En los últimos años, se ha vuelto cada vez más común para los directores de países latinos contar historias de temas LGBT, narrando los tabúes de su entorno. Apenas el año pasado, el drama chileno Una Mujer Fantástica, dedicado a la vida cotidiana de una joven transexual, se llevó el premio Oscar a la mejor película en lengua extranjera. En el drama guatemalteco "Temblores" del director Jayro Bustamente, nos cuentan la historia de un hombre cuya orientación sexual en su tierra natal se considera un pecado.
Pablo (Juan Pablo Olyslager) es padre de dos hijos y está casado con Isa (Diane Bathen), proveniente de una familia adinerada. El problema inicia cuando anuncia que se ha enamorado de un hombre. Su familia es cristiana y considera que su recién descubierta homosexualidad es un pecado imperdonable. Mientras Pablo se muda con Francisco (Mauricio Armas Zebadúa), su amante, su familia hace todo lo posible para que este "vuelva a la normalidad".
La película comienza con una secuencia en la que Pablo es confrontado por los miembros de su familia por la decisión supuestamente pecaminosa. La secuencia inicial termina con un terremoto, que hace estremecer casa de los protagonistas. El terremoto sirve como una metáfora que da título a la película, parafraseando acertadamente el impacto de la familia de Pablo luego del gran anuncio y de su ejecución a lo largo de la película.
Desafortunadamente, el resto de la película no logra mantener el nivel de la escena de apertura y, a menudo, simplemente repite lo que ya sabemos sin profundizar. Así que la primera mitad de la película cambia en la medida de lo posible entre escenas en las que Pablo deja a su familia y las consecuencias de estas acciones, todo esto se siente algo repetitivo. Donde sí vemos un valor imprescindible es en el tercio final, donde muestran cómo la iglesia y sus terapias entran a hacerse cargo de la situación y la trama gira a un tono escabroso. Bustamante convierte a los miembros homofóbicos de su familia en sus puntos de vista, lo que hace del realismo pretendido un poco exagerado. Desde un punto de vista técnico, la película es sólida y cuenta con un elenco extraordinario de actores.
El actor principal Juan Pablo Olyslager, tiene una actuación formidable, que probablemente habría ganado más sutileza a través de un guión más profundo. El hombre de familia que se engrandece a sí mismo luego se convierte en un niño indefenso. “Dios está en todas partes”, amonesta la madre frente a una galería de crucifijos. “La voluntad de Dios ante la voluntad del hombre”, dice el padre mientras hace lo que ella dice. "Dios" es simplemente un alias para la represión terrenal. Pablo es liberado, su hermano desea a su esposa, quien está acusada de prudencia y complicidad en la homosexualidad de Pablo. Sin apoyo familiar ni terreno económico bajo sus pies, cae como un choque emocional en el seno de la religión organizada.
Una mirada tenue y de poca empatía hace que la narrativa sea aún más pérfida. Los afectados no se quiebran bajo el poder de la violencia, sino a la presión interna provocada por la estigmatización pública, el aislamiento privado y los sentimientos de culpa forzados. "Temblores", aunque cautivadora y con enfoques interesantes y actuaciones fuertes, puede crear sentimientos divididos no solo en su narrativa, sino en su desenlace. Al final, Pablo está en una sociedad que decide por él, ¿qué poder tiene el títere sobre su ventrílocuo?