impresionante en cada detalle, la fotográfia en VistaVision de Lol Crawley es bellísima, donde cada textura y matiz se vuelve importante, y la música de Daniel Blumberg es de lo más original y experimental que yo haya escuchado en el tiempo reciente. ¿Qué decir de un gigantesco Adrien Brody? Es su mejor trabajo actoral, pasando por arriba su Oscar en The Pianist. Uno ríe con László mientras baila con su primo Attila, se alegra por sus éxitos cuando parece que todo le va a ir bien gracias a su talento, pero sobretodo se sufre (y MUCHO) con todo lo que conlleva la vida en América. No se queda atrás Guy Pearce, que también ofrece su mejor interpretación, en lo que parecería ser una amalgama de Daniel Day-Lewis en There Will Be Blood y Philip Seymour Hoffman en The Master.

Son justamente estas dos obras de Paul Thomas Anderson a las que siento que aspira llegar Corbet con The Brutalist. El problema es que Brady no es PTA (y se nota), y la llegada de la segunda mitad de la película, más allá de una bienvenida Felicity Jones, no es más que un atropello de eventos, uno más trágico que el otro, como si la película, y el director especialmente, nos estuvieran gritando en la cara ¡DRAMA!, ¡DRAMA!, ¡DRAMA!

Tampoco ayuda que Corbet quiera decir tanto sobre la inmigración, la dolorosa vida del artista (en este punto se quiere emparentar fallidamente con Andrey Rublyov de Tarkovsky) y la rivalidad entre arte y capitalismo (así como en There Will Be Blood la dicotomía era entre religión y capitalismo, las bases de Estados Unidos), que al final, termina diciendo muy poco sobre cada uno de estos tópicos, o subrayando algo ya claro con un innecesario epílogo.

Si bien nos quedará para siempre la imagen de la Estatua de la Libertad invertida y esa deslumbrante secuencia en búsqueda de mármol italiano, no sé a donde irá la carrera de Brady Corbet después de esto, pero no dudo que en su interior existe un artista pronto para darnos una verdadera obra maestra, y no una que se ahoga en sus propios pozos de ambición.

Acerca del Autor

Juan Manuel Fábregas

Uruguayo. Gran creyente de la Iglesia de Paul Thomas Anderson. Crítico de Cine y Realizador desde 2013, escribiendo para publicaciones y revistas como RouMovie.com, Cartelera.com.uy y Gorosito.Tv.

Email: fabregasmendiburu@gmail.com
Tel: +598 91 311 263

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