Es Septiembre de 1994, en la playa de Sète, Ophélie (Ophélie Bau) y sus amigas se bañan y se divierten juntas. Aparte del grupo, Marie lee "El barril de Diógenes" antes de ser abordada por Tony y Kamel, quienes no paran de hablar y le piden que venga a unirse con el resto de la banda. Si no has visto la primera parte de Mektoub, My Love: Canto Uno, déjame decirte que no importa. Esta película no tiene una historia de todos modos.
Kechiche comienza la película con la cara de Amín riéndose y tomando fotos de una chica desnuda, por supuesto. Pero la cámara sedienta de Kechiche no puede esperar ni un minuto antes de que se deslice por el hermoso cuerpo de la joven desconocida y se detenga donde se supone se quede el resto de la película: sobre el trasero de la joven. Luego corta y estamos en la playa. ¿Qué debería seguir después de presentar un trasero femenino? Solo hay una cosa: cuatro traseros. Ophélie y compañía están en la arena junto al mar, luego dentro de la playa. Se secan y la cámara filma las desnudas nalgas de ellas, Kechiche ya nos está dando pistas de por donde va el asunto, pero nadie aún se había dado cuenta. Tan obviamente voyerista que la multitud tan seria y callada de Cannes, se echó a reír y silbó, ese fue el inicio de un largo video de twerking.
Intermezzo significa interludio en italiano. Y esta película es el intermedio entre la primera obra y la última que debería seguir a la mencionada primera parte. Pero Mektoub, My Love: Intermezzo no es para nada un intermezzo. Aparte del hecho de que, como cinéfilo, uno no puede creer que muchas secuencias de nalgas en movimiento sea todo, nos quedamos entados esperando que algo pase. Y es Ophélie quien recibe un tratamiento oral durante trece minutos en una discoteca sucia y claustrofóbica, y sentimos como fue que al personaje masculino que le da placer, sin importarle los posibles orines del piso, (digo yo). No se preocupen, esta escena (mi primera experiencia de porno en una gran pantalla), estará disponible en Pornhub próximamente, justo después de la escena sexual de Blue is the Warmest color.
No tengo nada en contra del sexo oral, las discotecas o perfectas nalgas, queridos lectores, incluso este crítico no es santurrón. Por el contrario, siempre es emocionante experimentar un cine diferente, pero esta película prácticamente no tiene historia ni diálogos, y mi tiempo es valioso señor director. Porque incluso si Kechiche básicamente utiliza la mecánica del cine corporal, la cual es ampliamente conocida y aceptada, es otra cosa.
Pero Abdellatif Kechiche sorprende a todos al usar esta película como un escaparate experimental que le permite empujar a través de su voluntad los limites musicales de su audiencia y alejarse de los patrones estándares del cine, para tomar aún más libertad con los códigos del séptimo arte y para demostrar su dominio de la narrativa. Sin embargo la deconstrucción de su narración totalmente a favor de una serie de imágenes redundantes en el extremo, reduciendo el diálogo, nos pone fuera de la esencia de lo que conocemos de lo que es una película. No sé si eso es bueno o malo.
Y a diferencia de Noé Gaspar (Climax, Enter the Void) que, que a veces utiliza el mismo proceso, Kechiche nos ofrece llevarnos en una reflexión artística. Este director probablemente alcanzó su meta, pues no ofrece nada más que un mensaje hueco de casi cuatro horas.
Si solo podemos admirar a los actores y actrices de la película que se dan a sí mismos física y artísticamente, desafortunadamente es imposible suscribirse al mensaje del director, que dice él fue afirmar el impresionismo, incluso cubismo y que creó todo esto, para celebrar la belleza del deseo y los cuerpos mientras conduce al espectador en el camino de la detestación.
Y es que aún no salgo del asombro cuando al final de la película no tenemos siquiera créditos. Me di cuenta que me quedé sentado por mucho tiempo, fue casi una hipnosis donde los traseros funcionan como péndulos hipnotizantes, porque dichas cuatro horas pasan de una manera trepidante. Por cierto, "Upskirt" es el nombre que se le da a este tipo de trabajo de cámara en el diálogo entre pornografía y voyeur, y con el debido respeto, esto demuestra cuán problemáticos son los deseos del director. Lo que Kechiche vende en apreciación del arte es claramente voyerista y baboso en su lenguaje más formal. Como un anciano en el paraíso de los traseros, este prototipo de "mirada masculina" echa todo una filmografía hacia atrás.
Y honestamente, incluso en su discurso fetiche / artístico, el creador sobreestima en términos de innovación y creatividad a la fetichización que puso de moda Tinto Brass (quien ha hecho trabajos mucho mejor y más interesante, con mucho más respeto y dignidad). La idea de objetivar a las mujeres para que sean presentadas como un acto de amor por el arte, porque somos adoradores de ellas, el modelo y las musas, está quemada. Este error ha existido durante cientos de años y, a más tardar, Vladimir Nabokov estaría encantado de compartir sus excusas con Kechiche.
Sobre todo porque tal adoración, como afirma el director francés, es difícil de reconciliar con la humillación y degradación de sus actrices, quien ha sido acusado varias veces de esto. El hecho de que Léa Seydoux se sintiera como una prostituta cuando filmaba Blue is the warmest color, no hablaba del "pensamiento artístico" de Kechiche. La idea de distinguir entre el artista y la persona privada será imposible después de esta presentacion.