Reseña de la película producida por Netflix "Hogar" con Javier Gutiérrez y Mario Casas, dirigida por los Hermanos Pastor.
La envidia es una cualidad muy fea que no sin razón se cuenta entre los siete pecados capitales. La sensación de que los demás tienen algo que tú quieres para ti, que incluso podrías pensar que es tuyo, puede destruir incluso a la persona más amable. Puede comerlo por dentro, distorsionar las perspectivas, hacer su propia vida insoportable, y la de los demás, por supuesto. La película española, Hogar, en Netflix comienza como el retrato de un hombre cuya vida se ve sacudida y que desarrolla unos rasgos de carácter muy desagradables.
Las cosas no van bien en la vida de Javier (Javier Gutiérrez). Hace tiempo que no tiene empleo, y no le va bien en las entrevistas de trabajo que tiene, ahora el dinero se está acabando, así que tiene que desprenderse de todo lo que es importante para él, el auto y otras posesiones poco a poco encuentran nuevos dueños. Pero, sobre todo, la pérdida de su apartamento le está haciendo pasar un mal rato. Mientras que apenas puede soportarlo en su nuevo hogar con su esposa Marga (Ruth Díaz), sigue regresando a su antigua casa y observando a los nuevos inquilinos Tomás (Mario Casas) y Lara (Bruna Cusí). Pero eso no es suficiente para él. Busca la forma de acercarse a Tomás antes de que ponga en marcha su verdadero plan: quiere recuperar su antigua vida, cueste lo que cueste.
Los hermanos Àlex y David Pastor (The Last Days, Self/less - The Stranger in Me), que dirigieron y escribieron conjuntamente el guión, se toman mucho tiempo para presentar al protagonista antes de dejar que la historia se intensifique. Ni siquiera es el caso de que Javier sea retratado como un villano desde el principio. Incluso hay cierta simpatía hacia él cuando el otrora exitoso experto en publicidad es humillado por otros en su industria. Puede que no sea una figura muy simpática, especialmente en el trato con su familia.
Hogar es por lo tanto una película que tiene algo que decir sobre la sociedad. Los hermanos Pastor hablan de la discriminación por edad y de un capitalismo en el que el individuo ya no cuenta para nada. Pero también hablan del tema de la tendencia actual de la masculinidad tóxica. Si Javier tiene que renunciar a su apartamento y a su vehículo, es un ataque directo a su masculinidad, a su imagen de sí mismo como hacedor. Esto también se refleja en la relación con su hijo, a quien quiere formar según sus ideas, es así que este se convierte en una doble víctima: de las circunstancias cambiantes y de las expectativas que se tienen de un hombre.
Pero lo que comienza como un drama y podría haber terminado como tal, se convierte en un thriller con el tiempo, y no es sorprendente, ya que el dúo creativo español está firmemente arraigado en el cine de género. Lo que sigue, sin embargo, lamentablemente tampoco sorprende. Hay excusas y mentiras, maquinaciones secretas, mientras que el protagonista, que también es un antagonista, se mete cada vez más profundamente en la vida de los demás. Como un parásito, Javier Gutiérrez es el actor ideal para ello, aborda el tema con la necesaria mezcla de discreción y crueldad. Y en El Autor ya demostró que es bueno para capturar las vidas de otros.
Esto es bastante atmosférico, a veces también excitante, ya que ya quieres saber hasta dónde llegará Javier al final. Algunos posibles hilos laterales se sofocan de nuevo de manera rápida, la mayoría de los personajes, incluyendo la familia de Javier, no importan. Pero incluso eso significa que la falta de sorpresas, combinada con algunos incidentes poco creíbles, contribuyen a que ésta no vaya más allá de la sólida mediocridad.
Desafortunadamente desde que el plan de Javier se pone en marcha, Hogar comienza a trivializar la eficiencia de sus planes para una explicación de intenciones que corrompe la credibilidad del guión, que comienza a funcionar a través de las comodidades y propósitos de ser un entretenimiento vacío, alejándose de sus pretensiones psicológicas. Es en este momento que percibimos la película acercándose a lo más básico del cine de género americano.
El relato de Javier Gutiérrez debe incluir la supervivencia del interés del espectador y la integridad de la obra. Su protagonista homónimo cae muy bien desde los primeros minutos y acompañado de un inmenso talento, que escama a un neurótico prácticamente sólo con la mirada. De los actores más económicos de hoy en día, una vez más Gutiérrez deslumbra un proyecto con sus composiciones milimétricas. Si Hogar termina impresionando, no es gracias a la ya elogiada pista y edición, o a la dirección de arte, o incluso a cualquier aspecto técnico. Es su interiorización la que da el sabor especial a una película que ya no deja huellas por ello.