En Dark temporada 2: Tras la desaparición de un joven, cuatro familias desesperadas tratan de entender lo ocurrido a medida que van desvelando un retorcido misterio que abarca tres décadas.
En el argot popular, la frase “blow mind” es utilizada para alguna acción que nos enrede mentalmente haciéndonos creer una cosa y resulte ser otra. En la literatura está el momento de “La Boda Roja” en Canción de Hielo y Fuego. En los video juegos esta el “momento del VHS” en Silent Hill 2. Y en el cine nos quedamos con el ya clásico “momento de Kayser Soze” en Los Sospechosos Habituales.
Por eso cuando en el 2017 aparece una serie alemana a cargo de Netflix y de la mano de Baran bo Odar (Who I Am), pues uno suele hacerse expectativas y llevar una idea de lo que va a ver. Grave error.
La sinopsis de Dark en su segunda temprada es sencilla: un niño desaparece en un pueblo alemán, en donde ha sucedido un caso similar varios años atrás. Se inicia una investigación por parte de la policía y de la familia para entender que ha pasado. Sencillo, ¿verdad? Pero no todo es tan simple como aparenta, porque resulta que a todo esto se suman personajes que han visto al niño y tienen pruebas (nada que el tráiler no desvele).
Primero la serie está plagada de actores de renombre que suenan en Alemania y otros países europeos. Nuestro protagonista, Louis Hofmann (Land of Mine), Jördis Triebel (Respira), o Mark Waschke (The City Below) son algunos del gran abanico de increíbles actores que participan en esta serie.
Luego tenemos el apartado técnico. La fotografía a manos de Nikolaus Summerer quien ha tenido trabajos desde hace tiempo en cortos alemanes. Aquí evoca una fotografía sombría pero imponente. Los encuadres, planos, todo está bien estudiado. Juego de sombras, lluvia a la luz de la luna, humedad con luz del sol. Es como si jugara a favor del personaje y sus emociones. Luego sigue la música de Ben Frost quien utiliza un estilo minimalista. Como en las películas de terror. Sin embargo esta solo es expuesta en momentos de revelación o suspenso de los personajes, para darle mayor énfasis a la escena.
Pero el punto fuerte de la serie está en un guion cuidado hasta en el más mínimo detalle y que invita al espectador a teorizar e investigar. Jantje Friese y Baran bo Odar se elevan a la cúspide con unos giros bruscos e inesperados, pero, lo más importante, que son creíbles y son creados por el mismo personaje. En pocas palabras, la historia no se mueve por los personajes, sino más bien, los personajes mueven la historia.
La historia es adictiva y está bien lograda. Cada capítulo es más complejo e intrigante. Es opresiva, exasperante pero sobretodo muy paciente y estimulante. Todo está envuelto en un enredo de mentiras e intrigas que repercuten contra el otro, sea para bien o para mal.
Hay elementos convencionales (la planta nuclear, el viajero del tiempo enigmático, entre otras), pero están mezclados con elementos nuevos que dan la sensación de sorpresa y que tapan los errores que estos puedan cometer.
La forma de narrar, sus personajes, y lo más importante, la manera en que destruye y construye al mismo tiempo, el género lo dota de una fuerza genuina que no deja de sorprender hasta al más teórico.
Sin embargo, y como punto negativo, está el aspecto emocional. Independientemente del país en donde nos encontremos, las personas tienen pautas y están regidas por emociones, cosas que en momentos la historia no se mueve por esa vía dando un aire de poca calidez en los personajes creados (sin caer en spoilers, hay una escena en la temporada dos con Hannah, la madre de Jonas).
En definitiva, la sensación que queda al ver el final (de las dos temporadas) es una sed insaciable de querer saber más sobre la historia y los personajes. Logra cerrar incógnitas de manera satisfactoria y prepara una base para un final oscuro y misterioso.
Dark se abre y se establece como una de las mejores series de la actualidad y una propuesta obligatoria para los amantes de la ciencia ficción y el misterio.