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Critica a «Huesera» (2023) de Michelle Garza Cervera

Reseña a "Huesera" de Michelle Garza Cervera, con Natalia Solián y Alfonso Dosal.

La creciente criminalización de la interrupción voluntaria del embarazo en los Estados Unidos  aumenta la urgencia sociopolítica del sutil debut cinematográfico de Michelle Garza Cervera. Este se basa en una idea fundamental que desafía las obras comparativamente atractivas de cineastas que nunca han tenido un útero: no hay necesidad de demonios, satanistas y mutaciones monstruosas, porque el embarazo y el parto ya son horribles y los bebés son monstruos que gritan. Pero todo esto es solo la obertura del horror real que se arrastra hacia el joven protagonista. 

Érase una vez una joven, se llama Valeria y vive una vida aparentemente perfecta con su marido Raúl, no les falta de nada, excepto que quieren tener un hijo, pero no pueden concebir un bebé; buscan ayuda para conseguirlo con todo tipo de técnicas religiosas y sexuales.  Cuando Valeria se queda embarazada no está tan contenta como esperaba y vive el tiempo del embarazo como una cruel tortura. Empieza a ver grandes arañas en la pared y cuerpos desfigurados de mujeres que se mueven por el suelo a cuatro patas, sus cuerpos retorciéndose mientras sus huesos se resquebrajan. Su familia no la cree y la joven se queda sola con su miedo. Los tiempos pasados vuelven a ella y anhela regresar a una vida más feliz en la que amaba a una mujer. Valeria se enfrenta a un gran reto y se pregunta cómo quiere vivir en el futuro.

 En algunas fases tienes que pasar por procesos dolorosos para encontrar el camino correcto para ti. Pero, ¿cómo saber si estás en el camino correcto? A la protagonista, Valeria, le dicen en un momento de Huesera: "estás metida en un buen lío, chica". Esto resume bien cómo debe sentirse ella, una mujer embarazada que se queda completamente sola con sus miedos y tiene que funcionar al margen. La relación de Valeria (Natalia Solián) y Raúl (Alfonso Dosal) parece superficialmente armoniosa, ambos trabajan, viven juntos y son felices cuando se ven por la noche. Pero siempre hay situaciones que sugieren lo contrario.

El deseo de tener un hijo parece desencadenar un deseo tan irrefrenable en Raúl que uno se pregunta si queda algo en común en esta relación: Valeria debía quedarse embarazada y ser feliz con ello. Así es como debe ser. La cercanía interpersonal parece existir sólo en relación con el deseo de tener un hijo, y a lo largo de la película uno se pregunta por qué nadie pregunta ni una sola vez cómo le va realmente a Valeria. Y ahí radica el problema: con el inicio de su embarazo, sus huesos comienzan a resquebrajarse.

La directora Michelle Garza Cervera hace de esto una bomba de tiempo y Valeria tiene que crujirse los nudillos en cualquier situación estresante. Esto aumenta exponencialmente a medida que avanza la película; el ruido casi se convierte en la banda sonora de la película. El título está tomado de un cuento popular mexicano: La huesera es la historia de una mujer que recoge huesos de lobo en el desierto hasta que reúne un esqueleto entero para darle vida. Los lobos están asociados al mal en muchas culturas y folclores. Las visiones de Valeria de apariciones de arañas y otras amenazas sobrenaturales parecen estar relacionadas con La huesera.

 Pero, ¿de dónde vienen estos miedos que Valeria asocia a sus visiones? ¿Qué hay detrás de ellos? En un flashback de su juventud, se la ve vagando por las calles con otros jóvenes vestidos con trajes de rock. Huyen de la policía y gritan que no quieren ser domesticados. En aquella época, Valeria salía con una joven, tenían planes conjuntos de irse lejos. Para Valeria, sin embargo, al final no fue posible, la presión normativa era demasiado grande: su familia tenía otros planes para ella.

 Huesera se desarrolla como un poderoso drama que consigue escenificar la vida interior de Valeria en varias facetas. Los elementos de terror, expuestos de forma muy física, proporcionan momentos impactantes una y otra vez. Sin embargo, la gran fuerza de la película reside en la cuestión de la propia maternidad. Valeria no se ve a sí misma como madre, la gente que la rodea también lo duda, sin embargo, este camino parece estar predestinado, cimentado socialmente.

¿Cuáles son los peligros de tales presiones sobre las personas que no pueden o no quieren identificarse con los papeles que les han sido asignados? En la transformación de Valeria se puede ver cómo la presión psicológica se traduce en agonía física. El cuerpo embarazado de Valeria es el centro de atención. Es importante protegerlo, pero ¿a qué precio?

Huesos destrozados, figuras fantasmales sin rostro y cuerpos retorcidos se convierten en metáforas orgánicas de los efectos devastadores de las restricciones heterosexistas en el debut cinematográfico de múltiples capas de Michelle Garza Cervera. Pieza por pieza, la inteligente puesta en escena no solo revela el fanatismo disfrazado detrás de la máscara de calidez familiar, sino también la misoginia inherente a la moral cristiana. Protagonizada por una excelente actriz principal (Natalia Solián), los thrillers psicológicos, el terror corporal y los cuentos populares se entrelazan en una inquietante parábola sobre la abnegación, las estructuras sociales asimilativas y la supresión de la identidad no conforme como la esencia del conservadurismo sistemático.

 

Acerca del Autor

Ruben Peralta Rigaud

Rubén Peralta Rigaud nació en Santo Domingo en 1980. Médico de profesión, y escritor de reseñas cinematográficas, fue conductor del programa radial diario “Cineasta Radio” por tres años, colaborador de la Revista Cineasta desde el 2010 y editor/escritor del portal cocalecas.net. Dicto charlas sobre apreciación cinematográfica, jurado en el festival de Cine de Miami. Vive en Miami, Florida.