Cuando hablas con alguien sobre “The Bodyguard” es inevitable pensar en aquella película de los 90’s protagonizada por un Kevin Costner en forma y una Whitney Houston bastante agradable. Sin embargo, esta serie de la factoría BBC, quienes nos han entregado la interminable “Doctor Who”, “The Tudors” o “The Office” (Si, esta serie inicio en Inglaterra), no tiene una pizca del meloso romance de estas dos estrellas de los 90’s.
Creada por Jed Mercurio, que como leí en un artículo, “es el Dick Wolf británico”, esta serie destaca por sus complejos personajes, gran trama política y unas excesivas escenas de acción y tensión que ya quisieran otras series. Los pasillos de Westminster son el escenario perfecto para las intrigas políticas, las cuales son acompañadas por acción y unos giros de trama espectaculares (y lo mejor, creíbles).
Un veterano de guerra es escolta de una ministra del gobierno, de la cual, ninguno de los ideales que ella promueve son aceptados por este guardaespaldas del que poco a poco vamos descubriendo cosas oscuras de su forma de pensar. El actor Richard Madden (Robb Stark en Juego de Tronos) encarna al guardaespaldas David Budd, quien deberá proteger a la ministra Julia Montague, interpretada por una implacable Keeley Hawes (The Durrells, Line of Duty).
Hay que decir que la serie se ha convertido en la ficción más vista en el 2018, obteniendo casi siete millones de espectadores en sus primeros capítulos y para su final haber llegado casi a los diez millones. Este éxito ha logrado que ya Netflix haya negociado para transmitir en el mes de Noviembre del 2018 la los seis capítulos, y ha puesto a la BBC en conversaciones con su creador para una segunda temporada que al parecer, será inminente su llegada.
Con una potente escena claustrofóbica en un vagón de tren, esta serie arranca sin dejarnos respirar. El agente Budd, se nos revela como una víctima de estrés postraumático por la guerra en Iraq, quien ha sido el culpable de destruir su vida familiar. Poco a poco vamos conociendo mas del personaje, como es su odio visceral hacia la clase política (que irónicamente es guardaespaldas de una ministra con ideas demasiado extremas) y de cómo este oculta, ante los ojos de sus superiores este estrés y un alcoholismo que parece atacar cuando la trama lo necesite.
Pero es que una de las grandezas de esta serie es lo bien que sus personajes son definidos con unas cuantas escenas. Desde los protagonistas principales, hasta los secundarios.
Tal vez el único defecto de esta serie es su propaganda política, que en momentos parece más bien un ataque a un lado partidario que a una serie que maneje los contextos básicos de la política. Y es que la serie está plagada de conversaciones y luchas políticas muy por encima de lo que un usuario promedio manejaría.
Bodyguard sin duda debe estar entre lo mejor que ha salido en ese 2018 en cuanto a series (y miniseries). Intrigas políticas, thriller de espionaje, investigaciones detectivescas y un sin número de sub géneros, tramas y conspiraciones, toca esta serie de solo seis capítulos emitida por BBC.