“Hablar de sueños es como hablar de películas, ya que el cine utiliza el lenguaje de los sueños: años pueden pasar en segundos y se puede saltar de un lugar a otro”, Federico Fellini.
Aquí seguimos, la cuarentena y yo, espero que también algunas personas más con interés por leer mis cosas. No sé vosotros, pero yo nunca imaginé, no sólo esta situación, sino que fuera a ser tan larga; en todo caso, poder seguir viendo películas, una al día y a veces dos, es un placer que hay que disfrutar. También he visto alguna serie por recomendación de quien en esta página manda, pero de comentarlas ya se encarga él, que es quien lo hace muy bien.
Así que, una vez pasado el festival del que hablé en la anterior entrega, os voy a contar algunas de las películas que más me han gustado de las que he visto en los últimos días en los que sigo viendo cine de otros lugares. Ahí vamos.
La fugitiva (Woman on the run, Norman Foster 1950, Estados Unidos); un hombre presencia un asesinato una noche y cuando tiene que ir a declarar sobre el mismo, huye; entonces empieza la búsqueda por parte de la policía, su esposa y un periodista. En esta historia, que apenas dura 75 minutos, nada es lo que parece, no sabemos quién huye, ni de quién, ni porqué; en ella destaca la sobriedad y la elegancia de la protagonista, la actriz Ann Sheridan, presente en casi todos los planos y en un papel de mujer insobornable a pesar de las presiones, yo diría que la película tiene algo de tragicomedia, es muy inteligente y se me escapa porque no tuvo más éxito. Obvio que adoro el cine en blanco y negro, si os cruzáis con La Fugitiva (sin esperarlo, así me ocurrió a mí), dejadla entrar en vuestras vidas, no querréis que se vaya.
La muerte tenía un precio (Per qualche dollaro in piú, Sergio Leone 1965, Italia); dos cazarrecompensas se alían para atrapar a un forajido pensando que así será más fácil pero cada uno de ellos tiene sus razones y sus ideas sobre cómo llevar a cabo la captura. Todo en esta película está bien y, además, Gian María Volonté (que una tiene sus debilidades); en los últimos diez meses yo la he visto dos veces después de muchos años sin verla y es porque el pasado año yo estuve en Los Albaricoques, una pequeña aldea del desierto de Almería (tierra de cine), donde se rodó y tiene algo de mágico pisar lugares por los pasaron tus películas favoritas, así que volver a verla es doble placer, no pasan los años por el guión, las interpretaciones (incluso las menores) y por la magnífica banda sonora del gran Ennio Morricone.
La hamaca paraguaya (Paz Encina 2006, Paraguay); una pareja de personas mayores que vive al interior de Paraguay esperan que su hijo regrese de la guerra del Chaco, también esperan que llegue la lluvia para que refresque y sea buena para la siembra, que deje de hacer calor, que es insoportable y pegajoso y que sus vidas mejoren, son dos personas que llevan muchísimos años juntas y que lejos de hacerles pensar igual, piensan diferente, en todo y todo vale para ser hablado, lo que no cambia es el amor que se tienen. Bellísima película rodada en guaraní, en paisajes naturales y con silencios que también hacen de protagonistas, con un actor y una actriz que parecen haber nacido para esos papeles, así de creíbles son; dan ganas de abrazarlos en su soledad, de sentarse con ellos a escuchar sus historias, de pedirles que te dejen pasar unas vacaciones con ellos en medio de la nada, de esperar acompañándolos a que regrese su hijo para celebrar. Esta preciosa historia me lleva inmediatamente hasta la peruana Wyñaypacha, ganadora del Festival de Cine Global Dominicano en su decimosegunda edición y que os recomendó mucho.
Monos (Alejandro Lande 2019, Colombia); un grupo de jóvenes llamados Los monos, viven aislados en la montaña jugando a ser guerrilleros, mantienen secuestrada a una doctora norteamericana y su único contacto con la realidad es la persona que les lleva suministros cada tiempo, cuando la doctora se fuga cambian las reglas del grupo y la confianza del mismo salta por los aires. Podría ser una historia de niños caprichosos o de monstruos, la realidad es que es la de quienes nada tienen que perder porque todo está perdido, sólo que con drogas psicodélicas, música, sexo y alcohol y como consecuencia hacen daño a otras personas y a ellos mismos; un callejón sin salida que parece estar situado en Colombia pero que podría ser el espacio de cualquier ciudad que conozcamos. El paisaje protagonista contribuye a la tenebrosidad de la historia y cuando termina la película sientes que no hay esperanza en este mundo.
