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Critica a «Ramona» (2023) de Victoria Linares Villegas

Escrito por Marivi Aguado

Critica a la pelicula dominicana "Ramona" de Victoria Linares Villegas, con Yanibel Alcantara y Lesly Aybar.

Ramona es una película que cuando la vez, tienes que dejarla reposar en tu cabeza. Y la razón es muy sencilla, como persona que aspira a que el mundo sea un lugar mejor y como mujer feminista, la película te interpela.

La historia que cuenta a modo de falso documental narra como una actriz, Camila Santana, tiene que interpretar a Ramona, una adolescente dominicana embarazada y ella le plantea a la directora, Victoria Linares Villegas, la idea de hablar con adolescentes  embarazadas para saber cómo se sienten, cómo ha sucedido, qué piensan, qué esperan. A Camila no le basta ponerse una barriga postiza y esto supone un potente inicio, que cambia el curso de la película.

Y lo que sigue es un retrato desgarrador de mujeres, que si haber dejado aún de ser niñas, van a ser madres, en muchos casos, solteras. Madres en un entorno de pobreza, de exclusión social, que es en el que se plantea esa historia, lo que no significa que los embarazos adolescentes se den solo en esta clase social, aunque sí mayoritariamente.

En las entrevistas, Camila le pregunta a una de las chicas, Maite, que cuando ha dejado de ser niña y ella le responde que en el hospital, cuando le preguntaron que le pasaba y ella respondió que era una niña con un niño dentro. Es una niña, además, maltratada por su padrastro a causa del embarazo, que además es fruto del encuentro de una sola noche. Una la escucha y piensa que Maite ni siguiera es consciente de que el sexo puede ser gozoso y placentero.

Nicole, tiene 16 años y ocho meses de embarazo, a la pregunta de si se siente niña o mujer, responde que niña todavía, aunque su suegra le está explicando como son las cosas. 

Hay una madre con 36 años, que nació cuando su madre tenía 15 y que fue abuela del bebe de una de sus hijas también embarazada con 15 años y que ella tuvo con 16 años.

La directora y la actriz siguen los pasos de estas y muchas otras chicas, por todo el país, mientras se intercambian ensayos de las escenas para el rodaje de Ramona en los que podemos ver como Camila Santana se va transformando en esa adolescente embarazada.

Una de las cosas más extraordinarias es que la directora parece situar la cámara y dejar que las protagonistas hablen, no sólo contando sus cosas, también con su lenguaje corporal, que es maravilloso, porque deja entrever el miedo, la timidez, la inseguridad y también la decisión de seguir adelante, porque en ningún momento parece ser que estas muchachas se hayan planteado la posibilidad de abortar. Algo que se explica, no solo porque la República Dominicana es unos de los diez países del mundo con penas más severas por ejercer ese derecho, que las mujeres de ese país aún no tienen; también por la carencia de una educación sexual y reproductiva que llegue a todos los rincones de la Isla. .

Mención especial es la actuación de Camilla Santana, que en ningún momento juzga a las chicas a las que entrevista y con las que llega a compartir mucho, hasta cederles el protagonismo, la actriz las escucha y es su rostro el que transmite las emociones que va sintiendo, la mayor parte del tiempo sus ojos transmiten calidez y empatía y parece que en su cabeza da vueltas la idea de cómo ayudarlas y de qué hacer para evitar que eso siga sucediendo. Cuando ya es Ramona, hay tristeza en sus ojos, como si se hubiera contagiado de la de las adolescentes. 

La película es importante porque cuenta una realidad muy dura. República Dominicana es uno de los países con más alta tasas de embarazo en adolescentes. Pero no sólo, también habla de violencia sexual, de violencia machista, de alcoholismo, de abandono escolar, de exclusión social, de patrones que se repiten. De dignidad. Y de la vida, de esa vida que está por llegar y para la que esas muchachas sueñan con que sea mejor que las de ellas, porque soñar no entiende de clases sociales. Y en el camino han, hemos aprendido el valor de la sororidad, como hermosamente describe la escena final. 

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Marivi Aguado