En la década de 1960, Joe (Ed Oxenbould), un niño de 14 años, es testigo del lento deterioro de la relación entre sus padres. Mientras su padre está trabajando, su madre lucha por su independencia. El actor y ahora director Paul Dano adopta la novela publicada por Richard Ford hace casi treinta años, Burning Season (1990) ganó el premio a la "Mejor novela estadounidense del año".
En la adaptación de Paul Dano, Joe ya no es el narrador (como lo es en el libro), sin embargo, es el centro de la trama y el punto focal de la cámara, que lo muestra como el antihéroe de una historia que atestigua como sus padres poco a poco destruyen su relación. El padre (Jake Gyllenhaal) es despedido de su trabajo al simpatizar demasiado con los miembros de un exclusivo club donde laboraba en un campo de golf. Preocupado por encontrar un trabajo, logra empleo como bombero para luchar contra incendios forestales, un trabajo peligroso donde muchos de los trabajadores mueren a diario.
Son tres seres sin historias, sin nada interesante que contar. No tienen metas que cumplir, son tan pobres, tan frágiles, tan indigentes, que quedan fuera del sueño americano y de la humanidad en general ya que no pueden expresar su sufrimiento. Allí, en el centro, fuera del centro de su vida, Joe es el que lleva el mayor peso de estas historias que no se pueden expresarse de otra manera que no sea gritando. En el corazón de la historia y al mismo tiempo al margen, Joe está allí, llevando una carga a pesar de sí mismo. Paul Dano, en esta primera película, muestra que puede pasar al otro lado de la cámara.
En estos papeles respectivos, Jake Gyllenhaal convence como siempre, aunque en hemos visto mejores transformaciones del actor, mientras que a la inversa, Carey Mulligan sorprende con su frialdad y el carácter de su personaje. Estos talentosos actores hace que los padres sean dos personajes egoístas y desagradables, Paul Dano no se sumerge en la miseria de sus sentimientos. Simplemente somete a su joven héroe a la dura realidad de las imperfecciones del mundo adulto y sus propios padres. Aislado, y sujeto a la molesta inmadurez de los adultos, Joe es un simple testigo.
Pero es sobre todo en la relación hostil con Jeanette, de padre e hijos, es que la película encuentra su fuerza. En este nivel, la escritura sensible de Zoe Kazan brilla por luz propia. Por su parte, Dano se adhiere a una realización delicada, sin falsa nota, y técnicamente limpia, y en una zona cómoda. Es en este nivel y en la falta de ritmo es que Wildlife, se impide a sí misma ir más allá de ser una agradable película indie. Pero que al final, sigue siendo una honestidad prometedora y conmovedora del director.