Adiós Patriota
Juror N°2 no es una épica ambiciosa como Megalopolis de Francis Ford Coppola ni tampoco un carísimo proyecto de pasión como Killers of the Flower Moon de Martin Scorsese. Ambas tuvieron una amplia distribución en Estados Unidos...Juror N°2 no. Voy a intentar no insultar a David Zaslav en este escrito, pero es lo mínimo que se merecería por tratar de esta manera a una leyenda.
Vamos a lo que Juror N°2 si es: una de las mejores películas de Clint Eastwood del tiempo reciente, y si bien soy un gran partidario del "último clásico" (como lo solíamos llamar con un viejo amigo), Cry Macho me hubiera parecido una despedida vergonzosa por parte de Clint.
Deudora de 12 Angry Men de Sidney Lumet, la pelicula sigue a Justin Kemp (sobresaliente Nicholas Hoult), un joven cercano a ser padre, que es llamado a ser jurado en un juicio por asesinato en el tercer trimestre del embarazo de su esposa. Esperando que esto último sea suficiente para ser excusado del jurado, es finalmente elegido para el mismo. El juicio va sobre un hombre acusado de matar a su novia y tirar su cuerpo desde un puente tras una pelea en un bar. Lo interesante, de todas maneras, es que el evento tomó lugar la misma noche que Justin salía del mismo bar y golpeó con su camioneta lo que el creía que era un ciervo, sobre el mismo puente desde donde fue encontrado el cuerpo de la víctima. Rápidamente, Justin entiende que lo que golpeó en ese puente quizás no fue un ciervo, y que el hombre en juicio puede ser inocente y puede ser él mismo el verdadero culpable, por lo que debe encarar el terrible dilema de convencer a sus compañeros de jurado sobre la inocencia del hombre sin revelar su culpa, o arruinar la vida de un hombre posiblemente inocente para protegerse a sí mismo y a su futura familia.
Si bien debo decir que esperaba poco de la nueva película de Clint, me encontré cautivado por Juror N°2. Es una película honesta y realmente crítica de los Estados Unidos como ya no se hacen. Eastwood plantea varias preguntas incómodas aquí, no solo sobre la moral del protagonista, si no sobre todo el sistema de justicia norteamericano. La inquieta abogada que interpreta Toni Collette se siente como el otro lado de la moneda de la controvertida periodista de Olivia Wilde en Richard Jewell, primero pareciendo una política ambiciosa que solo quiere usar el juicio para hacer crecer sus votantes para la elección de fiscal de distrito, y después convirtiéndose en el compás moral de la película, cuando se da cuenta que el caso que tiene puede ser producto de falsa evidencia y una investigación perezosa.
Eastwood dirige con mano maestra aquí, con una simpleza realmente envidiable. Es tan incisiva la manera en la que el hombre plantea una escena, que uno se pregunta si esta economía cinematográfica no es lo que necesita Hollywood para salir del mar de blockbusters fallidos que no son más que pantallas verdes y seres digitales. En Juror N°2, maneja las emociones de una manera siempre interesante, poniendo a sus personajes y al espectador en un mar moral lleno de grises, que cuestiona no solo a la justicia norteamericana, si no a la idea de justicia en sí.
Clint ha sido golpeado en ocasiones por su ideología conservadora, pero no creo que hayan muchos cineastas más vitales en el panorama norteamericano en los últimos 30, 40 años. De hecho, creo que estas ideas conservadoras hacen a sus interrogantes sobre el mito norteamericano mucho más profundas y cautivantes. Como John Ford antes que él, sus películas no son fundamentalismo ciego sobre la grandeza estadounidense. Hay una tristeza en el descubrimiento de las falencias. Hay una introspectiva sobre el pasado y como este choca con las narrativas del presente. Juror N°2 juega con la idea de justicia en un sistema donde la justicia no es necesariamente lo mismo que la verdad, y de alguna manera, parece más diseñada para hacernos sentir bien con nosotros mismos que atacar los problemas en sí. En un mundo donde la justicia ya no parece ciega, el réquiem de Clint se siente como un retrato esencial en la búsqueda de la verdad en un mundo post-verdad.
Una película crítica que solo podría haber sido hecha por alguien que ama a su país.
Una obra mayor para despedir a uno de los grandes patriotas del cine.