Dirigida por Jorge Navas (Blood & Rain, Amazonas) y producida por Steven Grisales (El Páramo, García), protagonizada por Duván Arizala, José Luis Paz, Miguel Ángel Micolta, Manuel Riascos, Heidy Mina y Julio Valencia, todos ellos bailarines callejeros del Pacífico colombiano. Escrita por Diego Vivanco (Floricienta, A Mano Limpia) y Steven Grisales (The Squad, García) el drama cuenta con más de 2,000 extras y un elenco de casi todos los descendientes de afrocolombianos.
Somos Calentura se filmó en la ciudad portuaria de Buenaventura, una de las ciudades más pobres del país y un centro de violencia y narcotráfico. En el filme de Navas, somos testigos de un grupo de jóvenes desencantados, ex campeones locales de la danza urbana, luchan por sobrevivir y escapar de las duras realidades de la vida en esta peligrosa ciudad. Cuando se anuncia un campeonato de baile urbano en la ciudad, aprovechan la oportunidad de recuperar su gloria pasada y su autoestima. A medida que avance el campeonato, tendrán que elegir entre violencia o baile, balas o rimas.
Rize, un documental lanzado no hace mucho tiempo, ofreció una mirada inesperadamente intrigante en el mundo del baile urbano. Se centró en los inicios de este tipo de baile y en aquellos que lo utilizan hoy como medio de expresión. Desafortunadamente, Somos Calentura no se trata tanto de superar la adversidad y encontrar una salida artística mediante la demostración de destreza física. El filme si acumula una serie de subtramas y personajes ya conocidos del cine norteamericano, sólo que esta vez, adaptados a un entorno diferente.
El filme, de casi dos horas, tiene una historia decente, un buen tema y una trama débil (dado a que muchas personas piensan que la historia y la trama son sinónimos, aclaro que una trama es la disposición de los incidentes por los que se cuenta la historia). La película presenta demasiados elementos, se duplica y repite la misma información, resultando en secuencias innecesarias fueras de las de baile, encontrando medios artificiales para estirar su longitud y rescatado por un muy buen trabajo de fotografía y manejo de los colores. Pero el encanto de los actores y el atractivo intrínseco del tema nos mantiene sentados hasta su final
Para ser tan poco original como es, hay algo agradablemente sano en Somos Calentura. La película piensa que es mejor de lo que es, pero esa mala interpretación se manifiesta como entusiasmo, no como pretensión. Es una película sobre gente bailando. Bailan mucho, y bailan bien. Si todo hubiera girado en torno a esto, tendríamos un mejor resultado.
El director Jorge Navas filma los primeros números de baile en un estilo áspero e inquieto, para luego bajar la intensidad y mostrarnos una realidad del entorno que funciona y parece creíble, para luego descuidarse de la interesante premisa y dejarnos llevar por una sobre conocida trama barrial, de elección entre el bien y el mal. Esta no es una gran película, y tal vez ni siquiera una particularmente buena, pero es agradable y sin pretensiones, mientras somos testigos de unos maravillosos pasos de baile, si sentimos la libertad no solo creativa, de los actores y los jóvenes reales que viven esta historia.