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Sobre The Bear (Temporada 3) de Christopher Storer

La Sal en las Heridas

Cuando la serie The Bear se estrenó en FX hace exactamente dos años, poco o nada podía anticipar el fenómeno masivo en el que se ha convertido. Ambientada en la titánica Chicago (la «Ciudad de los Vientos», la del gran incendio de 1871, Al Capone, los Bears del 85, los Bulls de Jordan y Barack Obama), la comedia dramática nos cuenta las andanzas de Carmen «Carmy» Berzatto, joven y talentoso chef que «hereda» el estresante restaurant de sandwiches italianos de su hermano mayor, tras el trágico suicidio de este último.

Esa breve sinopsis parece poco atractiva, ¿no? Estoy de acuerdo, y de hecho me tomó varias semanas mentalizarme para darle una oportunidad a esa primera temporada. Pero como todo buen audiovisual, The Bear no «va» de lo que cuenta, sino que va de otras cosas ajenas al mundo de los restaurants y la cocina en todas sus formas, que si vamos al caso, está retratado de una manera apasionante, milimétrica y, vamos a decirlo, tan genial como apetitosa, porque la serie no puede ser visionada con hambre…la tortura es brutal. Volviendo al tema, The Bear va sobre la familia, la de sangre y la laboral, y como estos dos brazos pueden transformarse en puños que no paran de golpear y lastimar, pero que también llegan, ocasionalmente, en la forma de un cálido y necesario abrazo para seguir adelante.

También es vital en la serie, el tratamiento del gran tridente de la salud mental en la actualidad: la ansiedad, la angustia y el estrés…problemáticas con las que The Bear se entiende muy bien y le permiten capturar el zeitgeist de nuestra época. Al mismo tiempo, es imposible no pensar en el éxito de la serie sin el trío de actores protagonistas: Jeremy Allen White (Carmy), Ayo Edebiri (Sydney) y Ebon Moss-Bachrach (Richie). Jeremy, de pasado en la versión norteamericana de Shameless, con su intensidad a la Actor’s Studio y su masculinidad dura pero sensible, hacen pensar en un joven Pacino cuando se lo ve en la pantalla, y que se haya vuelto un sex symbol tampoco le viene mal al porvenir de la serie. Su Carmy somos todos aquellos que hemos puesto nuestra pasión (u obsesión) por delante de todas las cosas que existen…hasta nosotros mismos y nuestro bienestar. Ayo, por su parte, es una de las revelaciones más grandes que he visto en los últimos años. Proveniente del stand up y del nuevo humor norteamericano de Comedy Central, la actriz (y ahora directora) está dotada de una expresividad realmente asombrosa, dándole a cada gesto, el equivalente a páginas de un guion. Su Sydney es mi personaje favorito, quizás por ser con el que más me identifico en personalidad y objetivos de vida. Por último, pero para nada menos importante, tenemos a Ebon. Ya lo habíamos visto en series como Girls o The Punisher (en la que también era «amigo» de Jon Bernthal), pero lo que ha logrado con Richie es monumental, ya que nos da el personaje más «querible» de toda la serie, un perdedor imposible de odiar y al que siempre le vamos a desear lo mejor.

Ahora bien, ¿qué tal está la tercera temporada de The Bear? Digámoslo rápido así pierde importancia: es la menos brillante de las tres. ¿Por qué? Muy fácil. Era imposible replicar la excelencia de la temporada anterior y revivir la bocanada de aire fresco que significó la primera. Aquel objetivo de abrir el restaurante en tres meses, que tan bien supo narrar la segunda temporada y que la emparentaba con las mejores películas deportivas, con casi todos los miembros de la «familia» yendo a mejorarse por ahí (Marcus a Dinamarca, Tina a la escuela de cocina, Richie a uno de los mejores restaurants del mundo), prácticamente no existe en este tercer volumen.

No hay objetivo, no hay meta…más allá de que The Bear, el restaurant, siga en pie, claro. Tampoco se puede volver a embotellar aquella magia que tenía la primera temporada en el retrato visceral de las internas de un local de comida, todo esto yuxtapuesto con la realidad laboral y psicológica de la clase obrera occidental. Pero vamos a dejar claro otra cosa importante, y mucho más que lo anterior: The Bear sigue siendo de lo mejor que tiene la TV para ofrecernos.

El único calificativo que tengo para el primer capítulo de esta nueva entrega es…hermoso. Es el episodio «distinto» de esta temporada, así como lo fue el plano secuencia de Review en la primera o esa cena navideña llena de estrellas (Jamie Lee Curtis, Bob Odenkirk, Sarah Paulson, entre otros) que fue Fishes en la temporada anterior. La serie abre su tercer volumen con una especie de montaje de flashbacks cortos (casi flashes, valga la redundancia) titulado Tomorrow, donde vemos en qué quedó cada personaje al final de la segunda temporada y algunos momentos de la vida pasada de los mismos, especialmente Carmy y su pasaje por Dinamarca, Napa y Nueva York, además del regreso a casa por lo sucedido con su hermano Michael. Son 36 minutos de imágenes con muy pocos diálogos, musicalizados por el track Together de Nine Inch Nails. Para mí gusto, junto a Review, Fishes y Forks (el espectacular episodio de la segunda entrega en que Richie se iba de pasante al restaurant Ever, aún mi capítulo favorito de cualquier serie en los últimos 5 años), Tomorrow ya forma parte de lo mejorcito que ha ofrecido esta gran serie. También es excelente el capítulo dirigido por Ayo Edebiri dedicado a Tina, y es imposible que cualquier persona que se haya visto en la desesperada búsqueda de conseguir empleo, no se sienta idenfificada con lo narrado. Hay una reaparición de Jamie Lee Curtis en uno de los episodios finales, y la mamma sigue demostrando que es la MVP de toda la cuestión.

La temporada también cierra de una manera muy interesante y que deja muchas expectativas y preguntas para lo que será la cuarta (¿y final?) entrega que ya está confirmada y filmada.

Pero lamentablemente creo que a este tercer tomo le sobran un par de episodios de los diez estrenados, en los que no sucede nada o muy poco, y me molesta cierta RápidoyFuriosización de la serie tras un cameo de una reconocida estrella de acción. No es que el actor me caiga mal, pero los Fak (otros de los MVPs de la serie, especialmente en esta temporada, donde se encargan de la gran mayoría de la parte humorística y resignifican el término «being haunted»), ya valen por si solos. Tampoco hay un momento como el de Richie cantando Love Story de Taylor Swift mientras maneja eufórico su auto…pero eso ya es parte de la historia grande de las series de TV modernas.

Para finalizar, solo reafirmar que The Bear sigue siendo la serie de la década. No es lo mejor que he visto en el año, ahí siguen Baby Reindeer y La Mesías (ambas miniseries), pero a pesar de sus mínimos fallos y algunas frustraciones, la obra creada por Christopher Storer es muy superior a cualquiera de las superproducciones rimbombantes que Netflix, Amazon, Max o Disney+ tienen para ofrecer.

Como si Scorsese se hubiese sumergido en ollas, cucharas y tenedores, puede que la temporada parezca solo un plato más, pero sigue siendo un chef d’œuvre.

Acerca del Autor

Juan Manuel Fábregas

Uruguayo. Gran creyente de la Iglesia de Paul Thomas Anderson. Crítico de Cine y Realizador desde 2013, escribiendo para publicaciones y revistas como RouMovie.com, Cartelera.com.uy y Gorosito.Tv.

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