Reseña a "The Night House" con Rebecca Hall y Sarah Goldberg dirigida por David Bruckner.
Pocos días después del suicidio de su marido arquitecto, una joven profesora que sigue viviendo en la casa construida por el fallecido comienza a sentir una extraña presencia en ella. La situación se vuelve más preocupante cuando la viuda descubre algunos secretos sobre el hombre que amaba.
La exploración del duelo a través del género de terror no es exactamente un concepto nuevo -se pueden encontrar ejemplos desde Don't Look Now, de 1973-, pero la tendencia se ha vuelto cada vez más frecuente en los últimos años. Hereditary y Midsommar, de Ari Aster, son los dos ejemplos más destacados que me vienen a la mente, pero el gran éxito de 2018, The Lodge y la muy infravalorada We Are Still Here, de 2015, también encajan en el proyecto.
Conocemos a la profesora Beth (Rebecca Hall) tras una tragedia: su marido desde hace 14 años, Owen (Evan Jonigketi), se escabulló de la casa que construyó junto al lago, remó hasta el agua y se disparó en la cabeza. No hubo señales de advertencia, ningún indicio de que algo pudiera ir mal, y la críptica nota que dejó - "tenías razón, no hay nada, nada te persigue, ahora estás a salvo"- no proporciona ningún consuelo, sólo confusión y frustración. Pero cuando Beth experimenta una serie de extraños sucesos, como que el equipo de música se encienda por sí solo en mitad de la noche, o las visiones de Owen caminando por el agua, empieza a reflexionar sobre la finalidad de la muerte de su marido.
The Night House es una de las más bellas propuestas de terror que Fantasía te entregará este año. El escenario de Ben Collins y Luke Piotrowski genera un suspense diabólico que navega en dos polos. Nos preguntamos, primero, si los inquietantes sucesos son sobrenaturales o no, y luego nos cuestionamos la identidad del marido, hay algo muy hitchcockiano en la forma de presentar la angustia, insertando pequeños detalles en pequeñas cantidades que poco a poco se hacen más grandes e inconvenientes.
Donde el largometraje se distingue de otras películas de temática similar es en el carácter airado que se atribuye a la heroína, aunque entristecida, la mujer quiere desesperadamente conocer las respuestas. La ironía y el humor negro que manifiesta permiten a la película tratar los temas del duelo, la duda y el cuestionamiento ante el más allá de una manera refrescante, reflejando maravillosamente la psicología del personaje.
La buena dirección de David Bruckner (El Ritual) aprovecha al máximo los rincones de esta casa para concebir la preocupación y el miedo, el cineasta pone en práctica un formidable juego visual de espejos, que encaja maravillosamente con la desconcertante conclusión de la historia.
Rebecca Hall (Godzilla vs. Kong), que lleva toda la película sobre sus hombros, es nada menos que sorprendente pasando hábilmente del resentimiento y la depresión a una situación de terror, la actriz está impresionante.
A medida que la historia continúa, Beth encuentra fotos en el teléfono de su marido, un teléfono que él, tontamente, no ha protegido con contraseña, y comienza a descubrir algunas verdades inquietantes en los acontecimientos que condujeron a su suicidio.
Las secuencias fantasmales sobrenaturales continúan, pero el director se decepciona al confiar en la música para proporcionarnos sustos. Había una oportunidad de presentar una historia de fantasmas casi gótica, de combustión lenta, que podría haber aumentado lentamente la tensión y el miedo antes del final, pero en lugar de eso, La casa de la noche vuelve a caer en los tropos habituales que uno espera ver. Quizás había un borrador en el que se permitía que la atmósfera se construyera hacia un final, pero en su lugar, obtenemos los tópicos habituales de Blumhouse que arrastran esta película en particular hacia el cliché.
Cuando llegamos al meollo de la historia, las cosas empiezan a desmoronarse. La premisa real, que no voy a desvelar aquí, se vuelve cada vez más tonta, y el desenlace tiene poco sentido; las motivaciones del fantasma, y la manipulación que invoca para salirse con la suya, no tienen sentido, y el guion, que va sembrando ideas a lo largo de la historia, nunca llega a dar resultados.
Si una historia de fantasmas quiere ser lenta, entonces tiene que mantenerse firme y llegar hasta el final, sin salpicar las escenas con estridencias, el horror debe provenir de la atmósfera y el temor que sentimos por los personajes, pero La casa de la noche nunca nos hace sentir realmente lástima por nadie, lo que lleva a una escena final que no es ni emocionante, ni reveladora, ni concluyente.
Desde el primer momento, The Night House genera una sensación de inquietud. Aunque la casa tiene una belleza serena, se tiene la sensación de que algo hierve bajo la superficie. El estilo de dirección de Bruckner hace hincapié en los momentos de tranquilidad. La historia tiene algunos buenos sustos, pero recurre a los ruidos fuertes y repentinos con demasiada frecuencia. La película tiene una calidad espeluznante consistente que se mete bajo la piel, pero se vuelve predecible, algo usual en el género en los últimos tiempos. Esto sólo mejora si Hall realiza una interpretación principal sincera y emotiva.