Jean Gentil (Israel Cárdenas y Laura Amelia Guzmán 2020, República Dominicana); Jean Gentil es un profesor haitiano que vive emigrado en Santo Domingo, no consigue trabajo de maestro y en ningún otro lugar, no tiene ni para comer ni dormir, así que decide adentrarse en la isla a probar suerte, y todo el equipaje que lleva consigo es la fe. Esta es una película que duele, de principio a fin, el protagonista es el verdadero Jean Gentil, que nos muestra lo difícil que es sobrevivir para quienes menos tienen y la absoluta falta de oportunidades en la vida cuando esta se mide por la nacionalidad, el color de la piel o la cuenta corriente, la falta de empatía y solidaridad, y aun así uno apuesta por no rendirse a las primeras de cambio. El rostro de Jean Gentil no te va a abandonar durante el resto de tu vida, en él están todos los nadies que habitan entre nosotros.
La inocencia (Lucía Alemany 2019, España); Lis es una joven que sueña con ser artista de circo, vive con su familia en un pueblo pequeño durante su primer verano como adolescente, la relación con su familia, con sus amigas, con los vecinos y con un novio mayor que ella, machista y posesivo del que se queda embarazada, marcan toda la película que es más tragedia que nada. Una de las mejores películas españolas del pasado año, nominada en varias categorías, mejor actriz revelación, mejor directora novel y mejor ópera prima, aunque no logró ninguno. Resulta increíble que esta película tuviera tan corto recorrido en las salas, está bien narrada, bien dirigida y bien protagonizada; es honesta, fresca y con un retrato muy fidedigno de lo que podemos encontrar a nuestro alrededor cualquier verano, en cualquier pueblo; la protagonista, Carmen Arrufat es una joven actriz llena de talento que esperamos tenga una larga carrera porque la cámara la quiere.
La jaula de oro (Diego Quemada-Díez 2013, México); una chica y un chico adolescentes en una aldea cualquiera de Centroamérica deciden huir a los Estados Unidos en compañía de otro chico indígena y el camino ocurren todas las desgracias que conocemos por los medios de comunicación, la rivalidad entre ellos, el cariño, la solidaridad, el miedo, la angustia, hacen el resto hasta el final. Tengo que especial debilidad por esta película porque una de las guionistas es la directora mexicano Lucía Carreras, a la que guardo un gran cariño porque ha estado varias veces, compitiendo con varias películas y en otra ocasión como presidenta del jurado, en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva. Es una historia sin maniqueísmo, sin adornos, es tal y como todo ocurre en la vida real, los niños no fingen pues no son actores, tienen sus sueños porque es lo que ven constantemente a su alrededor, una carencia de lo básico que les empuja a querer buscar una vida mejor. Todo está contado con precisión y realismo quedando patente un gran director sabiendo sacar los mejor de los tres protagonistas, muy jóvenes y sin experiencia, sin que suene impostado lo que sucede. Crees todo lo que te cuentan en la película de principio a fin.
Mi amigo Fela (Meu amigo Fela, Joel Zito Araújo 2019, Brasil); la vida del mítico músico nigeriano Fela Kuti, narrada por su amigo y biógrafo Carlos Moore. Fela Kuti fue más que un músico, fue un mito en gran parte de África en el momento en el que el continente empezaba a soñar con liberarse del colonialismo europeo y del imperialismo yanky; en este documental nos cuentan las grandezas y miserias del artista que eran muchas, contradictorias y que trazaron toda su vida. A su importancia como músico hay que sumarse la del revolucionario que se relacionaba con Patricio Lumumba, el gran libertador de África, Samora Machel, Miriam Makeba, Maya Angelou y muchos otros libertadores y artistas. Este documental, que me ha gustado mucho, no deja fuera su misoginia, su machismo y la violencia que este trae consigo, su fanatismo religioso, todo lo que contribuyó a hacer de él una estrella musical, un icono político, un padre de numerosos hijos (que hoy lo defienden), un hombre que pisó la cárcel varias veces y que finalmente acabó perdiendo la cabeza y la salud. Quiero señalar que a este documental llegué a través del Festival de Cine Africano que desde el año 2003 se celebra en Tarifa y Tánger para unir los dos continentes y este año, con motivo de la cuarentena, han puesto películas y documentales en abierto para que podamos disfrutar del, mucho y buen, trabajo y talento del continente africano, tan cerca y a veces, tan lejos. Son tiempos de generosidad.
Para terminar, algunas de las películas aquí comentadas, también tienen su crítica en la página de quien me invita a compartir estas reflexiones, Rubén Peralta Rigaud, Cocalecas, invitación a la que siempre estoy muy agradecida y esperando estar a la altura.
Sigamos cuidando y cuidándonos; salud, paciencia, empatía, amor…y cine. Hasta la próxima.