Two can be as bad as one, it’s the loneliest number since the number one
La serie Baby Reindeer, estrenada por Netflix el 11 de abril de 2024, tenía a priori, el gran problema personal que tengo con las narrativas modernas: la obsesión de centrarse superficialmente en alguno de los grandes «temas» en el debate cotidiano de la sociedad en la que habitamos. Con «temas» me refiero a enfermedades (cáncer, alzheimer, COVID, todo lo referido a salud mental), conflictos bélicos (Ucrania, Franja de Gaza) y conductas (feminismo, machismo, racismo, homofobia, cultura de la cancelación, el suicidio). Quiero poner énfasis en «centrarse superficialmente» en uno de estos «temas». Una película como Joker de Todd Phillips me parece un paradigma de esto. El protagonista interpretado por Joaquin Phoenix llora, grita y patalea, mientras vomita que la sociedad lo odia por su condición de tener una enfermedad mental, y todo esto, por supuesto, para sucumbir en una furia explosiva, tan suicida como homicida, pero que claro, es celebrado finalmente por la propia sociedad que la película y el protagonista intentan…¿denunciar? ¿Eso es profundo? ¿Copiar y sacarle toda sutileza a Taxi Driver? Como decía un gran amigo que ya está del otro lado: «Joker es buena película…si no viste mucho cine». Distinto y muy superior es, por ejemplo, el tratamiento que una serie como The Bear le da a la salud mental. La popular serie de FX, que aparentemente va de las idas y venidas de un simple restaurante, tiene mucho más para decir (y de mejor manera) sobre el estrés, la ansiedad y la angustia, que la película anteriormente mencionada.
¿Por qué digo todo esto? Porque no pensaba ver Baby Reindeer y su aparente narrativa sobre el acoso, en este caso de una mujer a un hombre. Para mi suerte, una persona me recomendó encarecidamente la serie y decidí darle una oportunidad. Y digo para mí suerte porque estaba equivocado. Baby Reindeer es una obra brillante. La miniserie creada, guionada y protagonizada por Richard Gadd, narra las vivencias reales del artista a mediados de la década pasada, cuando trabajaba como empleado de un bar y se esforzaba por catapultarse en una carrera como comediante. Todo cambió cuando Martha (Jessica Gunning en una creación antológica e inolvidable), una mujer cuarentona, con sobrepeso y con apariencia triste, apareció en el bar sin dinero, lo que hizo que el joven Richard (Donny en la serie), le ofreciera una taza de té para reconfortarla y ser amable. La vida de ambos nunca volvería a ser la misma. Lo que comienza como una especie de doble parodia de Fatal Attraction y Misery en clave de comedia negra, se va adentrando cada nuevo capítulo en terrenos más complejos y oscuros, llegando a tener en el cuarto episodio, una de las experiencias más viscerales que he tenido en un visionado en mucho tiempo. Sin dejar de abandonar el tratamiento sobre el acoso, la serie se mete en la pantanosa y delicada problemática de la violencia sexual, conectando ambas conductas de una manera devastadora que a mí, como espectador, me destrozó y me dejó sin la posibilidad de conciliar el sueño. Pero aún más interesante que esto, me parece el ejercicio de auto ficción que logra Gadd con Baby Reindeer. La valentía y coraje del artista para desnudarse frente a nosotros es digna de aplausos, y pocas veces he pensado tanto en el bienestar de un autor tras ver su obra, esperando que éste haya podido encontrar algo parecido a sanar.
Sigo impresionado por Dune: Part Two y Civil War, y veremos que me trae la tercera temporada de la ya mencionada The Bear en junio, pero es muy difícil que vea algo mejor, ya sea en TV o cine, que Baby Reindeer en este 2024.
Y las palabras «Enviado desde mi iPhone», desde ya, pasan a ser parte de lo más espeluznante en la historia de las series de televisión.