Breaking Good
Un travelling hacia tres mariachis con luces en sus trajes y sombreros. De repente, la noche en Ciudad de México, y luego lo escuchamos: "¡Se compran! ¡Colchones! ¡Tambores! ¡Refrigeradores!".
Nada en la carrera de Jacques Audiard podía anticipar Emilia Pérez. El cineasta francés, creador de la que probablemente sea la mejor película de gangsters del siglo XXI en Un prophète, venía de hacer el aburrido drama erótico Les Olympiades, y antes de eso, el western The Sisters Brothers, con Joaquin Phoenix y John C. Reilly. Su cine siempre fue muy masculino, si algo así como una filmografía se puede definir de esta manera.
No hay otra película parecida a Emilia Pérez. Su mera existencia en el panorama actual, donde todo el cine parece hecho para niños de 12 años con cada vez menos neuronas en la cabeza, ya debería ser considerada un éxito. Qué sea (muy) buena, es un plus.
¿Quién iba a pensar que un musical sobre un narcotraficante mexicano trans se convertiría en una de las películas del año? Esto ni siquiera debería funcionar.
Rita (Zoe Saldaña), abogada desperdiciada en un gran bufete para el que escribe alegatos brillantes, pero a los que nunca puede dar voz, recibe una oferta tan inesperada como irresistible: ayudar al temido jefe de un cartel (Karla Sofía Gascón) a retirarse de su negocio y desaparecer para siempre convirtiéndose en una mujer.
De nuevo, nada de esto debería funcionar. Pocos temas más serios que la violencia provocada por el narcotráfico en México parecerían pegar con la cuestión de cambios de sexo. Si le agregamos el toque del género musical, tenemos algo insólito. Como si Audiard se convirtiera en una amalgama de su tocayo Demy, Fassbinder, Almodóvar, Amat Escalante y Luis Estrada.
Recientemente, un blockbuster como Joker: Folie à Deux, había intentado deconstruir la figura del villano de Batman mediante números musicales. Fracasó, logrando una película dónde todo elemento del género no era más que un pantano donde la narrativa se estancaba. Esto no pasa en Emilia Pérez, donde la música potencia el guion y enriquece lo contado.
Todo lo referido a Zoe Saldaña (volcánica, brillante, en el papel de su vida), que es la verdadera protagonista de esta película, ya está entre lo mejor del año. Esto no quiere decir que lo de Karla Sofía Gascón como el personaje titular sea menor. Al contrario, es sencillamente una revelación, como pocas interpretaciones modernas recuerde. La pata floja de la cinta viene con Selena Gómez, lamentablemente, que con un español desastroso empaña un poco la película, no tanto porque no sea creíble como mujer trofeo de un narcotraficante (el paralelismo chistoso con Giancaro Esposito en Breaking Bad y Better Call Saul va a ser fácil de predecir), si no porque cuando canta, es totalmente ininteligible.
El discurso ideológico de Emilia Pérez es evidente: quizás la respuesta a la violencia de un narcoestado como es México, sea abrazando el lado femenino de uno. Esto se transmite de forma clara y poco sutil, pero nunca molesta ni se sermonea al respecto, y es otro aspecto que es beneficiado por la música, poderosa aliada de las ideas de Audiard.
Sobre el final, de todas maneras, Emilia Pérez me recuerda a otra gran película presentada en Cannes, hace casi 20 años atrás: A History of Violence de David Cronenberg.
Como aquel notable largometraje reflexionaba, hay una cosa inescapable en la vida.
Se pueden cambiar las apariencias, las creencias, los pensamientos, los amores, las pasiones...pero nunca vamos a cambiar lo que somos.