Reseña a la película "The Lodge" de Veronika Franz y Severin Fiala con Riley Keough y Richard Armitage.
Para Richard (Richard Armitage) ya no hay vuelta atrás ahora que ha encontrado un nuevo amor en Grace (Riley Keough). Su mujer Laura (Alicia Silverstone), de la que quiere divorciarse, se aferra a la relación fallida y trata de recuperar a su casi ex esposo, pero comete un error. Esta situación sacude hasta la médula a los hijos de Richard, Mia (Lia McHugh) y Aiden (Jaeden Martell) que rechazan a Grace desde el principio. Seis meses después de conocerla, el padre, que desde entonces se ha comprometido con Grace, planea unas vacaciones navideñas juntos en la casa de vacaciones de la familia, con la esperanza de poder suavizar un poco las olas entre su prometida y sus hijos; sin embargo, Mia y Aiden siguen dando la espalda a su futura madrastra. Cuando Richard regresa a la ciudad por unos días para trabajar, extrañas situaciones toman su curso.
Para acercar a las dos partes, Richard los reúne a todos en una cabaña nevada en mitad de la nada durante los días de Navidad, mientras, él mismo vuelve al pueblo para hacer algo más de trabajo. La gélida relación entre Grace y los niños se pone algo más tensa; un día se despiertan y descubren que ni la calefacción, ni la electricidad, ni sus teléfonos móviles funcionan, toda la comida y la ropa de abrigo han desaparecido, también la medicación de Grace. Esta situación añadida, así como los extraños sucesos que se están empezando a acumular, hacen que Grace sea cada vez más irracional y loca. Es, a partir de este momento, donde empezamos a imaginar situaciones.
El guión de Sergio Casci, quien lo escribió junto con los directores de la película, deja deliberadamente estas cuestiones abiertas hasta el final, esto crea tensión, aunque a veces puede parecer un poco subdesarrollado. Así, la película trabaja repetidamente con símbolos religiosos que asustan a Grace y a los niños, pero no los comenta lo suficiente como para hacer una declaración de intenciones.
El ambiente opaco no se crea por los saltos de miedo o los efectos de sonido, sino por la inquietante atmósfera sombría que crea el trabajo de la cámara. La casa, parece repulsiva y amenazante y la cámara captura esos detalles en ángulos extraños y colores sombríos. Sin embargo, la película no se habría visto perjudicada por una u otra escena enérgica en las primeras partes de la trama en lugar de guardarlo todo para el final, incluso escenas emocionalmente densas como la de una confusa Grace, mientras pisotea a través de la tormenta de nieve hacia una casa vacía, no ayudan.
Franz y Fiala crean esta atmósfera tensa desde los primeros minutos. Con sólo un breve prólogo para presentar a los personajes y su situación, pero suficiente para despertar premoniciones muy malas. Cuando el escenario cambia de una casa de pueblo algo estéril a una cabaña de madera, más aún. ¿Una casa aislada en las profundidades del bosque en invierno? Ni siquiera tienes que usar la comparación con El Resplandor para conseguir sentir miedo. Estar aislado de la civilización es en el cine una entrada gratis para las cosas más extrañas, algunas imaginarias, otras más reales.
En vista de esta problemática constelación básica, The Lodge ciertamente plantea preguntas lógicas, en cambio, si logras aceptar la premisa que no es del todo convincente, es probable que la atmósfera que sigue, la cual empieza a quemarse a fuego lento, te atraviese de terror hasta los huesos. En su universo cinematográfico, los sonidos disonantes, los ominosos movimientos de la cámara y una opresiva localización de la trama, son los medios preferidos para ponerte la piel de gallina.
La cinematografía de Thimios Bakatakis siempre tiene algo difusamente incómodo, especialmente cuando captura el interior de la casa de muñecas en el hogar donde Mía pasó su infancia. Las figuritas colocadas en ella parecen llevar una extraña vida propia y reflejan los sucesos en la casa de vacaciones; el motivo puede recordar mucho a Hereditary de Ari Aster, pero este artilugio es siempre usado de manera efectiva por los directores austriacos.
Riley Keough se está convirtiendo cada vez más en una actriz indispensable dentro del cine independiente norteamericano. Aquí, como la joven madrastra, que de alguna manera tiene que llevarse bien con la descendencia de su pareja, le da al personaje exactamente la ambigüedad que se necesita para la premisa de la película.
A pesar de toda la puesta en escena y la sutileza visual, las mentes creativas pueden ser acusadas de no explotar plenamente el contenido emocional de la historia y a veces sólo moran en la superficie de los traumas descritos, especialmente Mia y Aiden reciben un trato injusto al final. Aunque The Lodge juega con diferentes posibilidades de resolución, los espectadores experimentados del género deben ser capaces de adivinar hacia dónde correrá el conejo. La narrativa, no muy bien terminada, nubla un poco la impresión general, pero la conclusión, no deja de ser tenebrosa, maquiavélica y sobretodo, diabólica.
Veronika Franz y Severin Fiala (Goodnight Mommy, 2014) han logrado dar el salto a través del gran estanque. Aunque el ritmo de la historia es un poco lento a veces y algunos aspectos de la trama habrían merecido más atención, The Lodge es una película de terror que funciona y manipula al espectador, haciendo un buen uso de su punto de partida y al final ofrece una contribución de género, fuera de la corriente principal (clásica).
The Lodge es, en muchos aspectos, un viaje helado al abismo de las relaciones interpersonales y claramente mejor que la mayoría de las propuestas del género que se pueden ver en las pantallas este año.