"Chicuarotes" son los habitantes de San Gregorio Atlapulco, un barrio de la Ciudad de México, en particular, la palabra se refiere a Cagalera (Benny Emmanuel) y Moloteco (Gabriel Carbajal), dos jóvenes que los conocemos como payasos en un autobús de la ciudad donde intentan ganarse unos pesos.
Luego de varios eventos, vemos como estos dos payasos van de vuelta a su comunidad, Cagalera, el cerebro del dúo, vive con su madre (Dolores Heredia), su hermana y su hermano gay, supervisados bajo el ojo borracho del Baturro (Enoc Leaño). Desesperado por salir de la ciudad y hacer una nueva vida, preferiblemente con su novia Sugehili (Leidi Gutiérrez), Cagalera y Moloteco planean el secuestro del hijo del carnicero, para así conseguir dinero fácil, una broma que probablemente no terminara.
Hay momentos que funcionan de maravilla, entre ellos, la escena inicial del autobús y luego la escapada. Hay una energía cómica llena de ingenio en la interacción entre Emmanuel y Carbajal. Pero es la discontinuidad en el tono narrativo lo que realmente destruye la película, el guion de Augusto Mendoza rara vez retoma la fuerza que prometía al inicio de la película. Mientras tanto, el argumento secundario que presenta al abusivo Baturro se vuelve cliché a medida que avanza, su exceso se ve agravado por comentarios emocionales demasiado forzados.
Chicuarotes, es el segundo largometraje del actor donde se sumerge profundamente en la sociedad mexicana con una historia sobre adolescentes y sus decisiones, una historia de la vida en la calle, que tiene energía de sobra, pero una estrategia dramática inestable, saltando torpemente entre la comedia tonta, la violencia dura y el melodrama exagerado. El prestigio internacional de su director debería traer la exposición del festival, pero las perspectivas comerciales fuera de América Latina parecen limitadas.
Bernal nunca cruza la línea del riesgo, toma todas las influencias de su filmografía con grandes directores para exponer aquí momentos surrealistas entremezclados con una violencia latente, y las pequeñas tiras de empatía están acompañadas de decisiones suavizadas y una muy buena banda sonora, cuando al final, después de tan buena premisa, queda mucha confusión en su narrativa. Al final Chicuarotes presenta una muy buena primera mitad, que luego de la inexplicable decisión del protagonista, inicia su descenso por unos rumbos inexplicables y una narrativa que no va a ningún lado.