¿Qué vemos cuando miramos al cielo? es una película libre y extremadamente lenta a través de una serie de momentos intrascendentales y banales que se suceden durante un paseo por la ciudad georgiana de Kutaisi. Es una historia romántica de dos personajes hechizados, donde el cineasta Alexandre Koberidze está mucho más interesado en los pequeños dramas que se desarrollan continuamente en el mundo perfectamente ordinario que los rodea, a veces fantástico en su propia banalidad. Los niños que juegan en el parque, los perros que pasean alegres por las calles, el dueño del café que lucha por mejores tratos…todo aquí es peculiarmente cotidiano…y a la vez extraordinario. Como si Roy Andersson, Kaurismaki y el Sorrentino más futbolero tuvieran un hijo mutante.
Poco después del comienzo de ¿Qué vemos cuando miramos al cielo?, parece estar acomodándose un engranaje narrativo con un encuentro totalmente escenificado y acartonado. La reunión comienza con un pequeño pájaro, quizás un gorrión, volando por una escena de una calle vacía. El pájaro atrapa una rama y, justo cuando se va volando, dos extraños, Lisa (Oliko Barbakadze) y Giorgi (Giorgi Ambroladze), entran en el cuadro desde direcciones opuestas y chocan accidentalmente. Ella deja caer el libro, él lo levanta. Intercambian disculpas y continúan caminando, aunque en la dirección equivocada. Se dan la vuelta y se chocan de nuevo. El libro se cae, más intercambio de disculpas, retoman el curso y se dirigen a continuar su día.
Lisa lleva pantalones rojos y zapatos planos sin medias, mientras que por su parte Giorgi lleva pantalones marrones y zapatos de cordones con medias. Lo sabemos porque a lo largo de este peculiar y precisamente coreografiado encuentro, la cámara permanece fija en la parte inferior de sus cuerpos, cortando justo por encima de sus rodillas. Queres mirar hacia arriba, pero no podes, y solo ves sus rostros cuando se van a sus vidas separadas, donde ella trabaja como farmacéutica y él parece ser un jugador de fútbol profesional. Más tarde esa noche, se vuelven a encontrar, aunque es difícil decirlo porque la cámara ahora está a una gran distancia. Esta vez, hacen una cita en un café, una promesa que, sin saberlo, no cumplen.
Esa es la historia, aunque eso apenas describe la película, que pronto se desarrolla en un montón de realismo mágico que encuentra a los personajes transformados en dos personas de aspecto diferente y ahora encarnadas por otros actores, con Lisa 2 interpretada por Ani Karseladze y Giorgi 2 por Giorgi Bochorishvili. Esta metamorfosis rompe al novio (no pueden reconocerse) y crea otros problemas porque ninguno de los dos puede recordar cómo hacer su trabajo. Sin embargo, mientras sus personajes luchan con sus nuevas identidades, Koberidze (quien también narra) sigue dando vueltas aquí y allá para mirar y hablar sobre todo lo demás, aunque en su mayoría, seguimos teniendo a niños jugando, perros callejeros y mucho, mucho fútbol (impagable una secuencia de fútbol infantil a ritmo de la melosa canción del Mundial de Italia 90).
Los encantos acumulativos de estos atajos narrativos se desvanecen a medida que las complejidades de Koberidze se extienden durante dos horas y media, aunque la sección final levanta y hay bastante que apreciar en una película que te recuerda que a veces las mejores partes de una historia de perros peludos son las que aparentemente no tienen ningún sentido.
Todo aquí es peculiarmente cotidiano…y a la vez extraordinario.
Como el Cielo.
