Reseña al filme Maixabel de la directora Iciar Bollain con Blanca Portillo y Luis Tosar, estrenada en el Festival San Sebastian 2021.
Una vez pasado el verano en algunos lugares, llegan los festivales de cine más importantes, y con ellos, todas las películas que queremos ver. Como en este espacio ya se comentan todas las películas internacionales, yo les quiero hablar del cine español visto en algunos de estos eventos y que van llegando a las carteleras, además de enfilar la carrera hacia los Premios Goya.
La primera que he visto, recién salida del Festival de San Sebastián, que apenas finalizó el pasado sábado, es Maixabel, de Iciar Bollaín.
Maixabel cuenta la historia de una mujer cuyo marido fue asesinado a tiros por ETA mientras tomaba un café en un bar, once años después ella recibe una petición inesperada en el marco de unos encuentros llamados “justicia restaurativa”, impulsados por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero: uno de los asesinos de su marido pide entrevistarse con ella en la cárcel en la que se encuentra y ella, a pesar del dolor y las dudas, accede a hacerlo.
La película está protagonizada de manera soberbia por Blanca Portillo (Maixabel) y Luis Tosar (Ibon Etxezarreta, que es quién aprieta el gatillo) en sus principales papeles, acompañados por unos secundarios, no menos espléndidos, entre los que destacan (para mí) el vaso Urko Olazabal (Luis Carrasco, el etarra que pide ver a la viuda) y María Cerezuela (la hija de Juan Mari y Maixabel que no acaba de entender la decisión de su madre).
Maixabel te recorre el espinazo desde el primer momento; de hecho yo no paré de llorar desde que empezó la proyección y no fui la única. En la historia no hay ficción, no hay trucos, no hay postureo. Hay honestidad, lucidez, valentía, emoción, sobriedad y verdad. El guión es de Iciar Bollaín y de Isa Campo y no debió de resultarles nada fácil escribirlo. Todo este país conoce esa historia, pero no era fácil construirla sin resultar lastimera o rabiosa y ellas lo consiguen; hacía falta rigor y ellas se lo dan.
La historia está contada sin artificios, no los requiere, y no busca juzgar a quien dio un paso al frente para saber por qué asesinaron a su marido, lo terrible es saber que no saben dar una razón, solo sumisa obediencia a una maldad situada en un nivel jerárquico más alto; tampoco tiene inocencia, cada quien debe asumir sus actos y en el caso de Maixabel y su hija María, sus actos pasan por no odiar, ya que eso no les habría permitido seguir viviendo y han tenido que hacerlo, con dolor y serenidad.
Hay quien pueda pensar que Maixabel es una película local, no nos engañemos, hay muchas personas en muchos lugares que han sufrido y sufren la lacra del terrorismo; también que han oído hablar de la larga y sangrienta carrera de la banda terrorista en su vana ilusión por conseguir la independencia del País Vasco; la mayoría de las familias de las víctimas siguen vivas y, como suele pasar, no todas viven esa pesadilla de la misma forma, por eso esta película tiene sus detractores y sus admiradores, entre las que me encuentro.
Antes de su estreno, esta película ya ha recibido descalificaciones e insultos y es tan sencillo como que si no te gusta lo que cuenta, no la veas, pero no se descalifica a priori una obra solo por el hecho de que no compartas lo que se narra política y afectivamente, sobre todo si no la has visto. Tampoco puedes faltar al respeto a la familia protagonista y es algo que está sucediendo en redes sociales y en medios de comunicación; es por eso que, desde mi punto de vista, esta película es muy necesaria.
Maixabel es una gran película, no sólo en términos cinematográficos, también en términos vitales; ante un conflicto tan doloroso, cada quien elige la forma en que quiere vivir su duelo y, más tarde, elige si quiere contarlo y cómo y eso es lo que esta historia hace, con valentía y cuando las luces de la sala se encienden, todo lo que quieres es abrazar a Maixabel y a María.
